Sevilla - Mallorca: A Europa no se llega a paso de tortuga (1-1)

El partido arrancaba como frío. Un tanto descafeinado, y eso que el Sevilla le había puesto en la previa el cartel de clave por esa ilusión europea que desean despertar en una parroquia acostumbrada a los disgustos en los últimos tiempos. Quizás fuese por esa protesta de la grada de animación, que no asomaba por sus butacas hasta que no habían pasado más de 10 minutos del inicio. En ese tiempo sólo había dado tiempo a que Nyland se equivocase en una salida de balón, que estrelló en el cuerpo de Muriqi, con la suerte de que se marchó a banda. Greif, meta visitante, tuvo más sangre fría para recortar sobre la presión de Isaac. Poco fútbol. Mucho control sevillista, propiciado por un adversario al que le gusta estar arropadito, esperando el error. Parecía por momento más de Aguirre que de Arrasate, ya que este último no ha querido desperdiciar, sobre todo lejos de su estadio, esa competitividad y sello bermellón que le concediese el entrenador mexicano.

Con todos esos condicionantes, el Sevilla buscaba sorprender mediante el cambio de dirección del juego, situación que cada vez explota mejor. El contar con dos extremos que siempre la piden y sus controles orientados ayudan a querer buscarlos incluso en situaciones desesperadas. Ese juego por los costados propició alguna llegada con cierto peligro, aunque los centros al área solían morir en la orilla, puesto que los tres defensores mallorquinistas salían vencedores en esos duelos individuales, donde Isaac siempre tenía las de perder. El Mallorca no generaba demasiado, pero cuando lo hacía era un lío. Saúl no se entendió con Pedrosa sobre quiémn debía seguir la marca de Asano, en el pasillo entre el central y el lateral, para que el jugador asiático buscase el pase de la muerte a Muriqi. Providencialmente se adelantó Badé para impedir el remate a gol. Se libraban los de Nervión, que tendrían la réplica en la siguiente jugada, con un córner tocado en el primer palo por Saúl y rematado con la izquierda por Kike Salas. La sacaba un jugador antes de colarse en la portería. Eran las mejores ocasiones. Lo poco rescatable en un duelo que no llegaba a romperse.

Lukebakio, por parte sevillista, y Muriqi, intentaron sendos remates acrobáticos que no encontraron portería. Los detalles marcarían un encuentro con toda la pinta de marcharse al descanso sin goles y sin que los porteros hubiesen tenido que ser protagonistas. Con uno de añadido, en la última jugada del primer periodo, en un balón parado, especialidad defensiva del Mallorca, el balón tocó en varios jugadores, para que se la encontrase de nuevo Kike Salas en su pierna izquierda y fusilase a Greif. Se marchaban los locales con ventaja al vestuario. Quedaba un mundo, pero el primer paso ya estaba dado. Para llegar a Europa hace falta pasar estos duelos ante rivales más duros que tú. Con una personalidad marcada y forjada en el tiempo. El Sevilla de García Pimienta sigue buscando la suya. Está en ese camino. La ventaja mínima al descanso sólo podía cambiar el guion de un partido donde se había jugado a lo que le interesaba al Mallorca. Había que ver la respuesta sevillista al cambio de encuentro. Cómo gestionarlo. Uno de esos pasos que aún le cuesta dar.

El inicio del segundo tiempo confirmaba que la noche no estaba ni mucho menos resuelta. Quedaba pleito por resolver. En la primera jugada de ataque del mallorca, Asano encontraba un balón en el primer palo y medio cayéndose remató al poste. Susto tremendo. Al menos la respuesta del Sevilla no se hizo esperar. Latigazo de Vargas en el primer acercamiento, con buena respuesta de Greif, y disparo alto por Saúl sin dejarla caer y con la derecha. La sensación de peligro en las dos áreas se había duplicado en tres minutos de juego. El Sevilla tuvo que apretar cerca de su portería para evitar las segundas jugadas, aunque debía también amenazar para no vivir un suplicio en el segundo periodo, ya que el rival es capaz de cargar el área sin descanso. Ese sello de Arrasate sí lo han captado a la primera.

Y los de Pimienta no se olvidaron de atacar. En una posición similar, en el balcón del área, y con la pierna izquierda (la buena de ambos), nuevamente Saúl y Lukebakio tuvieron la opción de hacer el segundo, aunque sus disparos se marcharon altos. Se lamentaba un Sánchez-Pizjuán que sabe que le toca sufrir para ver a su equipo ganar. O al menos intentarlo. Kike Salas volvía a tocar dos veces el balón en el área con su cabeza, en una misma jugada, aunque sin posibilidad de dirigirla a la portería. El Sevilla estaba bien conectado al encuentro. Robaba alto y trataba de hacer daño a un Mallorca cada vez más abierto. Pero el gol no llegaba y el tramo final del encuentro se iba a tener que disputar con esa incertidumbre en el marcador. Y a punto estuvo de empatar el Mallorca en la más clara del partido a un cuarto de hora del final. Pérdida absurda de Badé delante de Muriqi, pase sobre la carrera de Robert Navarro del kosovar y vaselina que se marcha al techo de la red. Suspiró Nervión. Quedaba noche. No estaba permitido relajarse. El mismo Navarro, en un saque de banda, tras tres cambios del Mallorca, rozó el poste cazando un balón suelto. El público mostraba un nerviosismo del que hacía gala también el equipo.

Pimienta recurría a mover algo el banquillo buscando esas piernas frescas y cabezas no condicionadas para tratar de frenar ese acoso bermellón. El Sevilla estaba pagando el no haber finiquitado el encuentro cuando lo tuvo en su mano. Se mascaba el empate. La tragedia. En una de las pocas contras que pudo lanzar el conjunto blanco, Ejuke cruzó en exceso. Había entrado en el campo con Agoumé y Manu Bueno. Era momento de defender y cazar una, pero sobre todo de atrincherarse cerca de Nyland. Y la tragedia se cumplió en el alargue. Balón al área a por el que saca Nyland, al que tocan, no agarra la pelota y Valjent aprovecha para marcar a puerta vacía. Rodeaban al árbitro los sevillistas esperando que el VAR interviniese en la jugada. El gol se validaba. Al Sevilla se le escurrían dos puntos entre las manos. Otra vez. Y ya van... No supo rematar a su rival cuando lo tenía contra las cuerdas. La historia de nunca acabar. Cuatro partidos sin vencer en el Sánchez-Pizjuán. En todo el 2025. A Europa no se puede llegar a paso de tortuga.