Sevilla - Girona: Inofensivo en las áreas y abonado a la bronca de la grada (0-2)

El resultado trae incertidumbre y aunque esto no ha hecho más que empezar afloran las dudas lógicas sobre el proyecto de García Pimienta, porque el fútbol no espera a nadie. El paréntesis de dos semanas sin competir que viene ahora se les hará largo a los sevillistas, obligados a pasar página para preparar en condiciones la siguiente cita liguera, el próximo sábado 14 de septiembre ante el Getafe, también el Sánchez-Pizjuán.

Contra el Girona, no hubo manera. Pimienta lamentó las bajas del lesionado Suso, el sancionado Saúl y un Lucas Ocampos que negocia su salida a Rayados de Monterrey. Más le vale al Sevilla que por el de Quilmes llegue un atacante 'top', alguien que sea capaz de finalizar de verdad, con la contundencia que hoy falta. Memphis Depay, libre en el mercado y carísimo en sus emolumentos, es uno de los que gusta, aunque la lista es más amplia.

Pese a las trabas, el técnico del Sevilla pudo esbozar un once reconocible, fiel a sus preceptos, donde llamó la atención la capitanía de Marcao y el estreno en el lateral izquierdo del argentino Valentín Barco. El jugador cedido por el Brighton fue la gran novedad de la alineación en lugar de un Adriá Pedrosa que no ha terminado de colmar las expectativas de Pimienta. «El colorao es bueno», es la frase que más circulaba por los asientos del Sánchez-Pizjuán durante los primeros minutos del encuentro. Barco encandilaba a la parroquia local en su misma puesta de largo, a base de velocidad, desborde y un desparpajo impropio de un debutante. Entre el argentino y el eléctrico Ejuke convirtieron la banda izquierda del Sevilla en un azote para los gerundenses durante el primer acto. Por ahí sufría de lo lindo el joven Alejandro Francés, superado, poco auxiliado por el ruso Tsygankov en su parcela. El caso es que el dominio de los nervionenses, como en fechas anteriores, no se reflejó nunca en el marcador. Y eso, de nuevo, lo pagó muy caro. Barco sacó notable alto en la generación de juego y en ataque, pero le costó aprobar en defensa. Perdió la marca de Iván Martín en el primer tanto de los visitantes.

Con todo, el arranque de partido del Sevilla no defraudó. La grada palpitaba con un equipo agresivo que en poquitos pases se plantaba en las inmediaciones de Gazzaniga y generaba ocasiones. Isaac Romero, el hombre que actuó como punta de lanza de los blanquirrojos, tuvo dos claras para abrir la lata. La primera la abortó sin excesivos problemas el guardameta del Girona. La segunda se le fue rozando el palo.

El Sevilla se sentía dueño y señor del choque. Nyland, de hecho, no probó los guantes hasta la media hora de partido, merced a un zapatazo de Miguel Gutiérrez que el noruego tuvo que mandar a saque de esquina. El susto no amilanó a un Sevilla que continuó presionando arriba, llevando la batuta, pero sin subsanar su principal 'pecado': la falta de concreción en la finalización… así lo castigaría su rival, haciendo buena una de las máximas del fútbol. No hay trono para los que perdonan. A los 41 minutos del choque se desparramó el jarro de agua fría en Nervión. El Girona ensambló una gran acción ofensiva en las botas del exsevillista Bryan Gil y el pase de la muerte de Miguel Gutiérrez pasó por delante de Badé y Marcao antes de que lo cazara Iván Martín para instalar el 0-1 en el luminoso del Sánchez-Pizjuán. ¡Qué cruel castigo! No mereció el mazazo, ni mucho menos, el cuadro de García Pimienta. Al minuto siguiente Ejuke logró perforar las redes de Gazzaniga pero la tecnología del fuera de juego semiautomático invalidó el tanto del nigeriano. Para coronar las desdichas, el portero del Girona protagonizó el paradón de la tarde a disparo de Lukebakio en la última acción de la primera parte. No había manera. Otra vez… buen primer tiempo, mal resultado.

Para colmo, a la salida de vestuarios al Sevilla se le terminó de bajar la persiana y cambiaron las tornas del partido, hasta el punto de que la afición local perdió pronto la paciencia y clamó contra los suyos. Míchel, pese a ir ganando, hizo cambios valientes y mejoró a su equipo con estiletes como Danjuma o Asprilla. Pusieron en aprietos a Nyland y rozaron el gol… Pitos de la grada al palco y gritos de 'directiva, dimisión' y 'échale huevos' al equipo. El Sevilla se había convertido en un equipo plano de una mitad a otra del partido. Inexplicable.

García Pimienta retiró del campo a dos hombres que no estuvieron nada afortunados, Lukebakio y Juanlu, para dar entrada a Peque y a Navas buscando reanimar a los suyos. No lo consiguió. De hecho lo único que llegó fue la puntilla de los catalanes y con tintes dramáticos. Sánchez Martínez, después de una larga consulta con el VAR, decidió señalar penalti contra el Sevilla por una mano de Isaac dentro del área tras un centro de Alejandro Francés. El árbitro fue rigurosísimo, nada natural al juzgar la acción. El delantero sevillista tenía el brazo recogido, estaba girándose en el aire cuando el esférico le impactó en su extremidad. Horrible la interpretación de los trencillas. Y peor el resultado para el Sevilla. Abel Ruiz no perdonó desde los once metros y anotó el 0-2 que condenaba a los de Pimienta y desataba la ira en la grada contra sus gestores. La sensación que queda en Nervión es amarga, de impotencia. Algo de fútbol, sí. Pero números terribles: 2 puntos de 12 posibles para arrancar LaLiga 2024-25.