Sevilla - Celta: No había mejor forma de despedirte, Jesús (1-0)

El Sevilla comenzaba entre excitado y extraño. El día de Jesús Navas no se podía empañar, después de recibir en el inicio un homenaje con sus ocho copas como ocho soles, como igualmente importantes eran las ausencias en el once (hasta tres) por esa sanción tan complicada de entender a estas alturas de la película en la rivalidad sevillana. El Celta no pensaba ponerlo sencillo, más cuando veía esa debilidad tan evidente en el cuadro local. La banda que cubren Kike Salas y Gudelj, con Iago Aspas, listo entre los listos, rondando por allí, era un coladero. No había forma de que sacaran la pelota jugada y mucho menos que interpretaran el momento de salir al cruce en las oleadas viguesas. Tocaba rezar. Tampoco Saúl ayudaba demasiado, llegando casi siempre tarde. Los unos por los otros, la casa sin barrer. Y el Sánchez-Pizjuán es especialista en detectar los momentos en el que los suyos se tiran al callejón, cuando se observa claramente que no hay nivel para encarar a un rival que juega bien al fútbol, pero igualmente limitado como el Celta, repleto de canteranos.

El primer acercamiento lo protagonizó el conjunto de Giráldez, con un pase filtrado entre Gudelj y Kike que remató Pablo Durán al lateral de la red. El Sevilla no era capaz de salir de su propio campo. Sólo se buscaba a Lukebakio de espaldas a su defensor, siempre agarrado, como el día de Osasuna. Nunca al espacio, siempre a la corta, donde el belga es un jugador corriente. El propio delantero del Celta Durán rozó el 0-1 con un cabezazo al poste en un saque de esquina. Se libraba el Sevilla. Las fuerzas se equilibraron un poco porque los gallegos bajaron algo el pistón. El Sevilla sólo atacaba y defendía medio bien por el costado derecho, donde Navas se dejaba las pocas fuerzas que le van quedando en ayudar como sea. De hecho, una jugada por su costado, tras algunos rebotes, terminó suelta en la frontal para que Saúl encañonase y Guaita sacara la única oportunidad real de los sevillistas. Porque al equipo de Nervión no le daba para más. El Celta tuvo otra gran oportunidad en botas del sueco Swedberg, quien mandó el balón a las nubes con toda la portería para él. Que llegase el partido al descanso en tablas era una oportunidad de oro para el Sevilla y su entrenador. El espectáculo del primer periodo no lo perpetraría ni el mayor enemigo (si los tiene) de Jesús Navas. Algo debía cambiar.

García Pimienta optaba por retirar a un Iheanacho siempre torpe, pasado de peso y absolutamente desaparecido para hacer debutar al joven García Pascual en punta, delantero que ha llegado este mismo verano a la disciplina del Sevilla Atlético. La primera oportunidad llegaba por un disparo de Manu Bueno desde la frontal con la izquierda. El Sevilla había mejorado en sensaciones. Al menos era capaz de empujar hacia delante y provocar que su grada se encendiera con el equipo. Ya había dos competidores por el encuentro. Y tendría que ser un jugador criado en la Carretera de Utrera quien abriese el marcador. Manu Bueno, quien lo había intentado hasta en dos ocasiones, cazó un balón suelto cerca de la frontal y le pegó con suavidad hacia la red. Estalló el Sánchez-Pizjuán. Era el preludio de la despedida de Jesús Navas. Estaban los cambios preparados incluso antes del gol. Todos los compañeros abrazaban al gran capitán en su adiós, quien besaba hasta el césped antes de salir. Rugía Nervión. Su niño decía adiós.

Todavía quedaba partido y todo por jugarse. Demasiadas emociones a flor de piel. Mientras Jesús lloraba en el banquillo, como queriendo arrepentirse a última hora de su decisión, su Sevilla debía fajarse ante un Celta que había realizado varios cambios. El equipo de Giráldez pudo igualar a balón parado, mientras que Lukebakio tuvo la oportunidad de sentenciar con un recorte magistral dentro del área y derechazo que se marchó al lateral de la red. Estaba el encuentro en el alambre, con Darío Benavides, otro chiquillo, al campo por lesión de Montiel, ocupando esa banda derecha donde Navas será dueño eterno. En su primera intervención llegó tarde cerrando su costado ante Alfon y fue Álvaro quien salvó en el mano a mano. Después anotaría Ilaix Moriba en el rechace, pero estaba adelantado. Momentos de mucha tensión. El Sevilla agotaba los cambios para perder algo de tiempo, con un Celta volcado. Aguantó en pie. Por su capitán. Por su ídolo. Por su leyenda. Por Navas. Jesús, no había mejor forma de despedirte.