El tercer tiempo

El Sevilla está encebollado

El tumor de la pasada temporada se reproduce. Pero el pronóstico es aún peor

Mendilibar en Mendizorroza. El encuentro del Sevilla contra el último de los recién ascendidos a Primera parecía un trabalenguas desde el principio. Alavés suena a alevín, y también a cántico infantil de animación deportiva: alabín alabán alabín bombá. Mucha gente no sabrá, por cierto, que ... este cántico proviene del árabe.

A Arabia se nos ha ido Bono. La noticia de su marcha me la dio un compañero con bastante deje andaluz que tiende a aspirar las haches; juro que cuando me dijo que se iba al Al-Hilal, el equipo árabe de Neymar, entendí Algidol. Y me pareció bastante coherente: no hace ni dos días que se fue y ya nos duele la cabeza.

Este Sevilla está de Algidol. Y se complica la existencia como un puñetero trabalenguas. Dice uno: «El que compra pocas capas, pocas capas paga, como yo compré pocas capas, pocas capas pago». Le viene al dedillo al equipo de Nervión, si sustituimos capas por jugadores.

Estamos comprando y pagando poco. Y nos hemos traído a un portero que se llama Orjan Nyland, que rima con quejila. Por las quejilas es una degeneración de «las que hilan», expresión que aludía a las que hilaban, es decir, las hilanderas. Por las quejilas es lo mismo que decir «por las narices», por evitar la versión más soez que alude a las partes pudendas.

A Nyland no lo vimos en el campo, pero con Dmitrovic sí ganamos: por las quejilas. En el minuto 7 ya palmábamos con un gol que nos hizo recordar a Bono, y que nos metió, por cierto, un jugador natural de Las Cabezas y con apellido de calle sevillana señera. Como ese cayeron tres más, alguno de ellos, como el segundo, que quizá hubiera sido parable, pero también es justo decir que de no ser por Dmitrovic nos habrían caído unos pocos más. Porque el problemón, el verdadero drama, lo tenemos en la defensa.

El que compra pocas capas, pocas capas paga, ¿pero y el que compra capas y no las usa? No creo que muchos tuviéramos ayer excesivo interés en ver debutar a Nyland en portería, pero sí hubiéramos agradecido que jugadores nuevos como Sow o Gattoni llamados a reforzar el medio centro y la defensa hubieran tenido minutos. En cambio, Mendilibar, perdido en su trabalenguas en Mendizorroza, y reviviendo a sus fantasmas del pasado como técnico del Alavés, se mostró terco en su apuesta por Jordan y Rakitic en el centro del campo y adoleció de una falta total de cintura y reflejos para reparar su planteamiento.

El tumor del comienzo de la temporada pasada, que parecíamos haber logrado extirpar, vuelve a reproducirse ahora, con un comienzo de Liga que se aventura aún más negro, por lo visto y lo que queda por ver —lo próximo, Girona y Atlético de Madrid, ahí es nada—, que el pasado año. Pero no nos pongamos dramáticos. Perdimos el primero contra unos juveniles, ayer contra el Alavés, el peor de los equipos recién ascendidos. Lo procedente, siguiendo esta lógica, es que el siguiente partido lo perdiéramos contra el Maribáñez.

Por las quejilas viene de las que hilan, aquellas hilanderas que se encargaban de hilar manualmente la lana extraída de las ovejas. Ayer fuimos a por lana a Mendizorroza, pensando en que sería un paseo, un dulce ungüento para curar las heridas de la derrota frente al City, y salimos trasquilados. Para remate del chiste, Rafa Mir consiguió en el descuento el mejor gol de todo el partido. Tan bonito como inútil.

Cebollazo importante y mal pronóstico para el campeonato regular. El Sevilla está encebollado. ¿Quién lo desencebollará? El desencebollador que lo desencebolle… A ver quién narices es capaz de resolver este trabalenguas.

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