Sevilla - Betis: El derbi de las 1.000 palabras
Lopetegui, en el Sevilla, y Joel Robles, en el Betis, 'narraron' un encuentro marcado por En-Nesyri con su gol
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónFue el partido de las 1.000 palabras. De las gafas de En-Nesyri . Del contraste entre la locura de Lopetegui y el perfil reflexivo de Pellegrini. De la raza del Sevilla y del empuje del Betis ... para intentarlo hasta el final. Del show de Mateu Lahoz (¡vaya personaje!). Aún debe resonar en el Sánchez-Pizjuán el grito del colegiado valenciano al técnico sevillista cuando ni siquiera se había llegado al minuto cinco: «Julen, Julen; todos callados. Mandas tú», le dijo desde el centro del campo mientras que Ocampos y Canales, muy cerca, miraban con sorpresa. Mateu Lahoz, en su salsa. En el tercer derbi sin público, el segundo en el Sánchez-Pizjuán, el fútbol se volvió a escuchar. El partido, desde el césped, fue narrado en el Betis por Joel, ávido por adelantar a sus compañeros lo que podía pasar: «Atentos al Papu», o «encara, Emerson, encara» fueron algunas de las reflexiones que hizo en voz alta. Sin embargo, nada pudo hacer cuando vio llegar a En-Nesyri como un autentico poseso cerca de su área y decidió ir a buscarlo para cortar una jugada que había iniciado Navas. En una acción que no parecía traer mucho peligro, y que se inició con un robo de balón por parte del Sevilla, el capitán le echó el balón al marroquí para que hiciera lo que más le gusta, correr con espacios, y romper la bien plantada defensa del Betis. Con el único gol del partido los gritos que más se escucharon fueron los de Lopetegui. Revolucionado, y tras permanecer de pie prácticamente todo lo que se llevaba de partido, 26 minutos, Lopetegui lanzó un grito de los que dejan marcado a cualquiera que tengas al lado. Los suplentes, a varios metros y en la grada, se levantaron ipso facto para ver cómo En-Nesyri hacía el gesto de unas gafas. El delantero, parco en palabras, apenas se atrevió después a mirar con disimulo a sus compañeros mientras era abrazado.
El delantero del Sevilla ganó en confianza y sus carreras de gigante parecieron hacer dudar a un Betis que buscaba a Canales para que inventara algo. Es lo que tienen los que marcan las diferencias. Todos lo buscan. El golpe del Sevilla terminó por espabilar al Betis, e incluso a un Pellegrini que se había pasado prácticamente todo el tiempo en el banquillo. Resultó llamativo comprobar cómo dos entrenadores pueden exhibirse con tantas diferencias. Mientras que a Lopetegui sólo le faltaba saltar al terreno de juego, el preparador chileno bastante tenía con apoyarse en el banquillo cuando no veía las cosas claras. Hasta las miradas de uno y otro son tan distintas… En el color mar de Pellegrini se vislumbra la reflexión y en el marco del objetivo ideado por Lopetegui se entra en la mayor de las intensidades. Mateu , que no quería ser menos protagonista, siguió a lo suyo y le volvió a insistir al entrenador sevillista que obligara a sus adjuntos a estar callados: «Dejad a Julen; dejad a Julen», repitió con su desparpajo habitual cuando cree tener contralada la situación. Ocampos acababa de recibir una fuerte entrada, y Mateu Lahoz, con la experiencia que ya atesora, mandó un mensaje claro para que nadie se saliera de tono.
También en el partido de las 1.000 palabras Bono tuvo mucho que decir . El marroquí, mucho menos hablador que su homólogo en el Betis, Joel Robles, sí apareció para decirle a Koundé que no le diera el balón ante la presión de un rival: «No, no, tú, tú». Con cuatro palabras, el central francés se dio la vuelta y buscó el balón en largo. El partido fue lo intenso que se esperaba, el lógico en un derbi con tanto en juego y marcado por una emoción muy particular en cada equipo. Mientras que el Betis llegaba con la confianza que le daba los buenos resultados obtenidos últimamente, el Sevilla buscó en Nervión anoche las soluciones a unos días muy complicados, sobre todo, por la forma en la que cayó eliminado en la Copa del Rey. Ocampos fue uno de los que mejor entendió el partido, siempre dispuesto a vaciarse en donde fuera, en la construcción y en la presión. Lopetegui pudo repetir su nombre, Lucas, más de 20 veces en el derbi: «Lucas, atrás», «Lucas, sigue». Y así iba el futbolista más voluntarioso de un encuentro al que aún le faltaba el toquecito final de Mateu Lahoz: «Loren, sigue, sigue; sigue, Loren», gritó en varias ocasiones al canterano del Betis, que, decepcionado, al término del encuentro fue a hablar con el árbitro. Mateu cerró la noche con una amarilla para Loren. Y los equipos se perdieron en el vestuario… Cada uno, con sus respectivas sensaciones tras el derbi de las 1.000 palabras.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete