Sevilla - Wolfsburgo: Somos los Ewoks

«He perdido un flotador del Sevilla de gran valor sentimental. Ruego al que lo encuentre que lo devuelva, pues me ha acompañao los últimos 30 veranos en Chipiona. Gracias.»

Partido decisivo de Champions el de hoy frente a los alemanes. Lopetegui sorprendía a todos con un once al estilo Fiat Multipla, es decir, sin delantera. Hoy, a diferencia del último partido contra el Alavés, la lluvia se fue en la previa, pero dejando sitio para que se instaure el frío de verdá . Los Biris, hartitos de tanta lluvia, calentaban la previa cantando:

¡Que llueva que llueva

Que hoy el Sevilla juega

Los biribiri cantan

Los paragua no aguantan

Que si

Que no

Que el partido sacabó

y ha escampao der tirón!

Los aficionados alemanes, por su parte, entraban al estadio vasilando de resistencia al frío y cachondeándose de los españoles al grito de «¡Suban-estufen-recibos-paguen!». Cagonsupare , ome.

Salía el Sevilla al partido mirando a los alemanes a la cara, presumiendo de pizarra en una jugada ensayada al saque de un córner y llegando insistentemente al área teutona (me ha recordao esta palabra a una novia que tuve). De momento, la estrategia le salía bien a Julen, que para atacar a los gigantones alemanes, había sacado un ejército de maravillosos bajitos (Papu, Munir, Acuña, Montiel,…).

Éramos los Ewoks contra las tropas imperiales, capitaneados por un Iván Yerai Isaac Rakitic que, pasado el minuto 10, ponía un caramelito en la cabeza de Yoan Yordán para hacer el 1 a 0. Llamaba la atención que, entre tantos centímetros alemanes, el 8 sevillón rematara de cabeza, a la altura de la cintura, y en el área pequeña. Atacando a los alemanes donde más les duele, mordiéndoles los tobillos. Y rabiando, como la celebración de Yoan Yordán, golpeando con el puño el césped tras dejarse los dos meniscos al intentar deslizar con las rodillas.

Tras 20 minutos apretando más que un bañador de un año pa otro, llegó el gran susto de los alemanes, que estrellaron el balón en el larguero tras intervenir milagrosamente Bono con la manopla. Le enfoca la cámara y sonríe. Está rematadamente loco este Bono, como todos los porteros. Yo no sé si los colegas más locos de la pandilla se hacen porteros o si al hacerse porteros se vuelven los más locos de la pandilla.

Ante la ausencia de delantero, Yoan Yordán se erigió como el gran protagonista arriba. Pasada la media hora de encuentro se encontró un balón en el área que si lo llega a cazar se habría plantado solo frente al portero. Aclarar que a este jugador lo queremos más que a un canterano porque vive los partidos como si a cualquiera de los 40.000 majaras que poblamos las gradas del Pizjuán nos pusieran la camiseta de titular.

Se acababa una buenísima primera mitad del Sevilla con la tribu de Ewoks totalmente organizados, cumpliendo el plan trazado casi a la perfección. No es de extrañar que en la segunda parte Lopetegui no moviera ni un varal. Acuña salía de nuevo con el puñal entre los dientes. Pa quitarle un balón al huevo hay que dispararle en el pie. Y después en el otro.

En el minuto 54 de partido morí. Sí, muetto . Por un instante. El tiempo que tardó Bono en hacer un regate al delantero del Wolfsburgo. Mi corazón hay veces que no puede soportar lo jodidamente loco que está el portero del Sevilla. Tan arriesgadamente bello como ser sevillista, sin más.

Otro paro cardiaco, el que sufríamos los sevillones minutos después, cuando Fernando, el padre de todos, quedaba tendido en el suelo aparentemente lesionado. Afortunadamente, Fernando tiene un físico privilegiado y se recuperó al instante. Tendrá 55 años y jugará en el Sevilla. En categoría cadete.

El Sevilla merodeaba la portería alemana, como mosca a un plato de ensaladilla, así eran constantes las ocasiones de Koundé, Montiel, Ocampos… El equipo de Julen tenía más llegadas que Atocha. Eso era lo bueno. Lo malo, que no marcaba el tranquilizador 2 a 0. Y eso, los jindameros sevillones sabemos que se acaba pagando.

A 10 minutos del final, Lopetegui conversaba nervioso con su segundo, ambos con las manos en la boca, como dos locos hablando sin walki-talki, y decidía dar salida a Rafa Gomir, Delaney y Óliver. Por su parte, el entrenador alemán, cuyo nombre no me atrevo a escribir, pero que suena como el Colspe, mítico equipo sevillano, protestaba al cuarto árbitro, indignado, como Ladrón de Guevara al que no le han dejao entrar en la caseta de Pineda, con su americana ancha.

Con el equipo alemán volcado al ataque, Lucas Ocampos.

Escribo aquí un punto y a parte porque Lucas lo merece hoy. PAR-TI-DA-CO el que se ha marcado esta noche. Sacrificado en defensa y arriesgando en ataque. El argentino, en la última jugada del encuentro, encaró a dos rivales en la banda derecha, se fue de ambos, levantó la cabeza buscando el desmarque de Rafa Gomir, como un gorrión cuando no sabe para dónde vas a echarle la miga de pan, y se la puso en bandeja al cartagenero para marcar el definitivo 2 a 0.

Pasará lo que tenga que pasar en el último y definitivo partido en Austria, pero hoy, este maravilloso ejército de Ewoks palanganas, han demostrado que, si se lo proponen, pueden merendarse a cualquier soldado imperial, por mucho fusil que sostenga.