¡Que no panda el cúnico!

Julen, hoy en su tierra, tenía los mismos mimbres que el año pasado, a excepción de Álex Telles (hoy suplente) y la ausencia de Koundé y Diego Carlos (traten ustedes de no llorar al leer esto). Con este percal, el entrenador navarro se veía obligado a poner al frente de la zaga a los hermanos feos de los anteriormente mencionados, Gudelj y Rekik . Me imagino a ese delanterito joven de Osasuna teniendo que pasar este estos dos y escondiéndose el reloj en los huevo y la cartera en los calcetines.

En frente, un Osasuna capitaneado por el Chimy Ávila , con más tatuajes que la puerta de un cuarto de baño de un instituto. Fité cómo será la cosa que se ha tatuao hasta la garganta y parece que la tinta le está pegando un tragantón como el que le dio Javi Navarro a Luis Enrique en aquel Sevilla-Barça de antaño.

Precisamente el Chimy fue el primero en ponerles a los sevillones las gónadas de corbatín. El delantero de Osasuna se puso de gol frente a Bono y, cuando lo tenía todo para marcar, le pegó al aire. Si no quiere desequilibrarse así debería hacerse más tatuajes en el lado izquierdo del cuerpo pa que le hagan contrapeso.

Osasuna había salido mucho mejor al partido, de hecho, a los 9 minutos iba a marcarle al Sevilla el primer gol de la temporada. No sé cuándo, pero el Chimy debió escaquearse antes unos minutos para ir a visitar a Tatoo Lucio y compensarse los niveles de tinta del cuerpo porque fue el encargado de poner el 1 a 0 en el marcador. Es lo que tiene vender a tus dos mejores centrales , que a las primeras de cambio te mete gol de cabeza un chaval menudito, al que echarían patrás en las oposiciones a la Policía Local.

El Sevilla no tardó nada en reaccionar. Así es imposible, no le dan a uno ni un minuto para poder criticar a diestro y siniestro y cagarte en to lo cagable. En el minuto 10, el Papu le iba a poner un centrito intrépido a Rafa Mir para que este la mandara sin piedad a la red. Ojalá esta sea la dinámica goleadora de la temporada. Una ocasión-un gol. Ya si el contrario no nos hiciera lo mismo sería la leche.

Afortunadamente Bono sigue a lo suyo. Vestido de amarillo, como un operario de parques y jardines, y parando todo lo que le llega. También contó con la colaboración del palo izquierdo de su portería. La verdad es que Osasuna empujaba más que una vieja en la inauguración de un Primark.

El Sevilla se asomaba al área del conjunto local de vez en cuando. El Tecatito le dejaba un balón de oro al Papu, pero el argentino le pegó al centro de la portería.

Pasada la media hora de juego, David García, central de Osasuna pretendido por el Sevilla, vio la primera tarjeta amarilla del partido por darle un tortón a Rafa Mir que me dolió hasta a mí, pero no por la dureza de la acción sino porque despeinó al cartagenero, y eso son palabras mayores.

¡Anda! ¡Si está permitido pegarle a puerta desde lejos! Delaney lo demostró estampando un balón en el palo tras disparar desde la frontal. A los sevillones nos dejó con el culo torcío. Ojalá sea este el comienzo de una nueva tendencia en la que el Sevilla le pegue a puerta desde donde sea. Desde luego, en los Osasuna-Sevilla de antaño se veían también muchos palos, pero de otro tipo.

El partido llegaba al descanso con un Lopetegui más activo en la banda que sus 11 jugadores de campo. Un Julen peinadito que estaba tan alterao que quería beberse una botellita de agua y acabó regando el césped llegando más lejos que un periquito.

El segundo tiempo comenzó más fuerte que el instagram de India Martínez. Unai García veía la tarjeta amarilla por darle un plantillazo en el gemelo al Papu. El argentino es tan bajito que un poco más y le pisa la cabeza.

El primer cambio del partido lo hacía Osasuna. Nacho Vidal entraba al terreno de juego, seguramente para buscar mayor penetración. El banquillo sevillón reaccionaba jugando al despiste porque necesitaba marcar para ganar y sacaba a En-Nesyri.

Lo más cerca que estuvo el Sevilla de hacer el segundo fue mediante un penalti que señaló el colegiado, pero que fue anulado por fuera de juego previo. Habría sido demasiado bonito, pero todo se quedó en un sueño húmedo de esos en los que, cuando vas a presentarle la cobaya al gatete, te despiertas.

Sorprendentemente, morito bueno salió entonado. En la primera ocasión que tuvo se anticipó a la defensa rojilla y mandó un testarazo, de los que antes enviaba al fondo de las mallas, a las manos del portero.

Al borde del minuto 75 el colegiado iba a demostrar que nada ha cambiado en el sistema arbitral de una temporada para otra. Del Cerro Grande señalaba penalti por considerar que el Papu le daba un manotazo en el rostro a un rival. El Osasuna iba a marcar el 2 a 1 desde los once metros mediante Aimar, un futbolista con más cabeza que Ángel Acién.

Llegaba el momento de las sustituciones interminables, de los calambrazos y de los futbolistas de rojo al suelo. El que no fingió fue Unai García, que tuvo que salir del terreno de juego con el rostro ensangrentado tras sufrir un choque de cabezas con Delaney. Y es que un Osasuna-Sevilla sin sangre, no es un Osasuna-Sevilla.

Los minutos finales fueron muy como los de la temporada pasada, un quiero y no puedo. Un equipo que parece cansado y esto no ha hecho más que empezar. Este Sevilla parece un restaurante con fotos del menú en el escaparate. Mala pinta.