Sevilla - Copenhague

Nervión vuelve a ser feliz otra vez (3-0)

El Sevilla garantiza su presencia en la Liga Europa tras el empate entre el City y el Borussia (0-0) que lo deja sin opciones de poder pasar a octavos de Champions

En-Nesyri, Montiel e Isco, con un golazo antológico, recolocan la sonrisa herida de un equipo que recupera la pasión y la credibilidad

En-Nesyri define para hacer el primer gol en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán Reuters

Cada partido del Sevilla es una nueva narrativa que contar entre mil y una posibles que están por escribir. Entre millones de finales que el azar redondo, ese deporte llamado fútbol, es capaz de escuchar y discernir. Un cuento que más de moralejas, ... sabe de sufrimientos. Miedos, temores. También algunas pasiones más que desbordadas. Los de Sampaoli saben que cada punto europeo vale todo lo que intercambian los bancos de la emoción que rigen este continente. Cuando más fuera de sitio parecía el equipo, el sevillismo recogió a sus jugadores con una pala hecha bandera que izaron 30.000 y le dieron la fuerza que necesitaba para que marcaran En-Nesyri, primero, e Isco, después, con un golpeo pulcro y bellísimo del que hablará mañana media Sevilla, devolviéndole ese colmillo competitivo que el equipo necesita para sobrevivir. Fue Montiel quien hizo el tercero cuando todo era una fiesta ya. Porque aunque todavía adolezcan los suyos de pecados y errores, esta afición vuelve a sentirse dichosa de nacer sevillista.

Mezclado, no agitado se presentó el Sevilla en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán en otra nueva noche de estrellas. Y los primeros focos de este martes bien los lució el centro del campo nervionense, sobre los que girarían esas primeros chispazos, más cercanos a la mecha que a la pólvora. Rakitic, Joan Jordán e Isco. Vértebras necesarias para que los dos pulmones sevillistas, Papu y Suso, respiraran con el libre albedrío del que debía presumir un oxigenado Dolberg desde la solitaria punta. Hay, y eso se nota cuando no hay un Real Madrid en frente, un sentido de inclusión patente en todos los escenarios que ilustra Sampaoli. En la grada, una imperdible batalla de gallos que comienza con el tono animoso de los daneses y que la concluyen los más fieles de Nervión, que para eso aman sus colores y así lo cantan. Compromiso defensivo sí que hubo, y entendimiento entre líneas también. Pero fallaba en el primer acto lo que tanto resta a este Sevilla sin importar el orden del mes en el que hablemos de él: alguien que se desmarque ; más que alguien que esté pendiente de pasársela al desmarcado.

Las presiones concatenadas no son usufructo que garanticen ningún pase. Sólo se construye desde la lucidez. Por eso pueda resultar irónico que la mejor versión de Isco, bien enganchado con la zona del seis para acabar ganando la del ocho, pase más por la circulación horizontal que la del atrevimiento vertical. Nadie es capaz de buscarle razones al esférico. En una de esas Suso chutaba, por cierto, sin apenas peligro. Y luego era Haraldsson quien aprovechaba un error sevillista para buscar el lado débil de Dmitrovic: no lo encontró el islandés, que vio cómo poco a poco el encuentro se iba pareciendo más a un reparto de posesión más que de ocasiones. Las acciones a balón parado serían, pues, claves para desemparejar el asunto. La preocupación iría en aumento cuando Papu le tira la diagonal a Dolberg, y el delantero sevillista cae en un fuera de juego más que evitable, diríamos, preocupante. Ya lo dijo el argentino después de lo del City: hay quienes deben acoplarse a la música o se quedarán sordos. O algo así. Porque sin prolongar la excedencia de una vocación incisiva clara sólo se puede seguir brindando por los problemas en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Daramy arañaba alguna ocasión postrera, más fruto del error local, con una incidencia mordaz, y Suso volvía a toparse con los guantes de Grabara. En-Nesyri entraba en el descanso para ser quien cambiara la película.

El cambio con Lamela

No queda claro si el Sevilla quiere que llegue el Mundial o que todavía no lo haga. Si es buena idea hacer un punto y seguido de todo lo visto, o no irse a Catar hasta que estas sensaciones no cambien, con el estómago vacío de ilusiones. Pero en Nervión saben mucho de no rendirse y más de tener paciencia hasta el final. Volvía a avisar Daramy sobre la portería con un disparo con efecto, y lo cierto es que ya no quedan más traidores en Dinamarca. Porque Clem caza un despeje en un córner posterior y saca una volea que acaba en la madera. Silencio de los incómodos al ver cómo el Copenhague merecía, por ocasiones, estrenar el marcador. Sampaoli reaccionaba entonces sacando a Lamela. Y Lamela es quien levanta a Nervión con una asistencia de categoría a Isco, que propina un remate extraordinario que toca con las yemas de sus dedos Grabara. Benoit Basten no ve nada en una acción que pudo decantar la historia por un posible penalti. A lo suyo, Haraldsson sigue empeñado en anotar, y primero detiene Dmitrovic y luego su propia impuntualidad a la hora de ejecutar una vaselina que nacía muerta.

Devolvía el miedo el Sevilla al área danesa con Papu, que ahora sí, conecta con En-Nesyri como único interlocutor posible, y deshaciéndose de los dos defensores, el marroquí emite con la testa un toque suave y plausible que acabó dentro de las piernas del arquero con toda la intención que necesitan los buenos anotadores. De la inquietud al jolgorio final, el Sevilla volvía a sentirse importante en una noche europea. Caía lesionado precisamente el goleador sevillista, que dejaba paso a Rafa Mir. Entretanto, Diks asomaba por el precipicio del área sevillista para asestar un último golpe danés por medio de un engañoso saque de banda: su intento acabó en un larguero que de no estar ahí, pudo complicarlo absolutamente todo. O mejorarlo, como la que gozaría Isco en la segunda jugada de una nueva llegada de Rafa Mir, donde el malagueño no terminaría viendo puerta, aún. Sacaba casi al final la chistera a pasear el propio Isco , que merodeaba por la media luna del área para ponerla en el ángulo largo con una parábola maravillosa. Recibe, levanta la cabeza y la pone allí donde soñará Grabara que pudo cogerla. La locura sería total cuando Montiel remató las últimas tristezas danesas en el tiempo añadido y estirar así la sonrisa blanquirroja después de tanto. El Sevilla ya no sigue vivo en la Liga de Campeones, pero tiene matemáticamente asegurado su sitio en la Liga Europa. Este cuento empieza a cambiar si lo cuenta Sampaoli.

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