Lille - Sevilla: Dos finales en el Sánchez-Pizjuán (0-0)
El Sevilla, al que sólo le faltó el gol, se jugará sus opciones de clasificación a los octavos de la Champions en Nervión
Rekik y una lesión que «no tiene buena pinta»
Lille - Sevilla: Jekyll y Hyde sevillista en Lille (0-0)
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Iniciar sesiónEn el debate tan estéril como antiguo de qué es jugar bien, la madre de todas las conclusiones apunta al mismo camino: lo único que importa es ganar. Y ayer el Sevilla no lo hizo. Lo tuvo todo a favor. Desde el mejor juego hasta ... las mejores ocasiones. Desde la presión constante hasta el control en los movimientos de contención. El Sevilla jugó con armonía, dirán algunos. Y sí. Hubo control y chispa. Pero no ganó. Bilardo, si hubiera visto el encuentro, estaría enfadado. Seguro que Monchi, bilardista confeso, debe hoy aún estar pensando que el partido de Francia debió ser sevillista. Exceptuando los cinco primeros minutos, en los que los locales apretaron como respuesta al júbilo de su afición, el resto del duelo fue cosa de los hombres de Lopetegui. Futbolistas como Suso y Ocampos, venidos a menos en los últimos partidos, asumieron el protagonismo y lo hicieron emprendiendo un alto ritmo competitivo. También Óliver Torres, más preciso en los pases que en Vigo, y desde el centro, acudió a la llamada de ataque de un Lopetegui que no paró de desgañitarse durante todo el encuentro desde su zona en el banquillo.
Jugar bien es ganar. ¿O no? Con el empate siempre habrá algún error. El de ayer, básicamente, radica en la falta de puntería de sus hombres más adelantados. Hasta Rafa Mir , siempre bien colocado para no fallar en los momentos claves, se chocó con la defensa gala en una jugada que casi siempre acaba en gol. Apenas se habían jugado 19 minutos de partido, y un error del meta del Lille, Grbic, en la salida de balón dejó al murciano con todo a favor para empujarlo a la red. Pero su disparo, bien ajustado, sería repelido por Djalo cuando los sevillistas ya cantaban el gol.
La acción del delantero y el posterior rechace del central del equipo francés fue la evidencia de que para nada iban a tener los de Nervión un encuentro fácil. Los franceses mostraron pronto algunas deficiencias, sobre todo, a la hora de tratar de construir el juego con un fútbol de más control, pero jamás se escondieron, siempre con el físico como bastión para llegar hasta la meta de Bono . La consigna del técnico local, Jocelyn Gourvennec, fue visible: balones en largo para sus hombres más adelantados y tratar de provocar el error defensivo en el Sevilla.
Pero el Sevilla, el mismo que estuvo ramplón en ataque para abrir la meta francesa, no concedió nada. Excepto en alguna jugada suelta, nada hilada, Bono estuvo tranquilo durante toda la noche. En este sentido, y por justicia, corresponde elogiar la capacidad de Diego Carlos y Rekik desde el centro de la defensa. Los dos gobernaron en el estadio del Lille. La mala suerte, sin embargo, se cebó con el holandés y provocó que Lopetegui tuviera que empezar a hacer algunos cambios obligados. Tras la primera mitad, en la que el Sevilla llegó a tener varias ocasiones con Suso y Ocampos como protagonistas además de Rafa Mir, en el minuto 57, Rekik dijo basta. El defensa sintió un pinchazo en la pierna izquierda y el técnico del Sevilla optó por meter a Jordán para que Fernando se retrasara hasta la posición de central. Salió bien. Casi siempre, con Fernando todo sale bien.
El Sevilla, de nuevo armado, trató de buscar la meta francesa, pero los posteriores cambios no surtieron el efecto deseado. Augustinsson también entró al terreno de juego por un Acuña con dolores, y Papu Gómez sustituyó a Óliver Torres. El sueco cumplió. Subió y se dejó ver en toda la banda. Al argentino, por contra, le costó más, Los siguientes en entrar serían Lamela y Rakitic por Ocampos y Suso, respectivamente.
Pero al Sevilla, con el tiempo en contra, c omenzó a entrarle algunas dudas por el miedo a que el Lille pudiera cogerle en una contra, se llevara el partido y creara un caos. El partido hubo que ganarlo antes. Y los últimos minutos fueron de estudio, precisamente, para reconocer que una derrota en Lille hubiera dejado muy tocado al Sevilla en su deseo de clasificarse para los octavos. Ahora, con el empate, el escenario es claro: al Sevilla le quedan dos finales, y las dos en el Sánchez-Pizjuán, precisamente ante los dos equipos que se jugará el pase: el Wolfsburgo alemán y el Lille francés.
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