Girona - Sevilla: El peligro de 'segundazo' es más que real (2-1)
El conjunto de Nervión cae en Montilivi víctima de sus horrorosos errores defensivos y sin pegada arriba: hacen falta fichajes como el comer y veremos si algo más
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La ruina del Sevilla es muy real. Hablamos de momento de la deportiva, que no espera a nadie y lo arrastra todo. De la institucional, ya seguirán corriendo los ríos de tinta en los próximos días. No funciona nada. Ni siquiera el salvavidas ... que siempre moró en la dirección deportiva para virar la historia del club hacia la gloria. Aún le quedan balas y a ello se encomienda la entidad en el tramo final de mercado. Por ahora no llegan los obligados fichajes. Y lo más preocupante: no parece un problema de entrenador. Da la impresión de que ni Sampaoli ni el mismísimo Arrigo Sacchi en sus mejores tiempos sacan esta nave adelante sin los debidos refuerzos. No uno, ni dos… sino varios son los que hacen falta. Y veremos si algún detalle más. El Sevilla FC pagó sus horrorosos errores defensivos en Montilivi y cayó 2-1 ante un rival que ni siquiera es directo ya, sino mucho mejor que los nervionenses, a los que alejan a seis puntos en la tabla. Nianzou marcó, pero terminó dando un mitin regalando el gol de la victoria al Girona , obra de Yangel Herrera. Antes, había equilibrado la contienda Stuani. El peligro de 'segundazo' es real. Si Cádiz o Espanyol puntúan, el Sevilla FC vuelve a descenso. Fichen. Y rece el que sepa y quiera. No hay otra.
El partido arrancó ya como el rosario de la aurora para el Sevilla. Medio equipo debía andar sesteando todavía en el hotel. Fernando protagonizó dos pérdidas absolutamente incomprensibles en zona prohibida, dejando en ambas a Bono solo ante el peligro. Como casi siempre, el impagable meta marroquí sacó el traje de bombero y apagó los fuegos prendidos por el brasileño. Demasiado pronto tuvo que activar esta vez el catálogo de paradas. Arranque circense. Y lo irritante fue que el tembleque del Sevilla en defensa iría a peor. Nianzou se apuntó el siguiente fallo… espeluznante. Sería el protagonista de todo. De lo malo y de lo poquísimo bueno, como el gol. En esa extraña dimensión de descuidos a la que se teletransporta el ex del Bayern en cada partido, dio un pase mortal atrás que se convirtió en asistencia para el local Iván Martín. Menos mal que el futbolista del Girona la mandó por encima del larguero. También se había quedado solo ante Bono. Qué espanto de puesta en escena la sevillista. Riquelme sería el siguiente en exigir al portero del Sevilla, pluriempleado en el inicio.
«Soy consciente de que a veces pierdo la concentración», admitió antes del partido Nianzou en una entrevista. Es cierto. Y también loable para un zagal de sólo 20 años que tiene unas condiciones tremendas y unos fallos superiores. Lo inquietante es que este Sevilla no tiene tiempo, ni para él ni para nadie. El club se dejó los dineros en el francés, para pulirlo, como hizo con Koundé o Alves, quienes al poco de aterrizar en Nervión también sacaban de quicio a la hinchada sevillista con sus repentinos dislates defensivos, pero que luego acabaron saliendo como peloteros caros, regando de millones las arcas de la entidad blanquirroja.
Nianzou anda en esa película. Hoy su actuación salió a pagar. Capaz de lo pero y de lo mejor. Poco después de su error, se enfundó la capa de héroe para el Sevilla FC. La pizarra de Sampaoli invocó su poderío a balón parado, Rakitic la puso con una rosca de ensueño y el joven central francés se elevó de forma titánica sobre toda la retaguardia del Girona para martillear de cabeza a Gazzaniga. Golazo de Nianzou para el 0-1 en Montilivi. El sopapo de salida tornaba en piña y jolgorio antes del cuarto de hora.
Así es el fútbol. Y a veces parece que lo está sabiendo interpretar bien Jorge Sampaoli, que a falta de los fichajes que le habían prometido, se ha dedicado a quitar el óxido a las herramientas de las que dispone para intentar algo heroico. Salvar a este Sevilla lo es. Nianzou, a todo esto, lleva tres goles esta temporada. Uno en Copa, otro en Champions y el de este sábado en LaLiga. No está mal para un defensa. Los dos delanteros del equipo llevan cinco. Eso es otro problema.
El gol del Sevilla bajó los humos al conjunto local y las fuerzas se equilibraron hasta el intermedio. La pelota y el juego siguieron siendo patrimonio del Girona. Pero eso le daba igual al míster de Casilda. Su plan se imponía en el marcador, que es ya lo único que importa. Cómo ha cambiado la visión del fútbol en este entrenador. Quizá porque no tiene otro remedio. Y si el quizá. Nada que ver con el Sampaoli de 2016. El amateurismo es Prehistoria. Con la mínima ventaja sevillista, los equipos enfilaron el descanso. No se movió un varal en el once. Eso sí, igual que al Girona lo castigó su falta de puntería en la primera mitad, el Sevilla FC iba a pagar los pecados de su racanería en el mismo inicio de la segunda. Racanería y falta de capacidad, a gusto del consumidor. Y el patinazo definitivo de Nianzou, por supuesto.
Nada más reanudarse el choque, el cuadro catalán destrozó al Sevilla en una transición por la derecha. Con Acuña descolgado arriba, Badé y Jordán se vieron superados en la jugada, Toni Villa sirvió el pase de la muerte y Stuani no perdonó a Bono. 1-1. Imposible para el portero sevillista repeler la ejecución del veterano pistolero uruguayo. Vuelta a empezar con todo el segundo acto por delante. La fragilidad y los fantasmas defensivos del arranque reaparecían para condenar, otra vez, al Sevilla FC. Necesita más contundencia atrás… más fichajes.
Y arriba, tampoco hay chispa. Rafa Mir lo peleó todo como un toro en Montilivi, pero lo dejan solo en una isla y tampoco es Kanouté, por mucho «12» que cargue a la espalda. Además, en Girona, Lamela partió desde el banquillo y Sampaoli recurrió a él cuando ya la cosa estaba bien enredada en la segunda parte. Para colmo, En-Nesyri sólo pudo disputar los minutos últimos de la desesperación. Viajó tocado del tobillo y no tuvo chance. Una pena, porque el Mundial le había cambiado la cara y a este Sevilla limitadísimo le hace mucha, mucha falta. Pese a las trabas, el Sevilla FC pudo llevarse el partido en su tramo final, convertido en un auténtico correcalles de pronóstico incierto. Ni Óliver, ni Rafa Mir, ni Acuña acertaron en sus ocasiones para rubricar la victoria. Lo que vino fue el mayor jarro de agua fría imaginable. El baño de realidad. En el último suspiro, Nianzou volvió a dormirse, le robaron la cartera y el venezolano Yangel Herrera superó de vaselina a Bono para darle la victoria a su equipo. Terrible. 2-1. Todas las alarmas encendidas en Nervión.
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