Sevilla - Elche
El equipo del Ramón Sánchez-Pizjuán (3-0)
Identidad redefinida para el valiente grupo de Sampaoli, que se responsabilizó de sus errores pasados para corregirlos todos en el mejor partido del curso
En-Nesyri firmó un doblete el día que estrenó su cuenta liguera, Acuña reventó la red en el segundo y Suso las puso donde quiso
En-Nesyri bate sus brazos para celebrar un gol este sábado ante el Elche
Nervión aprieta como nunca cuando este equipo tiene el palio a punto de besar sus peores angosturas. Está comprobado. No hace falta que pase la Sed los Miércoles que sí son Miércoles para recuperar la verdad perdida durante tanto tiempo. Sólo hacen falta ... goles, la calle sevillana más necesaria para el equipo ahora que algunos esperaban que enero se convirtiese en la más inasumible de las vías. El camino más corto a la alegría no entiende de sufrimientos; sí de sacrificios. En una ejemplar primera mitad, de puro físico y suma inteligencia, encarriló el Sevilla el triunfo sabiendo que hace muy pocas horas dejó palpitando el aire en El Sadar. Jamás el alma. Respondió la gente y contestó el equipo, que dejó un sello casi familiar mucho más relevante de lo que señale cualquier tabla. El salto físico y cualitativo de En-Nesyri , por partida doble, y el zurdazo de Acuña son la prueba irrefutable de que sí, de que esta vez fue contra el colista, pero que cada día este equipo está un paso más cerca de volver a estar donde debe siempre que compita como compitió ante el Elche.
Lo que le pasa al Sevilla ya lo contó Jorge Valdano en aquellos viejos cuadernos que cualquier militante del bilardismo debería repasar siempre. Recuerda el campeón del mundo en México 1986 cómo en una malísima época de la selección que lideraba el exsevillista se escurrió el gol tanto tiempo que la albiceleste estuvo a punto de tumbar un récord lamentable sin ver portería. El magnético Bilardo le pidió al equipo al siguiente partido que no hicieran nada por evitarlo, porque Argentina debía estar en todas las conversaciones: en las malas y en las menos malas. Eso es justo lo que le pasa a este Sevilla: que lleva mucho tiempo caminando preso, con paso de deuda por sus dos áreas, y por fin ha dejado de condenarse a sí mismo para evitar ser motivo de suspiro para quienes lo quieren y, por qué no decirlo, razón de felicidad para quienes lo quieren ver ahí abajo. Por eso está en todas las tertulias.
Badé y Rekik imponían la raya con contundencia y Sampaoli premiaba el virtuosismo ocasional de Suso, que volvía a tener rol de titular en una noche en la que el gaditano fue al balón lo que Martínez Ares es a las palabras. Esquema de 4-3-3 y un remozado cambio de intenciones a la hora de salir con el balón jugado, porque si al Sevilla le quema una derrota jamás le dolerá el balón. Tampoco el ánimo del juego directo, que es algo así como las primicias: no importa tanto que se tarde en darla, sino que cuando se dé, se dé en condiciones. Sale enchufado, como presentándose de nuevo al barrio un En-Nesyri que goza de la más clara en el arranque ante un Badía ciertamente avispado. El pase fue de Rakitic, que ya no es ese Rakitic, sino aquel Rakitic que gobierna a su antojo los quehaceres de en medio justo en un momento en el que los focos no apuntaban a él. Esto es lo que siempre tendrán los líderes: que aparecen también cuando no los esperas.
Ayuda, y es conveniente apuntarlo, que el Elche sea uno de los rivales con menos confianza de la categoría. Pero a veces estos rivales son los que más peligrosas han puesto las cosas a los sevillistas, incómodos por el empate inicial porque las tentativas surgían a pares mientras Sampaoli se desgañitaba en el palco, retorciéndose cual cantaor. Se nota que sus lecciones de intensidad, seguridad y credibilidad en facetas como la circulación y la capacidad de sorpresa cunden en las entrañas de quienes tenían que agitarse solos . Saquemos siempre de la lista a Bono, que salva un cabezazo limpio de Boyé tras superar a Badé, que sigue saliendo en una foto en la que no merece estar. Ni de lejos. También borraremos a En-Nesyri, que toma ventaja para recibir el pase teledirigido de Acuña. Otro que sigue demostrando su implicación mordiendo cada balón y sirviéndolo como si fuesen los últimos que centra. De ahí nace el primer gol liguero del marroquí, En-Nesyri, en un tanto con algunas nostalgias qataríes, porque volvió a elevarse el internacional en uno de los saltos más superiores que se pueden disfrutar en LaLiga para rematar con fuerza y dejar en nada las manos del portero ilictano.
Imponente Sevilla
Tuvo el 2-0 en su cabeza, más que en sus botas, Fernando, que se animó a probar la miel en forma de zurda con la que paladea este Sevilla, que es la pierna izquierda de Acuña. No todas iban a ser buenas noticias en el Sánchez-Pizjuán, porque Navas se llevaba la mano al muslo para lamento de los sevillistas, que corearon el apellido del campeón mundial, dejando sitio a Montiel, otro que tal. Y aunque fue más por la patada al ser el último hombre que por su paupérrimo control, expulsaban a Bigas tras derribar a Suso , que descosió la defensa rival lo suficiente como para dejar al contrario con uno menos. Llegaría sin demora el disparo inapelable de Acuña, que abonado a toda descortesía recortaba la telaraña ilicitana con un zurdazo incontestable. Acto seguido En-Nesyri volvía a oler el gol para firmar el tercero animado precisamente por el simpar Suso, dejando el triunfo visto para sentencia con todo el segundo acto por jugar.
Lejos de confinarse en su campo, el Sevilla salió a por más, con disparos de Rakitic y nuevamente Suso, que volvía a perfilarse por ese balcón del área que tanto le ha echado de menos. Entrarían luego Joan Jordán, Rafa Mir y Papu Gómez, éste último con música de viento. Porque los juicios orales son siempre soberanos en el Ramón Sánchez-Pizjuán, que disfrutó al final de un remate a la madera de Papu que pudo significar el cuarto. Y otro de Jordán. Descanso para quienes se lo ganaron, porque hay que preparar otra cita vital ante el Barcelona, esta vez con el tiempo decente que merecen estos menesteres. Los de Sampaoli jugarían a su antojo al final con la ventaja numérica y goleadora, con los espacios, y sobre todo con el alivio que da saber que la actitud y el compromiso ya no se negocian en Nervión. Lo único que se exige a estas alturas, por toda esa gente que se dejó la piel en Pamplona y este sábado lo hizo en casa, e irán, no les quepa duda, al Camp Nou, es que todo eso se mantenga cuando se cierre el mercado.
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