City-Sevilla FC: el golpe más duro (2-1)

Comenzó el equipo nervionense queriendo dar pronto una imagen totalmente distinta al del partido en Turín. Más aguerrido y sin complejos, se quitó el traje del miedo de las tierras transalpinas y se terminó posicionando como un grandísimo rival para el todopoderoso Manchester City. El Sevilla FC volvió a ser el Sevilla FC en la mayor parte del partido y lo hizo con la actitud y agallas adecuadas para sentirse, de nuevo, orgulloso de su camino en Europa. Mejoró con el balón y sin él. Vigiló en la defensa y construyó en el ataque. Conclusión: un lujo volver a ver a los de rojo paseando el nombre del Sevilla FC por el viejo continente.

Así, como era de esperar, pronto llegarían las primera ocasiones. En apenas unos minutos, del 16 al 20, el Sevilla dispondría hasta de tres ocasiones clarísimas para haberse puesto por delante en el marcador. Konoplyanka, en el lanzamiento de una falta que se fue al palo; Krychowiak, tras un disparo duro que paró con dificultades Harts, y Banega, con una movilidad especial cada vez que se acercaba al área del City, avisaron de que este Sevilla FC no era el del Eibar de hace cuatro días. Ni el del Celta, ni Las Palmas, ni Levante, ni Juventus…

El equipo sevillista, con el buen juego por bandera, se creyó su mejoría y dio un paso más al frente liderados por Banega y un explosivo Konoplyanka. Precisamente, y con la colaboración de Vitolo, el ucraniano sería el autor del gol que puso contra todo pronóstico por delante al Sevilla FC en tierras inglesas. En el minuto 29, los más de mil aficionados que asistieron al Etihad explotaron de júbilo tras finalizar Konoplyanka una magnífica jugada. Manchester pareció silenciarse mientras los sevillistas volvían a mostrar su orgullo. Uno (Banega), dos (Vitolo) y tres (Konoplyanka) y…. ¡gol!

El City, cabizbajo y profundamente desconcertado, abogó entonces por jugar, sorprendentemente, al contragolpe. La depresión del momento le hizo esconderse y tratar de aprovechar sus rápidas bandas mientras que el Sevilla FC, mejor posicionado, siguió buscando la verticalidad. Era el mundo al revés. Pero le salió bien la jugada al equipo de Pellegrini… Cuando peor lo estaba pasando el City, su delantero, Bony, aprovechó un balón suelto en el área pequeña para disparar y marcar el gol del empate. Rami, “encima” del marfileño, tocó el balón y lo desvió con tan mala suerte que se metió dentro de las mallas de un Sergio Rico impotente.

Sin embargo, el tanto, lejos de quitarle oxígeno y fuerza le dio al Sevilla aún más mordiente. El conjunto de Nervión, jaleado por su afición, más ruidosa y animosa que la del City, no sucumbió al arreón del rival y siguió erre que erre dibujando un fútbol perfecto y de máxima exquisitez. Las oportunidades seguían llegando, la más clara, por mediación de Gameiro, que erró cuando se encontraba prácticamente sólo delante del portero. El duelo no terminaba de cerrarse y Emery optó por darle más mordiente en la presión metiendo a Krohn-Dehli por Banega. Apenas unos minutos después haría lo propio con Nzonzi por Konplyanka, justo el momento en el que el partido entraría en la recta final del partido. El Sevilla buscaba el segundo y el City parecía dar por bueno el empate… hasta que apareció De Bruyne en el minuto 91 para golpear con la mayor de las durezas los corazones sevillistas.