Barcelona-Sevilla El Tercer Tiempo
Los santos inocentes
El Sevilla en el Camp Nou es un labriego azorado a las puertas del cortijo del señorito. Nos puede el complejo de clase
Barcelona - Sevilla, las notas de los jugadores: el abismo que hay entre el Sevilla y el Barcelona
Barcelona - Sevilla: resumen, resultado y goles
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Iniciar sesiónTienen las excursiones del Sevilla al Camp Nou esa cosa del labriego que se acerca a la hacienda del señorito para cobrar el sobre del jornal. Lo primero que hace es quitarse el sombrero, y el azoramiento lo desbarata cuando comprueba, ya a las puertas ... del cortijo, que lleva las suelas de los zapatos comidas de mierda.
Si existe algo parecido a la lucha de clases en el fútbol, el Barcelona representa el escalafón más alto. Está incluso por encima de la alta burguesía: es la aristocracia pura, la de toda la vida. Si hay algo que llama la atención de un aristócrata, cuando se le conoce, es la naturalidad con la que asume su superioridad social. La sobreentiende, es algo que está fuera de toda discusión. El Barcelona, igual que el Madrid, representa la aristocracia del fútbol; es sencillamente inconcebible que el jornalero que llama a su puerta pretenda sacar de su visita algo más que la compensación económica por trabajar su tierra. Como mucho, alguna caricia sobre el lomo.
Todos los equipos, sin embargo, se emperran obtener algo allí. Los españoles de los 60 emigraban a Alemania como Paco Martínez Soria buscando la gloria, y había afortunados como López Vázquez que acababan triunfando con alguna pechugona teutona. En la liga, ir a Alemania, Pepe siempre ha sido intentar triunfar en el Bernabéu y el Camp Nou. Salvo en ocasiones muy contadas, el resultado siempre es el mismo: hambre, ridículo, Milana bonita, como gritaba el tonto Azarías en la célebre novela de Delibes.
Santos inocentes. Es lo que fueron los jugadores del Sevilla ayer, una vez más, en el campo del Barcelona. Un campo en el que, además, la afición sevillista no era bienvenida. Una humillación que José Castro y Del Nido Carrasco, ataviados con bufandas del club en el palco, se encargaron todavía más de subrayar aportando un punto caricato. Porque la verdadera respuesta valiente habría sido no ir.
En la lucha de clases de la Liga, no todos los equipos, claro, están al mismo nivel. Los últimos años del Sevilla, con todos los méritos alcanzados, lo convierten en un club de clase media alta. Pero los títulos en el mundo del fútbol, como tampoco en el mundo académico, no son un verdadero ascensor social. Por eso el Sevilla sigue acercándose al cortijo del rico con el complejo de llevar la camisa arrugada y los zapatos sucios.
La primera parte del Sevilla en el Camp Nou fue la de un equipo bien plantado, con una propuesta muy defensiva pero que transmitía solidez. Gracias al acierto, una vez más, de Bono y al buen hacer de jugadores como Badé -hay que comprarlo lo antes posible-, conseguimos llegar al descanso con la portería a cero, e incluso con buenos minutos en el tramo final del primer tiempo. En la segunda mitad, todo parecía inicialmente una réplica del primer tiempo, hasta el gol de Jordi Alba. A partir de entonces, el Barcelona empezó a mostrar su verdadero rostro. Y poco a poco, el Sevilla comenzó a desmadejarse, a perder intensidad y concentración. Solo era cuestión de minutos que llegaran los goles.
En la inolvidable novela Últimas tardes con Teresa, Marsé dibujó al Pijoaparte, la figura de un charnego inconformista que aspiraba a ascender socialmente en la Barcelona del desarrollismo. El Pijoaparte consigue seducir a Teresa, pero al final el amor choca contra la cruel realidad: nunca conseguirá salir de su estatus; nunca conseguirá desposar a Teresa.
El Sevilla es un club Pijoaparte. Nos enamora, es capaz de ligar con la niña rica, pero al final sabemos que el ascensor social se descacharrará antes de llegar a la planta noble. Allí donde se respira el dinero. Allí donde se ganan las ligas.
Dijo Sampaoli hace unos días, refiriéndose al mercado de invierno, que sus jugadores no eran latas de tomate. Yo diría que sí: las leyes del mercado futbolístico así lo confirman. Las latas de tomate del Barça están tan cotizadas como las Campbells de Andy Warhol. Las del Sevilla podrían ser de Martinete. Nos valdría si el pisto hubiera estado sabroso. Salió soso e insustancial. Pisto de pobres. Comida de santos inocentes.
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