Mendilibar ha construido un muro (0-1)

Y eso que el partido ante el Athletic, correspondiente a la 31ª jornada liguera, no fue bueno. Por ambas partes. Comenzó siendo un encuentro eléctrico, con un alto ritmo, pero que se fue diluyendo. Con el paso de los minutos, el choque perdía esa electricidad, entrando en una fase amplia del juego que más le podía interesar al equipo dirigido por Mendilibar. También con muchos minutos de juego directo, un partido eminentemente vasco, aunque sin acierto en ninguna de las dos áreas por parte de los atacantes. Tanto era así que pasada la media hora de la segunda parte la estadística decía que los porteros, Unai Simón y Dmitrovic, no habían tenido que protagonizar ninguna acción de mérito. Hasta que en el primer minuto de descuento, el portero local le dejó la pelota en corto a Yeray, el central se resbaló, Ocampos llegó para robar la pelota y, dentro del área, fue derribado por el zaguero local. Hernández Hernández no lo dudó y pitó el penalti, que el VAR corroboró. El argentino tomó la responsabilidad del lanzamiento y anotó el definitivo 0-1 con el que el máximo botín de los tres puntos viaja con la expedición sevillista de vuelta para la capital hispalense, en una semana tan especial como es la de la Feria de Abril, con triunfos nervionenses el domingo ante el Villarreal y el de la noche de este jueves contra el conjunto de Ernesto Valverde.

Es verdad que el Sevilla concedió algo en labores defensivas en los primeros minutos del envite. Porque recibió dos goles del Athletic, pero ninguno subió al marcador. Ambos estuvieron bien anulados por los asistentes del colegiado grancanario, sendas decisiones que el VAR no cambió al tirar las líneas y comprobar que tanto Nico Williams, primero, y Guruzeta, después, se encontraban más adelantados que los últimos defensores sevillistas. En la primera jugada, la posición del menor de los Williams era milimétrica. Todo ello ocurrió en diecisiete minutos, porque a partir de ahí, el ida y vuelta, el correcalles que era el partido, se difuminó hasta que la cadencia de jugadas de ataque, o intentos de ello, fue descendiendo hasta apagarse y entrar en un ritmo que le interesaba más al Sevilla que al equipo local. En el arranque, la electricidad de los hermanos Williams y la movilidad de Sancet y Guruzeta, pusieron en jaque a la defensa del Sevilla. Fueron momentos complicados para el equipo de Mendilibar, pero que fue superando acción tras acción. También, por las subidas potentes de De Marcos.

El alto ritmo comenzó de salida afectó tanto al Sevilla que en la primera jugada se vio cómo iban a ser los derroteros que tomaría el partido. En el primer minuto de juego, Gudelj tuvo que tirarse al césped para repeler un peligroso centro del capitán del equipo vizcaíno, después de recibir un gran pase a la espalda de Acuña en una clarividente acción de Iñaki Williams. Luego vinieron los dos goles anulados al Athletic, que desapareció a partir del minuto 20 del encuentro. No hubo acciones de peligro en ninguna de las dos áreas. En la segunda parte, el carrusel de cambios no varió el ritmo del juego, no pareció que Mendilibar y Valverde quisieran mejorar a sus equipos. También apareció un imperial Badé, que está empezando a recordar al Jules Koundé que se marchó al Barcelona. Hasta que llegó la acción del minuto 90. Penalti, no muy claro pero sí hay contacto de Yeray a Ocampos, y tanto del argentino. 41 puntos. Con buenos resultados, como se suele decir, la mejoría viene sola. Y el Sevilla debe aprovechar esta dinámica tan positiva.

El Sevilla y los sevillistas han pasado un mal año, sí. Ha habido muchos errores, desde la planificación hasta la elección de los entrenadores. Pero eso, ahora, ya es pasado. Porque parece que vuelve a haber equipo, hay un entrenador que coloca a unos jugadores a los que ha insuflado tranquilidad e ilusión por defender de la mejor manera posible el escudo del club. En LaLiga ya se mira más hacia Europa que al miedo del descenso que ha estado en las cabezas de muchísimos seguidores nervionenses, y también en los que manejan el club, aunque no lo reconocieran. Además, también puede ser una buena piedra de toque para ir pensando en la próxima temporada. Aunque levantar la séptima copa de la Europa League todo lo podría cambiar...