El Tercer Tiempo: Sevilla - Alavés
El remedio sin receta
Volvió Caparrós, el Clint Eastwood de Nervión, pero esta vez no fue del todo un buen estreno

El Señor de la Resurrección puso por la mañana el broche final a la Semana Santa en las calles de Sevilla, y a la misma hora del partido contra el Alavés volvían los toros a la Maestranza. Si hay un entrenador que en el Sevilla ... F.C. encarna la resurrección y la torería, ese es don Joaquín Caparrós. Volvió por cuarta vez al banquillo sevillista, en medio de una resurrección personal en la que el entrenador ha aprendido a convivir con una difícil enfermedad. Tiene un nombre feo y desagradable, demasiado para dejarlo escrito en estas líneas. Pero el sempiterno salvador del equipo de Nervión tiene otra enfermedad más profunda, que es su amor por el Sevilla. Los Rodríguez podrían haber pensado perfectamente en Caparrós cuando escribieron aquella célebre canción: «Estoy vencido porque el mundo me hizo así, no puedo cambiar / Soy el remedio sin receta y tu amor mi enfermedad».
Resulta obvio que no es el Caparrós de otros tiempos; la edad y la enfermedad han hecho estragos en su físico. Sin embargo, la enfermedad sevillista, cuando comienza el encuentro, obra el milagro del rejuvenecimiento instantáneo. Sus carreras nerviosas por el banquillo, sus constantes salidas del área técnica -con las correspondientes advertencias de los linieres-, sus gritos y aspavientos, son ya un icono, y para el aficionado sevillista, una bendición.
Caparrós es el Clint Eastwood del Sevilla. Se hace viejo, pero siempre vuelve para redimirnos. Antes de Sin Perdón, la película que le dio el respaldo crítico definitivo, nadie se lo había tomado del todo en serio al cineasta. A partir de ahí, todos comenzaron a apreciar la solidez de su propuesta. El cine de Eastwood nunca fue de inventar la pólvora. Pero ahí están sus historias, directas, con pegada, aunque, en los últimos años, con cierta irregularidad.
Caparrós es, como Eastwood, un tipo duro, con un concepto de fútbol duro, escueto, primario. En todas las ocasiones anteriores en que las circunstancias lo llevaron a pilotar el equipo, siempre debutó con victoria. En su estreno de ayer, solo pudo arrancar un empate. Propuso algunos cambios que funcionaron: sacar a Peque de titular y darle minutos a Suso fueron las mejores. Otras cosas, no tanto. Pero, a diferencia de Eastwood, que se ha ganado su derecho a decidir sobre las obras que dirige, Caparrós se ha ganado el respeto del Sevilla pero nunca podrá abandonar su condición de fontanero del Sánchez-Pizjuán. No puede proponer más allá de lo que tiene, y lo que que se ha encontrado ahora es malo para matarse. Y mira que el utrerano ha dirigido a Sevillas nefastos. Pero lo que ayer se vio contra el Alavés fue, sin más, un quiero y no puedo, en el que las elecciones y propuestas tácticas chocaban contra el muro de la falta de calidad.
Hubo algún detalle milagroso, eso sí, acorde con el día: el Sevilla volvió a hacer gol en una jugada aérea. El milagro valió por dos, porque marcó de cabeza uno de los jugadores más pequeños de toda la Liga. En contrapartida, el Sevilla falló dos ocasiones clarísimas en las botas de dos jugadores, Lukebakio y Suso, que en esas circunstancias no suelen fallar nunca. Ahí tuvieron el partido los de Caparrós, que podría haber regresado otra vez al banquillo nervionense por la puerta grande, como Clint Eastwood cuando firma una buena película.
Como se había previsto, en el minuto 20 volaron billetes de 500 y 100 euros con los caretos de Del Nido Junior y Castro. Cuando los AC/DC tocaban en directo Moneytalks, uno de sus temas más conocidos del Razors Edge, hacían volar billetes con la cara de su líder, Angus Young. La primera estrofa (traducida) del tema dice algo así: «Trajes a medida, automóviles con chófer / grandes puros y hoteles finos donde chicas calientes bailan toda la noche». Hasta la temporada pasada, en el Sánchez-Pizjuán sonaba siempre el Highway to hell de los australianos cuando los jugadores saltaban al terreno de juego. No estaría nada mal que a partir de ahora sonara el Moneytalks cada vez que la directiva ocupe el palco presidencial.
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