Real Sociedad - Sevilla: A gloria y, por qué no, a Europa
El Tercer Tiempo
El Sevilla no desaprovechó la oportunidad, y García Pimienta arriesgó con los cambios pero salió bien parado
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El árbitro del encuentro de anoche era García Verdura. Que es como García Pimienta pero en vegano. El invierno es generoso en verduras saludables: boniato, puerro, nabo, colinabo… Al Sevilla, que desde la goleada al Valladolid viene sufriendo el estreñimiento de varios empates sucesivos, le ... convenía alguna verdura más, digamos, expansiva. Las espinacas son también propias de este tiempo, y además, como sabía bien Popeye, una fuente inestimable de energía. El equipo sevillano necesitaba volver de Anoeta con un chute de energía, que mantuviera en pie las expectativas europeas, sobre las que el club ya habla sin complejos. No iba a tener, desde luego, una oportunidad más propicia: la Real Sociedad venía de jugar hacía solo tres días, y decidió reservar en el banquillo a sus jugadores más peligrosos.
Pero durante la primera mitad, la sensación fue que el Sevilla no supo aprovechar la oportunidad. De hecho, las ocasiones más claras fueron para el equipo txuri-urdin, y casi todas ellas por errores individuales en las marcas defensivas del Sevilla en jugadas a balón parado de los vascos. Uno de los más clamorosos fue de Sow, allá por el minuto 31.
En los momentos previos al partido, por cierto, tuve que fijar bien la vista en la televisión porque creí que habíamos fichado a Rafinha. Sow se ha puesto las mismas trenzas, y por un momento fantaseé con la idea de que con el peinado pudiera pegársele algo más. No le queda mal del todo, pero lo que es contagio de su juego, más bien poco. Quien se ha dejado de florituras en el pelo es Ejuke. Regresó tras la lesión sin la extraña rasta que remataba su cabeza, como si quisiera ponerse serio.
Ejuke tiene toda la cara de Carlinhos Brown, el famoso rey brasileño de los timbales. Jugando tiene también ese rollo tropical y alegre de jugador brasileiro. Pero ayer, después de mucho tiempo, salió de titular y se le veía concentrado. Parece, en cierto modo, haberse desprendido de ese aire un tanto alocado que hacía que muchos no lo tomaran demasiado en serio. Más contenido, además, con los regates que de costumbre, en los primeros minutos del segundo tiempo se sacó de la manga un señor gol de jugador grande. Para conseguirlo, antes Isaac tuvo que quedarse casi en pelotas, porque un jugador rival le bajó ligeramente las calzonas antes de que consiguiera pasar el balón. Pero el despelote, la alegría, fue el gol.
Carlinhos Brown siempre tuvo cierto aire caricato, a pesar de que formaba parte de la mismísima banda de Caetano Veloso. Pero todo cambió cuando se unió a Marisa Monte y Arnaldo Antunes para fundar Tribalistas, el trío musical que revolucionó la samba brasileña a comienzos de los 2000. Después de lo visto anoche, sería bonito que Ejuke fuera la tercera pata de un trío ofensivo solvente para este Sevilla, junto al eficacísimo Lukebakio y al titubeante Isaac. Anoche este último no solo se quedó en gayumbos para conseguir el gol de la victoria sevillista, sino que tuvo muy cerca, a unos pocos centímetros, el segundo gol que hubiera sentenciado el partido.
La táctica bélica recomienda aprovechar los momentos anteriores a un rearme para atacar al enemigo. El que hubiera sido el gol de la calma, que se encontró con la punta de los dedos de la manopla de Marrero, se produjo tan solo un minuto después de que la Real se rearmara, sacando al campo a la artillería pesada. García Pimienta optó entonces por una decisión táctica inquietante: sustituir a Ejuke y a Isaac y proponer juego de trinchera. Quedaban todavía veinte minutos de juego más el descuento, quizá demasiado tiempo para resistir la posible lluvia de obuses.
Salió bien. Porque el Sevilla supo templar los nervios y controlar el balón, ofreciendo una imagen bastante solvente. Los tres puntos saben a gloria, y también, aunque solo sea un poquito, a Europa.
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