El Tercer Tiempo: Valencia - Sevilla
Punto y seguido
Anoche, el Sevilla optó por el aburrimiento. Todo el brillo y la ciencia fue defensiva
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Iniciar sesiónEsta madrugada se celebró el concurso de mates y triples de la NBA, e inevitablemente el recuerdo se me fue a mi yo de los 12 años, y aquella célebre final entre Dominique Wilkins y Michael Jordan del año 88. El segundo mate de Jordan ... en aquella final ha quedado para la posteridad como el símbolo del baloncesto alado, lo más cerca de volar que ha estado nunca un jugador de basket. Juan Antonio Corbalán, que ha escrito a dos manos con el sevillano Francisco Gallardo un libro personalísimo sobre historia del baloncesto, recordaba el otro día en la presentación del libro en Sevilla el talento de Jordan para parecer que jugaba más cerca del cielo que del suelo. Sin embargo, como recoge en su libro, en el baloncesto se vive mucho tiempo en el aire y eso es peligroso. Antes de saltar, concluye Corbalán, cualquier jugador debe saber para qué.
Muchas veces, pues, es más recomendable jugar a ras del suelo y pisar bien firme el parqué, evitando la tentación de las florituras que pueden no conducir a ningún sitio. El showtime que inventaron los Lakers de Magic es vistoso, pero Magic solo hubo y habrá uno. Y la historia gloriosa del baloncesto español comenzó con la filosofía del «baloncesto control» de Díaz-Miguel. Aumentar las posesiones y disminuir las del contrario fue la fórmula que nuestro seleccionador nacional aplicó con gran fortuna en los primeros años de éxitos de la España de los ochenta, de la que vino después todo lo demás.
Ser seguidor de la NBA y hacerse mayor implica darse cuenta de que, con los años, el concurso verdaderamente interesante es el de los triples y no el de los mates. Porque es imposible que podamos resucitar al Michael Jordan del 88, y los concursos de triples resultan mucho más vibrantes. En ellos hay un derroche de precisión, de cálculo, de frialdad. En definitiva, de matemática.
Ser aficionado al fútbol y hacerse mayor implica también que uno aprenda a valorar partidos como el que anoche el Sevilla disputó en Mestalla. Partidos sin ninguna floritura, con aparente escaso brillo, pero bien planteados, con control y ciencia. Anoche, Quique Sánchez Flores se convirtió en Díaz-Miguel frente al Valencia, y propuso un juego de posesión que acabó secando las expansiones de un rival que saltó al terreno de juego con mucho más nervio y rapidez que el Sevilla. El primer tiempo fue mucho más divertido que el segundo, con un continuo toma y daca de ida y vuelta, pero la mano del entrenador se vio con mucha más claridad y personalidad en el segundo tiempo. Fue un segundo tiempo aburrido, espeso, incluso feo, pero al mismo tiempo el Sevilla se empleó a fondo con las matemáticas de la precisión, el control y la posesión. También, claro, acompañó la fortuna, aliada con el talento. El mejor del Sevilla, con ese planteamiento, fue nuestro portero, Nyland, que evitó las ocasiones más claras de gol, todas del Valencia. Pero otros jugadores como Badé o Kike Salas jugaron a gran altura. Todo lo mejor del equipo de Nervión se vio en actitudes defensivas, incluso de los delanteros y de los jugadores más en vanguardia.
Al terminar el partido, los valencianistas no parecían demasiado satisfechos. Sin embargo, para el Sevilla, el punto sabe muy bien. Hay días en que ir al trabajo resulta bastante aburrido, pero es el fregado que toca. Y ayer la propuesta del Sevilla era la que se vio en el campo. Pudo gustar más o menos, pero había un planteamiento, un dibujo, un concepto de juego.
Particularmente, nos quedamos con ganas de ver más minutos del debutante Alejo Véliz, que creó peligro con el primer balón que peinó con la cabeza (aunque el linier levantó el banderín). También nos supo a muy poco lo jugado por Mejbri, a quien en apenas dos ataques se le vieron algunos detalles. Pero ellos no estaban en el esquema inicial propuesto por Quique Sánchez Flores. Anoche, tocaba control y posesión. El punto logrado es un punto y seguido para continuar con la recuperación. Sigamos avanzando.
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