Sevilla FC
Patética medianía
Nunca las segundas partes fueron buenas. Pero García Pimienta ha conseguido que todas las segundas partes sean desastrosas
Valencia - Sevilla: El Valencia y Sánchez Martínez dejan a Pimienta pendiendo de un hilo (1-0)

Este Sevilla es Norma Desmond bajando las escaleras de su mansión en Sunset Boulevard. Una vieja gloria que solo despierta lástima, porque ha sido incapaz de adaptarse al nuevo tiempo y ahora arrastra su figura por los platós deportivos de LaLiga con patetismo. El ocaso ... de los dioses, así se llamó en España a la célebre película de la caída en desgracia de una vieja diva del cine mudo por la llegada del sonoro. Un título acorde con la situación de este Sevilla lamentable, que arrastra el escudo ante rivales que se están jugando la permanencia. Aunque la realidad del club, y su situación societaria y deportiva se acercan más a cualquier ficción de los Hermanos Marx. La casa de los locos, por ejemplo.
Anoche, el Sevilla competía contra un equipo que parecía un espejo. En los minutos previos del partido, el graderío se coloreó de cartulinas amarillas pidiendo la dimisión de Kiat Lim, el presidente. Lim go home se parecía demasiado al Junior vete ya de las cartulinas amarillas que pudieron verse en el Sánchez Pizjuán hace unos días. Como el Sevilla, el Valencia vive una situación de gran inestabilidad institucional, y viene flirteando desde comienzos de temporada con la posibilidad del descenso.
Sopa de ganso, la obra maestra de los Hermanos Marx, contiene varias escenas inolvidables, pero una de las más fantásticas es la del espejo: en ella, Groucho se refleja en un falso espejo que en realidad es Harpo vestido de Groucho y repitiendo todos sus movimientos. Después de matarnos de risa, Groucho acaba descubriendo que lo que ve no es precisamente su reflejo. Ayer pasó un poco lo mismo con el Valencia. Empezó pareciendo un espejo pero, a partir de la segunda parte, con el marcador favorable, se desmarcó de su reflejo y se hizo grande. Enorme, tanto que no parecía el Valencia sino el Barcelona.
Hay cosas que no son iguales en ambos equipos. De hecho, con su victoria de anoche, el Valencia intercambia su puesto en la clasificación liguera con el Sevilla, y consolida su tendencia de mejora, con tres partidos ganados de forma consecutiva. El Sevilla, en cambio, encaja su cuarta derrota seguida. Aparte de un viento muy distinto, la gran diferencia del Valencia con respecto al Sevilla está en la dirección del banquillo, con un Carlos Corberán que llegó a finales de año y ha conseguido darle la vuelta a la tortilla.
Nunca las segundas partes fueron buenas. Pero García Pimienta ha conseguido que todas las segundas partes sean desastrosas. Para que nadie pudiera reprochárselo, en el minuto 65, el entrenador catalán realizó tres cambios, aunque nadie entendió muy bien a qué venía sustituir a Sambi, uno de los jugadores más enchufados del encuentro, por Saúl. Pero la realidad es que nada cambió: el Valencia siguió mordiendo mucho más, demostrando más nervio y más ansia en el ataque. De hecho, fue Nyland, con diferencia, el mejor jugador del Sevilla, cosa que por cierto no ocurre por primera vez.
Este Sevilla es una medianía absoluta. El único brillo real está en la portería y en Lukebakio, que ayer no tuvo un buen partido pero al que se le nota cansado, desesperado e impotente. Por más que se saque de la chistera buenos pases, por más que vea como nadie las oportunidades de gol, asistir a Isaac Romero o a Peque es casi siempre una maniobra inútil, porque se sabe de antemano que no acabará en nada. La única opción ofensiva realmente razonable es que el belga se dedique, sin más, a chupar balón.
En los minutos de descuento, García Pimienta miraba una y otra vez la hora en su reloj. Tenía el gesto roto, descompuesto, y en realidad no parecía estar comprobando los minutos que le quedaban al partido. Más bien, daba la sensación de estar calibrando los que le restan para abandonar el club.
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