Del Nido Carrasco frena su propio salto al vacío: el nuevo proyecto funciona
La decisión de contratar a Antonio Cordón y fiarse de su criterio con Almeyda, vitales para vivir tranquilos
El presidente tuvo que prescindir de dos personas de su máxima cercanía y confianza: Ignacio Navarro y Víctor Orta
Sevilla - Osasuna, en directo
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Iniciar sesiónSiempre se ha dicho en el mundo del fútbol, las personas que lo viven desde dentro, que en este deporte todo, absolutamente todo, puede cambiar de la noche a la mañana. Por un simple partido o una inercia, tanto positiva como negativa, los que ayer ... eran malos ahora son buenos y viceversa. Desde el terreno de juego, pasando por el banquillo e incluso a los palcos presidenciales, donde los gestores, habitualmente, son los últimos en recibir las temidas críticas por parte de su grada. En el Sevilla FC pasa justamente lo contrario. La crítica nervionense se dirige unánimemente al palco de autoridades, deseando un cambio de rumbo en cuanto a las familias que tradicionalmente han mandado en la entidad desde su conversión a Sociedad Anónima, con la cabeza visible de José María del Nido Carrasco, quien lleva de presidente desde los últimos días de diciembre de 2023, aunque con mando en plaza desde la vicepresidencia desde bastante tiempo antes.
El actual presidente estuvo al frente de las decisiones deportivas del Sevilla en los últimos años. Desde aquellas poco populares como la salida de Monchi, a otras más obligadas como la venta, salida o rescisión de futbolistas importantes por la necesidad imperiosa de bajar la masa salarial de la primera plantilla, que ha generado en déficit que está ahogando las cuentas del club y que sigue sin normalizarse, por mucho que los créditos solicitados permitan seguir respirando financieramente. Esos problemas no son los que el aficionado siente como propios, aunque igualmente le preocupen. Son los partidos ganados o perdidos los que hacen que su estado de felicidad o enfado estén más a flor de piel.
«Sé que tendrán muchas dudas (dijo al llegar). Amo al fútbol, estudio fútbol. Entiendo u acepto esta incógnita y los hechos hablarán mal o bien. Se va a construir una casa nueva. Arrancaremos por los cimientos, y trataremos de llegar con la casa armada al final del curso»
Matías Almeyda
Entrenador del Sevilla
Del Nido Carrasco tuvo que tomar una determinación el pasado verano. O tomaba decisiones que no le gustaban en materia deportiva y le daba un giro al derrumbamiento que estaba sufriendo el Sevilla en Liga, con riesgo real de descenso, o pasaría a la historia como el gestor que dejó despeñarse a un equipo que había vivido durante dos décadas los años más relucientes en sus más de 135 años de historia. Algo necesitaba hacer. El problema es que se había rodeado de gente en la que confiaba y pensaba que debían seguirle ayudando en su intento de reconstrucción del club desde un proyecto sin grandes alardes, asumiendo la realidad económica que le había tocado en suerte, absolutamente negativa por las decisiones que el consejo de administración del que había sido partícipe y voz principal había adoptado.
Por tanto, dentro de esas decisiones que debía tomar aunque no fuesen de su agrado estaba principalmente un completo y diametral giro en el proyecto deportivo. Y era más difícil de lo que parecía. Porque para ello no sólo le valía el cambio en el banquillo, situación activada desde la destitución temprana de García Pimienta, sino también en el mando desde la dirección deportiva. Aquí el presidente quería seguir respaldando a Víctor Orta, al que consideraba una persona de su máxima confianza, que estaba resolviendo bien y rápido la espinosa situación salarial de la plantilla y quien encima había realizado fichajes interesantes. En la plantilla quedan hombres que ahora lucen, como Vargas o Agoumé, firmados durante la etapa del madrileño.
El gran error de Orta siempre ha sido siempre la elección del entrenador. De hecho, cuando Del Nido decide que debe cambiar la cabeza visible en los fichajes y apostar por Antonio Cordón, la negociación con Imanol Alguacil estaba más que avanzada. Quedaban las últimas reuniones para cerrar su fichaje, al que avalaban numerosos informes realizados por la dirección deportiva saliente. Era un momento crucial en el verano sevillista. Decidir el camino futuro. Con la decisión de contratar a Cordón todo cambió de perspectiva. Era momento de sentar las bases de un nuevo Sevilla, con tres años de contrato para el extremeño. Poner las bases mínimas para dejar de sufrir y obtener un crecimiento paulatino desde las decisiones que se tomasen.
De Cordón a Almeyda
Porque Antonio Cordón en ningún momento impuso su criterio a la hora de decidir el entrenador, simplemente dio su opinión acerca de lo que pensaba que más podía ayudar al Sevilla. De firmarse a Imanol, siempre tendría la excusa de que era un entrenador que ya había pasado los filtros del Sevilla sin su presencia. Que la responsabilidad, en caso de despido, no era totalmente suya. Por eso medró desde su llegada en que no se cerrase la operación, de forma astuta para que no entendiera como la primera confrontación con el consejo de administración, mientras por otro lado le hablaba a José María del Nido Carrasco de las bondades de Matías Almeyda.
Le dejó claro que los equipos entrenados por el entrenador argentino «no dejan de correr los 90 minutos del encuentro», tanto por una adecuada preparación física, como por la empatía que siente el grupo hacia su jefe, apostando por la fuerza del grupo basada en un líder carismático y que, encima, ha acumulado éxitos en su carrera. La experiencia acumulada con entrenadores sudamericanos recientemente desaconsejaban esta posibilidad, aunque tras un par de conversaciones con Almeyda, el presidente se convenció de que podía sumar desde la filosofía que quería inculcar al vestuario, siendo incluso la cara visible del nuevo Sevilla. Sin embargo, igual que los resultados ahora dar la razón a las apuestas del Sevilla y sus dirigentes, esos mismos resultados pudieron no ser tan favorables o aún tienen tiempo de torcerse, al estar todavía muy al inicio la competición liguera. De todos modos, algo que ha recuperado Almeyda es la fe del sevillismo en algo o en alguien. Una persona a la que agarrarse, mientras que sigue sin fiarse un pelo de las personas que siguen al mando y seguirán mientras no se venda el club.
«Siempre hablo muy sincero y me gusta transmitir lo que siento. Tenía la espinita clavada. A lo largo de mi carrera estuve en conversaciones dos veces y no podía dejar escapar la tercera»
Antonio Cordón
Director deportivo del Sevilla
Del Nido Carrasco convenció a Antonio Cordón cuando literalmente nadie quería aterrizar en Nervión por miedo a quedar achicharrado. También apartó de su lado a Ignacio Navarro, el conocido como el psicólogo y persona de la máxima confianza del presidente al entender que su sola presencia hacía mal al entorno y que, igualmente, había cumplido un ciclo. Despidió a Víctor Orta haciendo de tripas corazón para cesar a una persona que también tomó las riendas de la dirección deportiva cuando otros se negaron a hacerlo por miedo a no poder soportar la presión de lo que suponer estar expuesto en Nervión. Este cambio de postura no lo exime de los errores cometidos y de que la opinión generalizada del sevillismo sea desear su marcha, mediante una venta de los principales paquetes accionariales, o mediante una renuncia personal. Del Nido Carrasco resiste, más aún tras su último salto al vacío y caer sobre la red de protección que sostienen Cordón y Almeyda, un acierto de última hora para su propia supervivencia.
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