El momento de Pimienta: de las dudas del Sevilla con su figura, a un calendario muy exigente
El entrenador se sabe observado por parte de los dirigentes y la afición, justo en un mes clave del curso hacia donde dirigir el destino final del equipo
Pimienta mima a Pedrosa por temor a que se rompa

Competir una sola vez por semana lleva a los clubes y a sus dirigentes a darle muchas vueltas a la cabeza a los asunto de peso en la entidad. E incluso, a aquellos que no tienen tanta trascendencia, pero que se convierten en verdaderos quebraderos ... de cabeza si se eleva su categoría a la de relevante. En el Sevilla están poco acostumbrados a la situación de jugar de domingo a domingo, aunque a todo se hace el cuerpo del dirigente. Da tiempo a que cada partido sea analizado en profundidad, sin ese otro compromiso a la vuelta de la esquina que haga olvidar el habitual sabor extraño de boca que deja el equipo de Nervión en la actualidad. Antiguamente, se tapaban las derrotas por el calendario. Ahora, es el calendario el que condiciona incluso las decisiones. Por el Sánchez-Pizjuán se mira el próximo mes, entre la responsabilidad de finiquitar la permanencia, con ese pequeño temor de desidia temprana de la plantilla. Todo revestido bajo la figura de García Pimienta, quien lejos de recuperar el crédito de sus primeros meses, parece haber entrado en un túnel con difícil salida.
El consejo de administración, presidido por José María del Nido Carrasco, además de la dirección deportiva, quien eligiese al técnico catalán el pasado verano, siguen confiando en que es la decisión acertada para este Sevilla de 2025. Quieren demostrar su respaldo con imágenes como la del pasado martes por la tarde, cuando el presidente y Víctor Orta se asomaron al entrenamiento para saludar a la entrada al mismo a los jugadores y al propio entrenador, con abrazo presidencial incluido. Las heridas de aquella discusión por un mercado de fichajes que no comprendió el entrenador han sido cerradas. Por el momento al menos parece eso, ya que aquel ataque, por correcto que pudiese parecer para el entendimiento de Pimienta en el sentido de que dijo lo que pensaba sobre un tema en el que había insistido con anterioridad (necesidad de incorporar a un lateral izquierdo), no sentó nada bien en la planta noble. Se recibió como una forma de excusarse ante posibles malos resultados. Y lo cierto es que las últimas actuaciones del Sevilla no están ayudando a que la percepción haya mejorado. En comparación con la primera vuelta, cuando aún se pensaba que el preparador nervionense necesitaba cierto tiempo para cogerle el pulso al vestuario, se ve en estas jornadas cómo pasa el tiempo sin que apenas nada mejore, ya que el equipo se muestra absolutamente dependiente de una genialidad de alguna de sus figuras como Lukebakio.
Todas las emociones que transmita esta temporada se pondrán en una balanza en el mes de junio, cuando se acabe la temporada, para analizar y ver cómo se avanza con un proyecto en el que habrá que vender lo mejor del equipo, mientras se piensa si Pimienta es el hombre ideal para llevar al Sevilla al siguiente escalón deportivo. Difícil con una plantilla, sobre el papel, con menos recursos. Al entrenador se le examina cada semana, aunque llega un mes tan clave que incluso él se sabe observado. Duelos ante rivales con mayor potencial sobre el papel, como son la Real Sociedad, el Athletic, el Betis y el Atlético de Madrid. De cómo salga de esta situación dependerá un final de curso donde el Sevilla puede estar metido en la pelea de abajo, o si va rascando algo estas semanas, con la tranquilidad suficiente de no sufrir. Y aquí llegaría el segundo problema para el entrenador del Sevilla: evitar una desconexión excesiva de sus jugadores.
Ya le ocurrió a Quique el pasado año en el tramo final de curso, cuando el Sevilla sumó su salvación matemática contra el Granada. Se hizo el mes muy largo sin objetivos al alcance de la mano, lo que terminó provocando una sensación en el sevillismo de desafección. El club cortó por lo sano con aquella vinculación con el entrenador madrileño, en parte, por generar un nuevo escenario de ilusión. O por lo menos, un cambio en el proyecto para caminar por escenarios más tranquilos.
García Pimienta había demostrado ser un entrenador de club hasta hace bien poco. En su mochila lleva la piedra de su ataque por el mercado a un club débil por naturaleza y que no se toma nadie bien las afrentas personales. En el Sevilla tratan de tapar y acallar las críticas con bruscos volantazos. Fichajes en momentos de ruina económica; salidas frustradas por apretar más de la cuenta a un posible comprador; movimiento en el banquillo cuando el proyecto, más que roto, desprende ciertas dudas. Y el Sevilla de Pimienta no ha terminado de romper en toda la temporada. Es la carta debajo de la manga del presidente por si el curso se hace excesivamente largo, tanto por malos resultados como por la sensación de colocarse las chanclas antes de tiempo. Está en manos de Pimienta solucionarlo. Le ha tocado convivir con este Sevilla de 2025.
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