De coco y huevo

Tiene el entrenador del Granada, José Ramón Sandoval, ahora que ha cogido tanto peso, una presencia de mafioso italoamericano absolutamente imponente. Y desde que se puso a los mandos del equipo, tras la destitución de Alexander Medina en marzo, ha conseguido achicar mucha agua en un pecio que todavía continúa bastante hundido. Como estamos tan acostumbrados en esta temporada a sufrir contra los equipos que están en el alambre, anoche muchos temíamos que el equipo granadino pudiera conseguir por fin ganar por primera vez a domicilio en esta temporada. Ahora todo son pistolas, pero en las películas antiguas de mafiosos, era mucho más común que la mafia recurriera al lanzamiento de granadas de mano. Anoche Sandoval pretendía arrojar su Granada en el césped de Nervión, pero el balón echó a rodar y en el minuto 11, en lugar de granada, hubo un huevo: el del Huevo Acuña, un huevo duro con forma de pelota que el cabezazo picado del argentino transformó en gol. A pase, desde la otra banda, de Navas. De lateral a lateral, una jugada que evidenciaba la buena salud que gastamos en las bandas.

De Coco y Huevo iba a ser la noche. Y eso que desde el gol de Acuña, los de Sandoval se vinieron arriba. Si el entrenador del Granada es un calco de Tony Soprano, Kamil Jóźwiak parece un auténtico matón polaco, de esos que se cobran las deudas arrojando cadáveres al río. Jóźwiak tuvo varias ocasiones de gol que nos hacían barruntar que el Granada iba a devolvérnosla. Es lo que tiene empezar matando tan pronto. Aunque los chicos de Sandoval dejaron pasar demasiadas oportunidades. Ninguna tan clara como la del minuto 46, que evitó que nos fuéramos al descanso con empate.

Tras el descanso, a la noche de coco y huevo se sumaron Ocampos y En-Nesyri, que volvió a marcar gol, y esta vez no de cabeza, sino con los pies, en una jugada de billar. Con el dos a cero, la vendetta italiana de los del capo Sandoval se puso muy cuesta arriba. Y todavía quedaba por venir el mayor estropicio. En el 73, salieron al campo Nianzou y Lucky Lukebakio. El pistolero, bang bang, salió con hambre, pero lo que no imaginábamos es que acabaría vistiéndose de luces y firmando un gol que fue puro toreo de salón. Menuda filigrana de gol, que los jugadores celebraron con la teatralidad que semejante genialidad exigía, en comunión con una grada absolutamente encendida.

El Sevilla de anoche fue un muy buen Sevilla. Hasta el díscolo Hannibal Mejbri, que salió en los minutos de propina, tuvo detalles festivos, que definitivamente nos hacen pensar que el buen humor ha regresado al equipo. Esto está, parece, salvado. Ahora toca jugar y divertirse. Y comenzar a pensar, claro, en la próxima temporada.