Cádiz - Sevilla: El Sevilla de Alonso no despega y se condena solo (2-2)

Sólo dos victorias del Sevilla en catorce partidos esta temporada. Y se consiguieron con el anterior entrenador que ya no valía, Mendilibar. A la tercera tentativa de Alonso tampoco vino la vencida y el panorama no termina de mejorar con el charrúa. Parece que no pasa el tiempo. El Sevilla está como hace un año, calcando desdichas y números horribles que lo asoman al precipicio. Sigue costando lo indecible ganar partidos. Lo único positivo es que queda un mundo. Si apuran, hasta un encuentro aplazado (mucho tendrá que cambiar la cosa para rascar algo el 23 de diciembre en el Metropolitano). Al Sevilla de Alonso no le queda otra que apretar los dientes, pasar con dignidad el trámite de la Copa el miércoles en Quintanar de la Orden e ir el sábado que viene a ganar a Vigo. Otra cosa será ruinoso.

En el Nuevo Mirandilla saltaron chispas desde el mismo arranque. Tensión. Alto voltaje en la grada. Exacerbada necesidad por parte de los dos equipos. Ramos la tuvo nada más comenzar con Roger Martí, al que sacudió por detrás sin mucho sentido, jugándose su existencia en el partido. Se libró el camero, como también se fue de rositas Kouamé en el bando local después de una terrorífica entrada sobre Rakitic que se quedó en amarilla. La fricción del partido en su primer acto fue de aúpa, con Soto Grado desenfundando sin titubeos, repartiendo cartulinas por doquier. Más de media doce en la primera parte. En ese cuerpo a cuerpo, el Cádiz fue el más listo. Y el Sevilla, una juguetería en liquidación, haciendo regalos inauditos de un equipo de élite.

A los siete minutos se adelantaron los amarillos en el marcador con un tanto del exnervionense Chris Ramos. El Sevilla eligió en su día no ejercer la opción de tres millones que tenía sobre el fornido punta gaditano. El gol señaló a la retaguardia visitante, con un fallo grosero de Dodi Lukebakio en la salida del balón que acabó en mazazo para la escuadra de Diego Alonso. El partido se ponía cuesta arriba. Nervios y muchas dudas. Casi un cuarto de hora tardó el Sevilla en acercarse con cierto peligro a los dominios de Ledesma. Fue en un disparo desviado de Juanlu, de los sevillistas que puso más pundonor en los peores momentos de la noche.

Con el duelo convertido en un verdadero correcalles, Ramos pudo marcar de cabeza, pero se topó con el meta argentino del Cádiz. Lo que le venía al camero no era nada bueno. Acto seguido, falló estrepitosamente, también en la maldita salida del balón. El exmadridista regaló el esférico y Roger, asistente en el primer gol, habilitó en esta ocasión a Darwin Machís para que el venezolano estableciera el 2-0 cómodamente ante Nyland. La noche tornaba en drama para los blanquirrojos en la Tacita de Plata.

El orgullo de Sergio Ramos lo empujó a volar contra el vendaval amarillo y sus propios demonios. Se fue arriba buscando enmendar su pecado… y llegó a marcar. Era su liberación personal, su primer tanto desde su vuelta al Sevilla FC. Pero la noche no estaba ni para el camero ni para su equipo. Soto Grado invalidó el tanto por fuera de juego de Ocampos, que interfirió en la trayectoria del balón con el portero. El VAR consolidó la decisión del colegiado riojano y el gol no subió al marcador. Más agonía. Empresa cada vez más empinada.

Cuando peor andaba la historia para los sevillistas, Diego Alonso realizó una pequeña variación táctica que mejoró visiblemente a los suyos. Permutó a Lukebakio y Ocampos, colocándolos a banda natural, el belga por la izquierda y el argentino en la derecha. Ahí creció el Sevilla y encontró premio antes del descanso. El gol que servía a los visitantes para acortar distancias llegó por medio de un centro medido de Juanlu que el propio Ocampos peinó al palo largo de Ledesma para instalar el 2-1 en el luminoso del Nuevo Mirandilla. Un gol fabricado por los dos mejores sevillistas que le daba la vida al equipo de Alonso.

Con la mínima ventaja de los amarillos se marchaban los contendientes al intermedio. Momento para reflexionar de un Sevilla que sufrió a remolque de su rival, esclavizado por sus propios errores. La mejor noticia es que el partido estaba abierto gracias a ese gol de Ocampos.

En la segunda parte, los de Nervión salieron más ordenados y con mayor determinación en busca de nivelar el marcador. El catálogo de pifias se daba ya por consumido tras los horrendos primeros 45 minutos. Lukebakio acarició la igualada. Despejó el muro Ledesma. Con el Sevilla volcado arriba, en una contra de los locales emergió la figura del otro portero para salvar del descalabro a los hispalenses. Nyland se marcó una doble intervención espectacular, primero ante Roger e inmediatamente después ante Chris Ramos, ambos fusilando a bocajarro. Espectacular el guardameta noruego evitando el 3-1.

Diego Alonso movió ficha con dos cambios antes de la hora de juego. En-Nesyri y Óliver ingresaron al campo por unos apagados Lukebakio y Suso. Y el Sevilla logró cazar el punto. En un balón suelto en la frontal apareció la magia de Rakitic. El croata, con una calidad imponente, empaló el esférico en parábola y la puso a cámara lenta en la escuadra para empatar el partido. 2-2. El resto del choque dejó más miedos en ambos bandos que ocasiones de verdad. El botín de un punto era corto a priori para lo que buscaba el Sevilla en Cádiz, pero visto lo visito, y por cómo de negra se había puesto la función, se puede catalogar hasta de valioso. Evitó lo peor el Sevilla. Mucho trabajo por delante para Diego Alonso.