Los bandazos en el estilo desconciertan al plantel

Con Lopetegui amortizado mucho antes de su destitución en octubre de 2022, el Sevilla optó por exprimir y llevar a un nivel más esa idea futbolística de posesión del vasco con la contratación de Jorge Sampaoli, cuyo planteamiento obsesivo de sacar el balón jugado desde la zona de iniciación, así como el desmesurado celo táctico y teórico con sus jugadores (pizarras, papelitos en medio de los partidos, etc), terminaron por sacar de quicio al grupo y generar una atmósfera irrespirable. Ni la gestión ni los resultados acompañaron al argentino en su segunda etapa en Nervión. El equipo sufrió, se pegó tiros en el pie con aparatosos errores defensivos que costaron goles y derrotas. Apenas cinco meses duró el periplo del técnico de Casilda en el Sánchez-Pizjuán.

Y en pleno marzo, el Sevilla le dio un giro radical a su patrón de juego, de la noche al día. La elección del club, aún con Monchi en la dirección deportiva, fue la de José Luis Mendilibar, un técnico de dilatada trayectoria en la máxima categoría pero que se enfrentaba por primera vez a la aventura de comandar un plantel de las dimensiones del sevillista, diseñado para competir al más alto nivel en Europa y en la compleja tesitura de verse peleando en LaLiga por eludir los puestos de descenso. La apuesta por el de Zaldívar rompía con todo y conllevaba un riesgo evidente. Suponía un giro de 180 grados en el molde futbolístico del equipo: abandonar el toque, no complicarse atrás, introducir el pase en largo y, en definitiva, hacerlo todo más sencillo.

El caso es que el manual básico de Mendilibar funcionó. Tuvo un efecto inmediato, liberador en la plantilla, tanto en el juego como mentalmente. Desde el primer partido en Cádiz (0-2) se vio a un Sevilla FC más directo en ataque y organizado en defensa, exprimiendo sus recursos, elevando a un notable nivel a los Badé. Ocampos, Rakitic, Suso, Bryan Gil o En-Nesyri. El equipo, desde esa sencillez con el vasco, salvó holgadamente su situación en LaLiga y contra todo pronóstico dio la campanada en la competición continental, eliminando a mastodontes como el Manchester United y la Juventus de Turín para levantar en la final de Budapest ante la AS Roma de Mourinho su séptimo título de la Europa League.

El remedio de urgencia con Mendilibar había resultado un rotundo éxito y el entrenador se renovaba solo. Nadie se atrevió a tomar una decisión impopular. Es ahí donde precisamente surgieron las primeras dudas de la entidad. 'Mendi' había sido el revulsivo perfecto, pero los responsables del club no veían nada claro lo de encomendarle un proyecto a medio-largo plazo. No había consenso al respecto. Además, salió Monchi de la institución y llegó un nuevo gestor de la parcela deportiva como Víctor Orta con ideas renovadas pero que se topaba ya con un entrenador puesto. Evidentemente, esa situación influyó en su planificación a la hora de fichar y buscar jugadores que se amoldaran de la mejor manera al perfil de juego de Mendilibar. Así lo explicó el propio Orta en septiembre, durante el World Football Summit 2023: «El flujo de datos llega desde el director de datos hasta el entrenador, que también es pieza básica para planificar. Estamos al servicio del entrenador, porque hay jugadores que rinden bien con uno y no con otro; tenemos que crear un equipo en base a un estilo de juego determinado por el entrenador. Ahora mismo tenemos que buscar gente que pueda hacer con Mendilibar presión alta, juego directo, buen primer toque...», admitió el director deportivo madrileño. Y así llegaron los Sow, Lukebakio, Soumaré o Mariano Díaz.

Como algunos sospecharon, Mendilibar sólo aguantó once partidos en la presente temporada 2023-24 después de que el equipo sólo lograra la victoria en dos encuentros, ambos en el Sánchez-Pizjuán: 1-0 ante Las Palmas y 5-1 frente al colista Almería. Tras la destitución del vasco, se produce un nuevo cambio con la llegada de Diego Alonso que significa otro viraje sustancial en el estilo. Nuevo borrón en la pizarra. La idea muta otra vez… a volver a sacar la pelota jugada. Alonso había dicho en su presentación que él aplicaría sus métodos, pero que aprovecharía las cosas buenas que dejaba su antecesor en el cargo. Una de ellas era precisamente el haber cortado de raíz la sangría de goles en contra por errores groseros atrás. Sin embargo, al tercer partido de Diego Alonso, y después de haber dejado una buena imagen ante el Madrid y el Arsenal, el Sevilla volvió a tirarse a ese pozo regalándole dos goles al Cádiz en menos de media hora, ambos por pifias absurdas en la maldita salida del balón.

Alonso tiene trabajo por delante, pero sobre todo no puede complicarse la vida con un problema que ya parecía superado. Entre otras cosas porque el uruguayo se enfrenta a tareas mucho más complejas, como el hecho de reconducir a un plantel que ha estado todo el verano trabajando bajo los diferentes parámetros de estilo del anterior técnico, unos jugadores que en el último año han tenido que regresar a la casilla de salida en varias ocasiones y fichajes que aterrizaron para jugar a otra cosa que ya no vale para el uruguayo.