Lorenzo, concentrado hacia el título

Finalizado, o al menos aplazado, el ruido de las acusaciones, los ataques verbales y los intentos de defensas judiciales, hoy el único sonido que se escuchará en el Gran Premio de Valencia será el de las motos, en ese desesperado intento por alcanzar una pizca más de velocidad, esos escasos centímetros que otorgan la gloria o hunden en la frustración. Todos, los 26 pilotos participantes, buscan su lugar en el mundo, pero solo dos, Lorenzo y Rossi, verán materializados sus sueños o sus pesadillas. En aquel lejano Qatar sembraron sus anhelos; en Valencia recogerán la recompensa. El tercer Mundial para el español o el octavo para el italiano.

Los dos han hecho los deberes durante un curso largo y emocionante. Después de un inicio irregular, con tres grandes premios fuera del podio, el español acumuló seis victorias, cuatro de ellas consecutivas y desde la primera curva hasta la última. Sin nadie que pudiera interrumpir su monólogo. Son cuatro las de Rossi, logradas al arrebatar la energía de sus jóvenes rivales en Qatar, por galones en Argentina y República Checa, aliado con los elementos en Silverstone. Son menos fotos en el medio del cajón, pero al italiano lo ha llevado al primer puesto de la clasificación desde principio de año una regularidad indiscutible solo alterada en San Marino, quinto, y Australia, empujado del podio por Andrea Iannone en la última vuelta.

Además de los exámenes parciales a lo largo del año, también cuentan para este final de curso las amonestaciones por comportamiento. Es el aliciente que otorga a la carrera de hoy un punto más de incertidumbre, de tensión, de obligada mirada para el planeta motociclismo: saldrá Rossi en la última posición por la sanción impuesta por su incidente con Márquez en Malasia; Lorenzo, impoluto su expediente, desde la primera. Pero el balear no se fía de esta supuesta ventaja ni se ve favorito, todavía son siete los puntos de desventaja, lo que también lo obliga a realizar una carrera perfecta. Su moral y su confianza se vieron espoleadas ayer con una vuelta fantástica en la ronda de clasificación. «La mejor de mi carrera. Ha sido perfecta», sonreía. Sin embargo, le puede la cautela porque sabe que todo es posible en una carrera, para bien y para mal. «Los puntos se dan el domingo, no todo está hecho. La tensión será incluso mayor mañana [por hoy]. Puede que necesite alguna pastilla para dormir bien», analizaba después de mejorar el récord del circuito (1:31.011).

Su intención es la de ganar, como lo hizo en 2013, su última vez en Cheste, pero incluso en el caso de que lo consiga deberá confiar en que algún otro piloto se cuele entre su Yamaha y la de Rossi. Porque el paddock al completo está convencido que el italiano será capaz de llegar a los puestos de cabeza más pronto que tarde. «Desde el jueves la situación es un poco desesperada, desgraciadamente ya no depende solo de mí », explicaba Rossi , cariacontecido después de que en la pista una caída simbolizara también su estado de ánimo. Pero más que la caída o la sanción, al italiano le duele más otro golpe: «El de Australia, no lo esperaba». Sabe que a pesar de su enfado con Márquez -segundo en la parrilla-, las Honda podrían colaborar en su causa si meten presión a Lorenzo y le roban la victoria o los primeros puestos. ¿Les ha pedido ayuda? «Sí, por supuesto», respondió irónico. Rossi, en estado puro. Aunque haya protagonizado la cruz, ante la cara de Lorenzo. La noche y el día, como los símbolos que decoran su motorhome.

El destino y sus acciones dibujan una parrilla para el recuerdo: Lorenzo, unos 82 metros más cerca de la victoria que Rossi , que solo verá espaldas. Treinta últimas vueltas para decidir al ganador, y también un tercer Mundial de MotoGP o el octavo.

En Moto3, también se decide el título en la última carrera. A Danny Kent le valen dos puntos para ser campeón aunque saldrá en el puesto 18 (11.00h).