La liberación de Jorge Lorenzo

Lo ha demostrado este pasado fin de semana en las pruebas de pretemporada en Sepang : sonrisa, relajación, bromas, buena cara. Un «nuevo» Lorenzo liberado. « Todas las cosas negativas que tienes como piloto han desaparecido : dedicación completa, entrenamiento exigente diario, dieta, muchos nervios, mucha presión cada día, toda la temporada. Y permanecen las buenas: pilotar la moto, hablar con los ingenieros, tratar de mejorar. Cuando ayudas a tener algo que hace ir más rápido es mucha satisfacción», resumía en una entrevista a MotoGP.

No ocultó nunca que bajarse de una Honda que nunca pudo domar y después de tres años con más sinsabores que alegrías le producía cierto alivio. El equipo de Marc Márquez no ha visto como una traición su regreso a Yamaha, donde Lorenzo se ha reencontrado con una moto ligera, fina, perfecta para su pilotaje. Donde Lorenzo ha vuelto a sonreír.

Después de unas largas vacaciones para descomprimirse de casi dos décadas de vida en el planeta MotoGP, no dudó en aceptar la propuesta de la marca en la que fue tres veces campeón de la categoría reina para ayudar a recuperar el nivel de éxitos que él mismo elevó hasta lo máximo.

Tan liberado de la presión de tener que ganar siempre que hasta su relación con Valentino Rossi se ha estrechado , protagonizando la instantánea del momento:juntos, compartiendo indicaciones para mejorar la Yamaha. Lo que antes los separaba en la pista, ahora los une. El muro derribado.

Por resultados sigue siendo el piloto rápido y fiable de siempre, a 1,3 segundos del líder Quartararo este fin de semana, sin probar todavía la versión 2020. Y unas sensaciones que poco tienen que ver con aquellas que lo atormentaron cuando pilotaba la Honda, incapaz de soltarse y encontrar su instinto.

Echa de menos la adrenalina de ganar, pero ser probador le ofrece una perspectiva de las motos en la que está cómodo y que no ha tenido en veinte años: cerca de la velocidad, lejos del estrés . No descarta correr como invitado –medios italianos aseguran que lo hará en Montmeló–, pero para volver, asegura, debería también regresar al régimen estricto del alto nivel. «Si no estás al cien por cien es muy difícil. Pero en la vida nunca se sabe. Doy un 98 % a no regresar, aunque he ampliado a un 2 % esa posibilidad desde noviembre», sonríe.