Atletismo
María Pérez: «He pasado un invierno muy chungo que no se lo deseo a nadie»
La granadina vuelve a competir tras superar una dolorosa lesión en busca de otra opción de medalla para París
A 100 días de los Juegos: 277 deportistas ya clasificados
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Iniciar sesiónLos dos oros en el Mundial de Budapest encumbraron a María Pérez (Orce, 1996) como la reina de la marcha. Poco después de aquel éxito, la granadina tuvo que frenar en seco sus entrenamientos por culpa de una dolorosa y grave lesión -fractura por ... estrés en el sacro-. Ya recuperada, vuelve a la competición. Lo hace en el Mundial de Marcha por equipos que se celebra en Antalya (Turquía), donde participará en el novedoso relevo mixto. El objetivo es conseguir plaza olímpica y, así, darse la opción de pelear por dos oros también en los Juegos de París. Antes de ese ilusionante regreso, se sienta a charlar con ABC.
-Primero, lo fundamental. ¿Cómo se encuentra de la lesión?
-Bien, poco a poco. Trabajando aún el sistema nervioso, que me sigue dando un poco de guerra. En algunas fases aún no tengo sensibilidad marchando. Es parte del proceso.
-Y esta primera competición, ¿cómo la afronta?
-Con muchas ganas, es un objetivo ambicioso. Es mi primer contacto después de la lesión.
-Pasó varias semanas sin poder hacer prácticamente nada. ¿Cómo fueron esos días?
-Fue un invierno muy chungo que no se lo deseo a nadie. De mucho dolor y mucho sufrimiento. Las dos primeras semanas fueron horribles. Pero tengo un ángel por ahí que se llama Miquel Ángel Cos, y otro que es Ángel García, mi fisio. Gracias a ellos, a las ocho semanas ya había soldado el hueso. Y a las doce semanas y media pude empezar a hacer algo más de actividad que no fuese natación. Al final cada día veía algo, un pequeño avance.
-¿Y cuándo empezó a marchar?
-El 10 de enero. Un regalo de Reyes.
-Le iba a preguntar si se afronta de otra manera una lesión después de dos oros mundiales, pero ya veo que no…
-No, no. Para mí fue una putada porque estaba en el mejor momento de forma. Me estaba cuidando… Pero nada, cuando uno menos quiere las lesiones es cuando llegan. Al final las cosas pasan por algo y he tenido más tiempo para dedicarme a la familia.
-¿No había opción de continuar hasta París sin parar?
-No, no. Me quedé a un centímetro de tener que pasar por el quirófano y poner clavos. Y eso sí hubiese sido el adiós definitivo. Ya sabemos todos que con un clavo en el cuerpo no es lo mismo.
-En Budapest se vio su mejor versión. ¿Qué enseñanzas sacó de esa cita?
-Fue un aprendizaje tanto deportivo como personal. Tuve paciencia. Cuando más fácil lo tenía, que era en el Mundial de Eugene, fue todo al revés. Aprendí que no todos somos perfectos, que podemos ir cambiando, modificando cosas. Y que el tiempo pone a cada uno en su lugar. El deporte no tiene secretos. Es trabajo, esfuerzo y perseverancia. Es lo que hicimos en Budapest y lo que seguimos haciendo.
-Llega el relevo mixto. ¿Qué opinión le merece este formato?
-Bueno, es lo que nos queda. Me da pena que se haya perdido la distancia larga, aunque volverá para el Mundial del año que viene. Pero al menos conservamos dos pruebas y por primera vez en unos Juegos Olímpicos tanto hombres como mujeres vamos a tener las mismas oportunidades. Eso es algo positivo. Y espero que también sea un formato atractivo. El objetivo primero es meter dos equipos en París. Hemos trabajado mucho, con la ayuda de la UCAM, para ver cómo podemos sacar un mejor rendimiento a esa especialidad.
-A esta Copa del Mundo viajan seis atletas para el relevo mixto: tres mujeres y tres hombres ¿Qué influye a la hora de formar los equipos? Solo dos podrán lograr plaza para los Juegos…
-Bueno, es la dirección técnica la que decide. Supongo que serán los parciales de cada deportista en cada tramo y los ritmos que tienen para intentar conseguir esas dos plazas, que no será nada fácil.
-En sus primeros Juegos, en Tokio, acabó cuarta. A las puertas del podio. ¿Qué se le viene a la cabeza cuando recuerda aquellos días?
-Las lágrimas de mi abuela. Cuando terminé, la primera foto que vi al entrar al WhatsApp fue la de mi abuela viéndome entrar a la meta. Y se le saltaban las lágrimas. Es la mejor abuela del mundo y no creo que le queden ya muchos Juegos Olímpicos. Tiene una medalla europea y todas las del Mundial, pero le falta una, que es la que más ilusión le puede hacer.
-En Budapest aprovechó para reivindicar su deporte ante los escándalos del fútbol. ¿Es una batalla perdida?
-No fue una reivindicación. Fue… Me da mucha rabia que haya gente que tiene un poder, que debe ser un ejemplo, y que no mantenga la educación y el respeto, como fue el caso del presidente de una federación española tan importante como la de fútbol. Y también me da rabia que haya muchos deportes fuera del fútbol que en España no se conocen, que dan grandes alegrías y que solo nos ponemos la mano en el corazón por ellos cuando se gana la medalla. Y cuando no, pues ya no significan tanto.
-Expedientes guardados en un cajón, Katir, Oumaiz… ¿Qué pensaba durante su recuperación cuando veía ese tipo de cosas en los medios?
-No me gusta ver en esas noticias a algunos compañeros, amigos, con los que he compartido concentraciones, campeonatos... Pero los deportistas tenemos una sola una tarea aparte de entrenar, que tiene que ver con nuestro móvil, con nuestro Adams. Y creo que tenemos que ser responsables. Y que el que hace trampa o no cumple las normas debe ser castigado. Entre todos tenemos que conseguir que España sea un país limpio, porque ahora mismo estamos manchados.
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