Halterofilia
Lydia Valentín y la felicidad de una retirada: «Comienza una nueva vida para mí»
La haltera de 38 años pone fin a una brillante carrera coronada con tres medallas olímpicas
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Iniciar sesiónNo hubo lágrimas, pausas emocionadas ni palabras entrecortadas en la retirada de Lydia Valentín. Todo lo contrario. La haltera berciana convirtió en una celebración el acto de su despedida del deporte de élite. Así quería hacerlo, y así fue. Valentín (Ponferrada, 1985) deja la ... competición al no poder recuperarse de una lesión crónica en la cadera que arrastra desde hace años y le ha impedido entrenar con normalidad desde 2021. Lo intentó todo para estar en los Juegos de París, donde de verdad le hubiese gustado decir adiós. Pero ante la imposibilidad de hacerlo allí, escogió un acto íntimo en la sede del Comité Olímpico Español, rodeada de su familia, sus amigos y la gente que más le ha ayudado en veinte años de carrera.
«Me voy feliz, llena, tranquila y muy muy agradecida. He conseguido mucho más de lo que nunca me imaginé», dijo Valentín al poco de tomar la palabra, una vez cumplimentado el capítulo de agradecimientos. «He puesto a mi deporte en lo más alto del mundo y he hecho historia en mi país. Comienza una nueva vida para mí y estoy segura de que estará llena de éxito , porque llevo en mi carácter todos los valores que me ha inculcado el alto rendimiento».
Valentín se retira con un palmarés envidiable que incluye tres medallas olímpicas, dos campeonatos mundiales y cuatro continentales; méritos que, entre otras cosas, le valieron para ser considerada la mejor deportista española de 2016 en los Premios Nacionales del Deporte. Ha sido una década larga de éxitos en una disciplina muy minoritaria en España que gracias a ella supo encontrar su hueco. «Con 11 años me enamoré de la halterofilia. Ella me escogió y desde entonces nunca la solté. Con ella aprendí a ser constante, a trabajar en equipo y a saber lo que significa el sacrificio. Valores que nunca he abandonado. Este deporte me ha quitado mucho, pero me lo ha dado todo».
La haltera, que dejó su pequeño pueblo de Camponaraya con apenas 15 años para residir en el CAR de Madrid, no solo tuvo que bregar durante su carrera con su esfuerzo diario. Le tocó hacerlo también contra las injusticias de un deporte completamente corrompido por el dopaje. Tanto es así, que de sus tres medallas olímpicas solo pudo recoger una de ellas en el podio, el bronce de Río 2016. Las otras dos, el oro de Londres 2012 y la plata de Pekín 2008, las recibió muchos años después, una vez fueron descubriéndose las trampas de las rivales que le habían precedido en aquellas competiciones. Quién sabe cuántas medallas más perdió por motivos parecidos. «Ha sido una luchadora y lo que tiene lo ha conseguido limpiamente. A pesar de todos los obstáculos y de esa lacra del dopaje su palmarés ha acabado siendo intachable», proclamó durante el acto Constantino Iglesias, presidente de la Federación Española de Halterofilia, el más emocionado en el acto de despedida. «En mi Federación siempre nos hacemos una pregunta: «¿Qué podemos hacer para encontrar otra Lydia? Lamento decir que nada. No habrá otra como ella. Lydia ha sido un ejemplo dentro y fuera de la tarima y no vamos a ver otra igual». Iglesias fue una de las tres personas que acompañó en el estrado a la haltera. Las otras dos fueron Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, y Víctor Francos, secretario de estado para el Deporte. Ellos también pusieron en valor la figura de una de las deportistas más emblemáticas del deporte español de la última década. «Pasarán siglos hasta que alguien pueda repetir todos sus éxitos», le dijo Blanco, que también hizo referencia s su doble lucha: «Nunca ha competido en igualdad de condiciones, pero es un ejemplo de deporte limpio». «Su legado ya forma parte de la historia del deporte español», corroboró Francos.
Valentín perdió a principios de este mes su última opción para acudir a sus quintos Juegos al renunciar al Mundial de Riad, paso previo obligatorio para poder optar a una de las plazas olímpicas. Ni siquiera se planteó la posibilidad de acudir allí sin opciones para no perder esa baza: «A finales del año pasado ya veía que no se estaban cumpliendo los plazos. Los Juegos te exigen muchísimo, hay que dar el máximo, y yo tenía claro que no iba a volver si no era la de siempre». En ese momento comenzó a meditar la retirada: «No ha sido una decisión de un día para otro, pero ya sabía que no podía dar más y que tenía que elegir el momento de poner el punto y final. En algún momento hay que cerrar las etapas. Los deportistas no somos eternos. Ahora prefiero cuidar mi salud, que al final tengo una vida por delante».
Esa lesión crónica de cadera seguramente ha impedido que Lydia Valentín desfile el próximo año como abanderada de la delegación española en París 2024. La leonesa era una de las grandes candidatas a esa posición de honor junto con la palista Maialen Chourraut, pero ni siquiera esa posibilidad le quitó la sonrisa: «Me hubiera gustado, sí. Pero no voy a estar en París. No pasa nada. No me siento triste por ello, ni muchísimo menos».
Su futuro ahora es otro, plagado de proyectos en el corto plazo que tenía aparcados por su compromiso con la alta competición, pero asegura que seguirá siempre disponible para su deporte: «Nunca abandonaré la halterofilia. Soy deportista y me moriré siendo deportista. La Federación Española puede contar conmigo para siempre. También la Internacional. Al final soy la referente en España, y seré la primera siempre en fomentar y ayudar a mi deporte».
«Cuando echo la vista atrás pienso: '¡guau!'. Me encanta todo lo que he vivido», terminó Lydia Valentín. «Han sido veinte años dedicada a mi pasión, cayéndome , levantándome y triunfando. Sabiendo que he conseguido todo y que la gente ha valorado muchísimo lo que he hecho».
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