El laberinto para atrapar a los autores de los insultos racistas en el fútbol español

Por ello, en las últimas temporadas son numerosas las denuncias de la patronal por violencia verbal, con especial atención a los insultos xenófobos, como los que recibió Vinicius el pasado domingo, tanto en los aledaños del Cívitas durante la previa del derbi como dentro del estadio ya en el momento de la disputa del mismo. Ayer, por fin, el Atlético condenó estos hechos aludiendo a la tolerancia cero, que es justo por lo que pelea LaLiga desde hace tiempo, pero no siempre obtiene el final deseado. Las competencias de la patronal son las que son. Hablamos de un organismo que organiza una competición de fútbol, pero que no legisla ni enjuicia, por lo que una vez que los hechos son denunciados, la investigación y colaboración del resto de aficionados, clubes, fiscalías y autoridades competentes, así como también de los medios de comunicación en su rol de no fomentar estos comportamientos sino combatirlos, son fundamentales para llevar a los juzgados a los autores de estos presuntos delitos de odio. Y esto no siempre es así.

Desgraciadamente, para Vinicius estos actos no son desconocidos. También los sufrió la pasada temporada en el Camp Nou y en Son Moix. En el estadio del Mallorca, Gol Play no recogió el audio de varios aficionados que imitaban el gesto del mono y le mandaban literalmente «a recoger plátanos», pero estos hinchas no pudieron ser grabados por ninguna cámara de televisión ni identificados por el sistema interno de vigilancia del estadio.

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El caso del clásico fue bien distinto. Aquí sí que las cámaras de televisión, en concreto las de 'El día después' de Movistar+, grabaron a un aficionado del Barça, que estaba junto a su hijo pequeño en uno de los laterales del Camp Nou, llamando macaco a Vinicius en repetidas ocasiones. LaLiga denunció los hechos, como hace siempre, pero la pasada semana se conoció que la Fiscalía de Sala de Delitos de Odio de Barcelona había archivado el caso por no haber podido identificar al autor del insulto racista, a pesar de que su cara se podía ver perfectamente en las imágenes al llevar bajada la mascarilla. Incomprensiblemente, ni los Mossos ni la entidad azulgrana dieron con él. La justificación fue que no era socio del club y que ocupaba el asiento de un abonado que había cedido su carnet.

Lo sucedido en el Camp Nou en octubre del pasado año contrasta con lo que pasó en Los Cármenes, en marzo de este 2022. En el Granada-Cádiz, un hincha local, con gorro y mascarilla, que solo dejaba a la vista sus ojos, llamó mono a Akapo a la vez que imitaba el característico gesto de este animal. El sujeto no era socio del club nazarí, pero gracias a la colaboración de los aficionados situados en la zona donde se produjeron los hechos se pudo identificar al autor. Se trataba de un hincha del Granada que, además, era jugador del CD Santa Fe, de la Primera Regional andaluza, club del que fue inmediatamente expulsado. Tras ser identificado, se presentó voluntariamente en comisaría y prestó declaración ante la Policía Nacional, pero seis meses después no se conoces más avances. LaLiga lo denunció en su momento y es la Fiscalía Provincial de Granada la que debe pronunciarse si abre un proceso penal o no. Aún no lo ha hecho.

El único caso que, hasta la fecha, va a llegar a los juzgados es el de Iñaki Williams y los insultos racistas recibidos en Cornellá el 25 de enero de 2020. En el Espanyol-Athletic de aquel día, un grupo de aficionados del equipo local profirieron insultos racistas al delantero vasco, de origen ghanés, lo que provocó la indignación del jugador: «Me sentí humillado», dijo en su testificación. LaLiga denunció los hechos, se identificaron a los autores y se puso en marcha una querella pionera de la Fiscalía de Delitos de Odio de Barcelona, en la que argumentaba que Iñaki Williams había sufrido «gritos de menosprecio hacia su persona, con la indudable intención de humillarle y lesionar su dignidad por motivos racistas».

La pasada semana se conoció que el Juzgado número 2 de Primera Instancia de Cornellá de Llobregat había trasladado al Ministerio Fiscal y a LaLiga (como parte acusadora) las diligencias y actuaciones previas para solicitar la apertura del juicio oral contra los acusados. Una gran noticia que respaldaba el esfuerzo del organismo dirigido por Tebas contra los actos racistas, cuya lucha es en bastantes ocasiones un laberinto de muy difícil salida.