Festejo agridulce para Bolt

No podía ser de otra manera. Usain Bolt venció con suma autoridad por tercera vez consecutiva en los 200 metros de los Juegos Olímpicos. Al cruzar la meta, vistazo rápido al crono, frenazo más seco de lo habitual, y visible gesto de contrariedad . No había récord . Y, esta vez sí, el jamaicano lo había buscado. Superado en escasos segundos el liviano revés que supuso no romper esa marca de 19.19 (alcanzada por él mismo) que fija la cima momentánea de la prueba, Bolt buscó la cámara, fijó la mirada en ella y, levantando el dedo índice, gritó: « Number one! Number one! (¡Número uno, número uno!)».

Prosiguió su ritual de celebración el campeón de la prueba de los 200 metros lisos agarrando la bandera de Jamaica , a la par que envolvía su esculpido cuerpo en torno a ella. Era su momento , y una vez más, su país debía figurar en todas las portadas.

Ya cerca de la gente, del público que tanto lo venera, inició su secuencia de bailoteos que tan buena fortuna le profieren antes de cada carrera. Un giro de cadera por aquí, un paso adelante por allí, y la sonrisa siempre presente en su rostro. Tocaba disfrutar de la ocasión , la última (esta misma semana anunció que los de Río serían sus últimos Juegos) en la que alzaba un oro en una prueba individual.

Vuelta al ruedo de rigor y a terminar de celebrar la octava medalla olímpica en ocho pruebas disputadas . Este viernes, en el 4x100, tendrá la oportunidad de firmar un triplete histórico (pese a lo redundante del término al referirse al jamaicano): el que supondría vencer en las nueve carreras en las que ha participado durante su paso por los Juegos Olímpicos.