Bádminton

Sin Carolina Marín, pero con ilusión y veteranía

Clara Azurmendi (primeros Juegos) y Pablo Abián (cuartos) conjugan experiencia y calidad para pelear por alegrías en Tokio ante la baja por lesión de la gran estrella española

Clara Azurmendi, durante una competición Federación española de bádminton

Dijo que ‘no’, que dónde iba ella con catorce años a Madrid cuando en San Sebastián se estaba tan bien. Allí, en la habitación de sus padres, quienes le dieron el empujón, Clara Azurmendi puso el primer pie en Tokio 2020. Quedaban muchos ... raquetazos, claro, pero no olvida detalle de ese primer viaje de 400 kilómetros hacia los Juegos. «Estaba con las maletas en el coche y veo a mi abuelo que se le cae una lágrima». Nueve años más tarde, otra estampa familiar: «Me manda un mensaje mi padre: ‘Enhorabuena’. Avisó a todos, y cuando llegué de cenar con unos compañeros y el entrenador estaban todos en el salón esperándome en el salón para celebrarlo». Tokio 2020.

El juego al que llegó por su hermano Andoni, y que eligió sobre el baloncesto y eso que con su 1,83 tampoco se le daba mal, dejó de ser un entretenimiento extraescolar cuando llegaron los éxitos; empezó la responsabilidad, los sacrificios y la madurez a golpe de volantes. No olvida todo lo que costó. «Al principio todo salía del bolsillo familiar: los viajes, las concentraciones, el material. Ahora nos conocen, hay marcas, patrocinadores y ayudas para este deporte minoritario y te quitas un peso de encima».

« Hay 100 deportistas y solo llegan cinco. Todos sufren y no todos llegan . Haberme clasificado es demostrarme a mí misma que ha merecido la pena, que menos mal que no tiré la toalla en algún momento -tuvo una lesión importante en la rodilla en 2019, o en esos días que bajas a entrenarte sin ganas, en plan funcionario, pero que son los más importantes. Ahora soy una elegida », confiesa la, entre otros muchos éxitos, campeona del Open de Austria, el Internacional de Eslovenia o el de Gales, bronce en los Juegos Mediterráneos de Bakú en 2015... Pura concentración en la pista, la donostiarra muestra carácter y agresividad con la raqueta en la mano, le gusta ganar al ataque. «Fuera soy muy tranquila. Me gusta mucho ir a mi rollo, a veces parece que estoy en otro mundo. En ese estado zen no podría jugar, toca ser un poco bipolar , pero llevo la calma bien». También las bromas, porque si les preguntáramos a sus padres o a sus abuelos, ¿qué dirían? «Que soy una payasa, cuando tengo confianza no tengo ningún tipo de vergüenza».

Ya centrada en lo que viene, Azurmendi prepara la estrategia para las dos rivales de su grupo: Dorcas Ajoke Adesokan, nigeriana y 89 del mundo y An Seyoung, gran promesa coreana de 19 años. «Es verdad que no sé lo que se siente al disputar unos Juegos Olímpicos, pero voy a llegar en mi mejor momento de forma y quiero disfrutarlos, hacer mi mejor papel. Lo daré todo por mí, por el país, por el bádminton español». Y también por Carolina Marín , ausente en estos Juegos por lesión pero no en el camino de la donostiarra hasta aquí. «Tenemos amistad y me costó asimilar la noticia. Ponemos el cuerpo al límite y sabemos que nos puede pasar a cualquiera, pero es una faena que encima pase a un mes de los Juegos», consciente Azurmendi de que ha sido la onubense quien ha dado alas a este deporte en España y ha puesto a España en el planeta bádminton: «Gracias a Carolina no estamos como hace ocho o diez años, que éramos invisibles».

Pablo Abián, durante una competición Federación de Bádminton

Hace diez años y más que está Pablo Abián intentado quitar esa pátina de invisibilidad. «Al principio solo tenía una raqueta y si rompía cuerdas tenía que pedirle a un compañero. Ahora lo normal es llevar ocho raquetas en la bolsa», confirma el aragonés, en su cuarta cita olímpica, con 36 años. Es el punto veterano a esta dupla que impulsa al volante nacional. «Llego más maduro, con más bagaje, competición y entrenamientos; y eso ayuda a gestionar ciertas situaciones con mayor efectividad. Pero esto son unos Juegos y hay otra presión».

Recuerda esa primera vez en una cita olímpica: «Me marcaron. Fue en Pekín 2008, donde el bádminton es deporte nacional. Jugar en un pabellón completamente lleno con 10.000 personas que saben, que entienden mucho de tu deporte... -en Tokio las gradas estarán vacías-. Piensas que no vas a estar nervioso, pero sí, el corazón late más rápido ». Desde aquel 2008 hasta este 2021, Abián se queda con su crecimiento, un animal competitivo que no da un volante por perdido y que lo llevaron al oro en Bakú 2015, al número 1 de Europa varias temporadas y a 23 campeonatos nacionales. «Son muchos años sin perder contra ningún otro jugador nacional, quince años consecutivos. En un deporte que si te despistas o piensas demasiado en el punto anterior pierdes el partido. No hay una fórmula mágica, no es nada sencillo. Cada uno trabaja lo que mejor nos conviene».

Él ha trabajado estos puntos con Javier Abián , hermano y entrenador con quien ha pulido su exitosa carrera y de la que, dice, le quedan más años. «Es una de las cosas que más orgulloso me hace sentir, mi carrera deportiva en general y tener a mi lado a Javier, que es la persona clave para que pudiera mantener al nivel y tener los resultados que he tenido. Sí, también ha habido roces, claro, pero valoro que se sabe poner en mi lugar y lo que me transmite ». Irá a por todas en su grupo: Raul Must (90) y Chen Long, oro olímpico en Río.

Se buscan más Claras, Pablos y Carolinas

Admiten desde la Federación que viven el mejor momento, reconocidos por los méritos y por los medios de comunicación gracias, sobre todo, a los cinco Europeos, dos Mundiales y el oro olímpico de Carolina Marín. Y buscan más como ella, aunque son conscientes de que es única, aquí y en el mundo. «Tenemos el proyecto ‘Se busca campeón’ ; como nos centramos en niños entre 9 y 13 años, nos adaptamos a la tecnología, donde ellos se mueven bien. Les pedimos que nos manden un vídeo con un partido o una jugada suya, una serie de ejercicios y una presentación, así tenemos detalles de cómo juegan y de cómo son, cómo se presentan. Y tenemos un jurado, a lo ‘Got talent’, con Fernando Rivas , porque creemos que lo que ha vivido Carolina es lo que tenemos que adaptar a la base», cuenta para ABC Arturo Ruiz López, director deportivo y responsable del centro nacional en Madrid, contento con la evolución: «Antes teníamos que convencerlos; ahora, no nos sobran candidatos, pero sí que hay niños que eligen jugar al bádminton, que quieren ser los próximos Pablo, Clara o Carolina».

Como principal dificultad, subraya, encuentra la falta de sacrificio de la juventud en general. «Ahora se frustran muy rápido si no consiguen lo que quieren y ya. Si no tienes esa capacidad de buscar soluciones en lugar de excusas es muy difícil avanzar en el deporte. La responsabilidad es de todos, los padres los primeros. Nosotros intentamos que sean autónomos, sin miedo a equivocarse , digerir lo que los entrenadores decimos. Pero a veces, decir en lo que no eres bueno no se lleva bien».

Pero observa que la sociedad conoce más este deporte. «Yo tenía que explicar en qué consiste y ahora la gente hasta opina, estamos más en televisión y se nota». El próximo reto es aumentar el número de practicantes, y, para ellos, facilitan la información de dónde se puede jugar y hasta ofrecen planes de juego y entrenamiento a profesores. Se buscan más Carolinas, Pablos y Claras.

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