ATLETISMO / sin liebres

La carrera que no se puede perder

Katir, Romo y Fontes han hecho posible que sólo España haya conseguido situar a tres hombres en la final de 1.500 del Mundial de Oregon de esta madrugada

ignacio romo

«Nunca estudio videos de mis rivales porque cada carrera muere en sí misma». Lo dice siempre José Luis González, plusmarquista nacional de la milla. Y lleva razón. Una final de 1.500 es un folio en blanco, una película sin guion, donde los ... protagonistas se ven preparados pero ignoran lo que va a suceder.

Esta noche, madrugada, España volverá a ser protagonista en su jardín preferido, los 1.500 metros, el terruño en el que los González, Cacho, Abascal, Estévez, Higuero y Casado han escrito la historia del mediofondo. La nuestra será la única selección que tendrá a tres hombres en la final, siempre una ventaja, una forma de mostrar fuerza, de conformar un bloque de camisetas rojas, de impactar.

Cada uno de nuestros mosqueteros ha llegado con una historia muy diferente a Oregon. Por un lado, Katir, el de mayor nivel. Murciano, explotó el pasado verano corriendo en 3:28 y arrebatando el récord nacional a Fermín Cacho. Este año no ha mostrado ese nivel pero se comportó muy bien en semifinales y una carrera rápida, en torno a 3:31, podría irle muy bien.

Nacho Fontes, granadino, estudiante de medicina, llegó a los Mundiales en medio de la polémica. No fue seleccionado en un principio y solo la renuncia de Mechaal tras contraer el COVID le facilitó el billete a Oregon. Fontes y su entrenador fueron duros en sus declaraciones contra la Federación Española y parecía que eso podía llegar a afectarlo anímicamente, pero no ha sido así. Ha corrido bien en las rondas eliminatorias y le conviene una carrera a ritmos medios.

Romo es el gran 'outsider'. Parece capaz de todo en una carrera lenta. Salmantino y forjado en una universidad del Mississippi. Ha protagonizado una sensacional carrera deportiva en Estados Unidos con título nacional de la milla incluido. Tiene esa soltura de los campeones, esa zancada fácil, sin esfuerzo aparente, fluida, económica, que lo hace volar en los metros finales. Lee muy bien las carreras y puede ser letal en una prueba lenta, una de esas en las que nadie quiere desgastarse en las dos primeras vueltas.

¿Y el ritmo? ¿De quién dependerá el ritmo de la final? Probablemente de los kenianos. En los pasados Juegos de Tokio, Cheruiyot puso a todos en fila y marcó un tren endiablado hasta ser adelantado en la última curva por el noruego Ingebrigtsen, el indudable dominador de la distancia en la actualidad y gran favorito al oro. Pero estamos ante una final imprevisible. Porque cada carrera muere en sí misma.

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