Juegos Olímpicos
La huida olímpica de Mark Spitz y sus siete oros: «Me dijeron que me agachara y me echaron una manta encima»
Se cumplen 50 años de la gesta del nadador estadounidense en Múnich 72, empañada por la masacre en la delegación israelí a cargo de un grupo terrorista palestino
J. A. P.
Mark Spitz protagonizó hace 50 años una de las mejores actuaciones de la historia olímpica tras conquistar siete medallas de oro en natación, todas ellas acompañadas de su respectivo récord mundial. El nadador estadounidense entró en la leyenda. No fue hasta 2008 cuando su ... compatriota Michael Phelps logró superar semejante hazaña. Pero el hito de Spitz quedó marcado para siempre por lo que ocurrió apenas unas horas después de que el estadounidense se colgara su séptima y última medalla. A la vez que regresaba exhausto a la Villa Olímpica para descansar, un grupo de ocho terroristas palestinos entraban disfrazados de deportistas en la residencia de los deportistas para secuestrar y asesinar a un total de once miembros de la delegación israelí.
Hoy, en el 50 aniversario de aquellos dos acontecimientos, Spitz recuerda en una amplia entrevista con laureus.com, organización de la que es fundador, cómo fue sacado de incógnito ante el miedo de que él fuera uno de los objetivos de los terroristas debido a su origen judío. «Aquel día el mayor acontecimiento deportivo se convirtió en una masacre y dio un vuelco a mi percepción del deporte. Han tenido que pasar 50 años para que pueda decir que ahora comprendo plenamente la verdadera inspiración y el poder del deporte».
Spitz se había convertido en el mayor héroe de los Juegos al conquistar su séptima medalla de oro, de nuevo coronada con un récord mundial. El californiano había subido a lo más alto del podio en cuatro pruebas individuales (100 y 200 metros mariposa, 100 y 200 metros libres) y tres más en relevos (4x100 y 4x200 metros libres, 4x100 metros estilos). Con la última había terminado su participación, y se fue a celebrarlo con dos periodistas a un restaurante. Esa misma noche, ocho miembros del grupo terrorista Septiembre Negro entraron a escondidas en la Villa Olímpica y accedieron al edificio que albergaba a la delegación de Israel. Su objetivo era secuestrar al mayor número posible de deportistas para exigir la liberación de alrededor de 200 prisioneros alojados en cárceles israelíes. En el asalto fallecieron dos deportistas israelíes. Horas después, en el intento de rescate de la policía alemana, ya la base aérea de Fürstenfeldbruck, fallecieron nueve deportistas más, además de un oficial de policía.
Cuando Spitz regresó a la Villa Olímpica después de la cena el secuestro ya estaba en marcha. Al día siguiente tenía una conferencia de prensa multitudinaria, pero la policía temió que él mismo fuera un objetivo debido a su origen judío, por lo que decidió asignarle un escolta armado. «Estaba viendo la televisión y se oía un comentario constante: 'creemos que Mark Spitz, que terminó su programa en natación, ha sido evacuado y está en Italia'. Unos 20 minutos después: 'No, esa información era errónea, está en algún lugar de Suecia'. No sé si lo decían para despistar a la gente, porque yo seguía en mi habitación de la Villa Olímpica. Se tardó unas horas en tener un plan definitivo».
«Nos pusieron a mi entrenador y a mí en el asiento trasero de un coche y me dijeron que me agachara y me pusieron una manta encima», continúa Spitz. «Después de unos cinco minutos me dijeron que me sentara, y nos llevaron al aeropuerto y luego embarcamos en un avión con destino Londres. Cuando llegamos me pusieron un escolta armado en la puerta toda la noche. Antes de irnos a la cama, me dijo: 'Es peligroso estar cerca de ti'. Le dije: 'Bueno, en realidad estaba pensando lo mismo de ti'».
Al día siguiente Spitz descubrió el resultado definitivo de la masacre: todos los rehenes y un policía asesinado, además de cinco terroristas muertos. «Trece años después tuve la oportunidad de conocer a un par de las esposas de los atletas asesinados cuando estuve en Israel y a dos de sus hijos, y había motivos para el vínculo conmigo: uno, que yo era judío; y segundo, que estuve en los mismos Juegos Olímpicos con sus padres. Fue una tragedia terrible, no sólo para esos atletas sino para el movimiento olímpico y para las familias en particular. Todavía hoy estamos hablando de ello».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete