Xavi salva el pescuezo: el Barça gana y se clasifica

Los de Xavi se aplicaban en la presión alta, pellizcando al rival cuando intentaba salir con el balón, pero carecían de luz en ataque; duelos subterráneos entre Pepe y Lewandowski en jugadas de balón parado. La grada animaba más pero parecía como por encargo, porque el juego del equipo no se correspondía ni de largo con la euforia. La disonancia no era de extrañar, Laporta es un experto en comprar afectos.

El Oporto no ganaba al Barça desde la temporada 1985-86, precisamente con Terry Venables de entrenador, al que se rindió homenaje antes de comenzar el partido por su reciente deceso. Sobre el cuarto de hora dio la sensación de que podrían achicarse los calendarios. Tensión sostenida en el partido, como si algo se esperara y algo se temiera. Los temores se imponían en las esperanzas y el Barça estaba entre tímido y torpe, con más miedo a hacer el ridículo que ideas para imponer su teórica superioridad y asegurarse el paso a octavos. Al Oporto le anularon un gol por claro fuera de juego pero fue un primer aviso contra un Barcelona que le costaba salir desde atrás, el balón le duraba poco y colapsaba en todo lo que intentaba.

Iñaki Peña salvó con una buena mano un potente disparo de Galeno, De Jong cojeaba. Raphinha era la única luz en un equipo desconjuntado en el que cada cual hacía la guerra por su lado. En el 29 las amenazas visitantes se hicieron realidad y Pepê marcó el primero de la noche. Al cabo de dos minutos, Cancelo, tirando de talento individual y como salido de la nada, empató con un buen disparo cruzado. Joao Félix pudo adelantar al Barça pero chutó a las nubes. Pedri y Raphinha desaprovecharon el reaglo prenavideño del portero protgués, la presión daba buenos resultados a los de Xavi.

Iñaki Peña salvó el segundo del Oporto con una parada de gran mérito; el partido era una moneda al aire. El Barça llegó incómodo pero por lo menos vivo al descanso, tras una primera mitad de la primera parte en que pareció desahuciado. Sin ideas claras, sin juego colectivo y sin ninguna estabilidad en el ataque posicional, pero con un Raphinha incisivo y un Cancelo oportuno el Barça exprimía su agonía para alargar la ficción de que es un equipo de Champions.

La segunda parte empezó con un Barça más animado, con más ritmo, con más atrevimiento y Joao Félix chutó al larguero. Sin ser un juego brillante y con muchas pérdidas de balón completamente innecesarias, los de Xavi parecían resurgir de su mediocridad aunque el Oporto no le perdía la cara a la noche. A pesar de la leve mejoría el equipo no funcionaba, sobre todo en defensa. En otra pérdida de Koundé, Araujo tuvo que acudir en la emergencia para evitar el segundo de los portugueses.

Y sin querer caer en un lamentable juego de palabras, precisamente los portugueses fueron los que marcaron el segundo, pero por el Barça. Cancelo asistió a Joao Félix que con franca delicadeza adelantó a su equipo. Un Barça con más suerte que acierto ponía rumbo a la clasificación europea como primero de grupo y Xavi salvaba el pescuezo aunque de todos modos, el partido no estaba cerrado, el Oporto tenía sus ocasiones y Lewandowski no daba muestras ya no de talento futbolístico sino de simplemente pertenecer aún al mundo de los vivos. Ferran entró por Joao Félix. Cancelo brilló como lateral exterior y Ferran continuaba fallando como siempre o como casi siempre, no perdía ninguna oportunidad de perder una oportunidad.

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El partido sirvió para confirmar de momento a Xavi en el banquillo, y también de momento, al Barça en la primera división europea; pero también para certificar que este entrenador no tiene recorrido y que el club necesita fundar una nueva era para volver a ser la élite del fútbol.