Vicente Moreno: «En Arabia ahora todas las preguntas son por Cristiano»

-¿Por qué vive en un hotel?

-Es más cómodo para mi día a día y como mis hijos se han quedado en España estudiando y mi mujer va y viene por temporadas, me es suficiente.

-La vida nómada y solitaria de entrenador.

-Es un tópico, pero es cierto. Pasas muchas horas en soledad. Pero aunque suene extraño a mí me gusta más entrenar que ser jugador. Te tiene la mente ocupada las 24 horas. Es cierto que de futbolista se vive mucho mejor. De hecho, yo nunca pensé en ser entrenador. Quería ser futbolista y fui un buen profesional, pero terminaba mi entrenamiento, comía y descansaba, que también lo tomaba como parte de mi trabajo, y ya hasta el día siguiente no tenía más preocupaciones profesionales.

-Casi toda su vida como jugador en el Xerez, con quién llegó a Primera.

-Así es, en la 2009-2010, primera y única de la historia del Xerez en LaLiga.

-¿Empatiza más ahora de técnico?

-He pasado por varias etapas. Cuando yo jugaba lo más importante era el fútbol. No veía preocupación que pudiera estar por encima. Con el tiempo he entendido que las prioridades propias no tienen que ser las mismas que las de los demás. A lo mejor un jugador necesita irse a casa a solucionar un problema personal y otro seguir jugando. Ahí hay que empatizar. Yo tengo dos hijos y no los trato igual.

-¿Considera al futbolista un profesional egoísta?

-Cuando pasas la línea de jugador a entrenador, estás cerca de ellos, pero a la vez te alejas. El futbolista no es egoísta, es la persona. Hay futbolistas egoístas, periodistas egoístas y barrenderos egoístas. El futbolista no pertenece a un gremio diferente. Ser jugador del fútbol es una profesión corta, y en bastantes ocasiones con muchas personas alrededor con demasiados intereses.

-A sus 81 años, ¿su padre sigue siendo su mayor azote?

-Sin duda. Él fue electricista en el hospital general de Valencia y también se dedicó al mundo de los seguros. Tuvo dos trabajos para sacar a la familia adelante, y siempre ha sido un apasionado del fútbol. Ya desde adolescente me acompañaba a todos los partidos y siempre fue muy exigente y duro conmigo. Nunca hacía nada bien, siempre era poco. Y a sus 81 años sigue igual. Cuando entrenaba al Nástic (2013-2016) hablaba con el presidente tras cada partido y el presi me contaba luego que prácticamente le estaba pidiendo que me echara. Cuando era joven me lo tomaba peor y de vuelta a casa íbamos siempre discutiendo y enfadados. Con el paso de los años me lo tomo diferente.

-¿Qué dice de su etapa en Arabia?

-Tiene dificultades para ver los partidos, así que la crítica la hace sin verme los partidos, pero no pienses que deja de criticarme porque no los vea.

-Subió al Espanyol a Primera y lo mantuvo, pero el pasado verano prescindieron de usted. ¿Por qué?

-Había una cláusula en el contrato por la cual podían rescindirme antes de terminar la temporada previo pago estipulado. Ellos ejecutaron esa cláusula y no tengo nada que reprochar. En la temporada 20-21 ayudamos a ascender al club, en un momento de dificultad y responsabilidad. La Segunda es traicionera. Mira cuántos equipos históricos llevan años en Segunda. Nosotros subimos a la primera, siendo campeones, pero tampoco se consideró algo normal y casi ni se pudo celebrar. En Primera hicimos una primera vuelta excepcional, sin apenas novedades de fichajes, y estuvimos peleando por posiciones cercanas a Europa. En la segunda vuelta nos costó algo más, pero no pasamos apuros y nos salvamos a falta de varias jornadas. Es cierto que el final fue difícil, no ganamos muchos partidos y estropeamos algo la temporada.

-¿Por eso ejecutaron la cláusula?

-La decisión ya estaba tomada. El grueso de las personas de mando que estaban en el club eran los que bajaron a Segunda y eso nunca se acabó de perdonar. De alguna manera, a mí se me incluyó como parte de esa época.

-¿Viene al fútbol saudí por dinero?

-He venido por vivir una experiencia, mejorar mi inglés y competir por ganar. El dinero claro que es importante. Es importante hacer caja estés donde estés, Arabia, España o cualquier otro país, pero yo no vine aquí por dinero. Entreno a Al Shabab, un equipo que cada semana esta más cerca de ganar que de perder, y a mí me gusta ganar. Yo sufro mucho en la derrota.

-¿Le ha impactado el contraste?

-Claro. Hay diferencias y no es fácil. Por ejemplo, aquí se vive más de noche que de día, pero cuando tú vas a otro sitio tienes que hacer panorámica de cómo es la cultura de ese país e intentar adaptarte. No somos ni mejores ni peores, somos culturas diferentes.

-¿Cómo es el nivel?

-Esto no es la liga inglesa o española, pero tiene nivel y exigencia. Tiene jugadores extranjeros muy buenos, como en mi equipo Ever Banega, que vino automáticamente tras ganar la Europa League con el Sevilla. Es decir, en su mejor momento profesional. Y el jugador local tiene talento. Arabia fue el único país que ganó a Argentina en el Mundial y estuvo cerca de pasar la fase de grupos. Hay recursos y ganas. La apuesta por el fútbol en este país es potente.

-¿Qué supone la llegada de Cristiano?

-Después del partido del lunes contra Al Ittihad, en la zona mixta todas las preguntas que me hicieron fueron por Cristiano. Ha ubicado en todo el mundo al Al Nassr y la liga de este país. La repercusión es brutal.