El algoritmo mágico del Union Saint-Gilloise

Los aficionados del Union Saint-Gilloise lo saben bien, pues ahora caminan por Europa tras haber sido campeones y hace no tanto la sola idea hubiese resultado algo absurda. En 2018 el club estaba en segunda división, y el último de sus once títulos nacionales quedaba en el lejanísimo recuerdo de 1935. La fecha no es baladí, porque ahí fue cuando Tony Bloom, que ya era dueño del Brighton, decidió adquirir el equipo bruselense para formar una especie algo particular de multipropiedad. Hoy es solo accionista minoritario, pues tuvo que vender parte por las regulaciones de UEFA.

Bloom es apostador, así logró su ingente fortuna, pero en lo suyo hay poco de suerte o superstición y mucho de números. En el Union, como ya había hecho en el Brighton, contrató los servicios de Jamestown Analytics, que no es suya, la empresa dedicada al asesoramiento de clubes que es a su vez filial de Starlizad, la compañía que recoge y analiza la data.

Llegó Bloom y con él su experiencia en el sector que ya había empezado a desarrollar en el Brighton. La clave para todos los clubes involucrados es siempre la misma: encontrar donde nadie busca. La sofisticación de las estadísticas que manejan los clubes que tienen contratado Jamestown hace que sean capaces de encontrar jugadores donde otros equipos ni siquiera se atreverían a mirar.

Un ejemplo evidente es el de Denis Undav, a quien detectaron cuando todavía estaba jugando en tercera división alemana. Allí estaba triunfando, pero era difícil prever que ese jugador de 24 años de verdad podía tener un futuro en el fútbol de élite. Pasó por el Union, que estaba en segunda belga, ascendió con el equipo y al año siguiente estaba en el Brighton. Allí no pudo adaptarse, pero un año más tarde, después de una cesión al Stuttgart, el equipo alemán decidiría ficharlo por más de 26 millones de euros.

Mirar de dónde llegaron los jugadores del Union es casi un reto. Sirva la delantera como ejemplo, que en los últimos años ha fichado a Promise David (un canadiense que llegó de la liga estonia), Kevin Rodríguez (de Independiente del Valle en Ecuador, que es también el club de origen de Caicedo) o Florucz (Olimpia de Liubliana).

Hay casos todavía de más éxito en el entorno de Bloom, como el fichaje de Mitoma, hoy estrella y antes en el Union, o los más célebres de Mac Allister y Caicedo, que hoy son dos de los mejores centrocampistas de toda la Premier League, pero a los que solo el Brighton detectó con el tiempo suficiente para hacer de ellos un enorme negocio.

No es que Bloom haya hecho inversiones desproporcionadas para elevar a sus equipos, el truco es otro, la clave es esa ligazón con la estadística. Su última adquisición ha sido el Hearts of Midlothian, un histórico club de Edimburgo que no gana la liga escocesa desde 1960 y ahora mismo le saca ya nueve puntos al Celtic. Los equipos de Glasgow, de hecho, llevan sin conceder una liga desde 1985, cuando la logró el Aberdeen de Ferguson.

Bloom tiene solo un porcentaje pequeño del accionariado del club, pero mucho más importante que su dinero es su estructura, las capacidades que puede aportar y que revolucionan la gerencia de los clubes que toca. El equipo escocés tiene como estrellas a Claudio Braga y a Alexandros Kyziridis. El primero, portugués, hace unos meses jugaba en la segunda división noruega, mientras que el griego se desempeñaba en un equipo de media tabla en Eslovaquia.

Esos jugadores, de 25 y 26 años, tenían más fútbol del que estaban jugando, pero nadie se fijó en ellos hasta que el programa de Jamestown indicó que serían potencialmente notables en un campeonato como el escocés. La empresa estadística, según cuentan los clubes, no entra en el día a día de cada equipo, es bastante lejana y reduce al máximo el número de interlocutores. Solo da nombres, nombres que han aparecido en sus algoritmos y que cuadran en cada equipo.

El Union Saint-Gilloise ganó su primera liga tras casi 90 años y el Hearts quiere hacer lo mismo 66 años después. El Brighton logró entrar por primera vez en su historia en competiciones europeas y en la última década se ha asentado como un equipo llamativo en el fútbol más competitivo del mundo.

En estos clubes, de un modo u otro, Bloom ha tenido algo que decir, pero Jamestown está ampliando sus miras y colaborando también con clubes que no son de Bloom. De momento, con bastante éxito. En el Como, por ejemplo, presumen de haber ascendido y ser la sensación de la Serie A con Cesc en el banquillo y los datos como guía. El Castellón, con Bob Vulgaris como dueño, otro apostador convencido del poder de los datos, también confía en la discretísima empresa y formó parte del aderezo del ascenso a Segunda. Un recordatorio de que hoy vale tanto un buen algoritmo como el mejor ojeador.