España - Portugal: El Villamarín fue una fiesta pese a no llenar el aforo

El buen tiempo, cálido pero no en exceso, acompañaba para que se pudiese disfrutar de una apacible tarde de fútbol con su previa y todo. Aunque en esta ocasión ni las calles, ni la grada, estaban abarrotadas como en las dos veces anteriores; el aficionado sevillano no defrauda y por supuesto no abandonó a la selección de Luis Enrique, ni aunque el seleccionador no se hubiese acordado de los equipos de la ciudad en su convocatoria. Por la Avenida de la Palmera se veían a grupos de amigos y familias con su camiseta de la selección y sus banderas a modo de capa camino del estadio. En los aledaños no paraban de sonar las bocinas; los aficionados esperaban la llegada del bus del equipo. No se veían muchas camisetas del conjunto luso pese a la proximidad de la frontera, a unas dos horas de coche. El primero de los autobuses en llegar fue el de Portugal, que se llevó una sonada pitada, como pasó cuando saltaron los jugadores a calentar. Los aficionados buscaban incomodar al rival, hacerles sentir que el ambiente era hostil, algunos hasta sobrepasaron la línea de la educación y el respeto y pitaron al himno de Portugal.

Llegó el autocar de la selección y los aplausos y los cánticos retumbaron por Heliópolis. Desde el calentamiento y la presentación de las alineaciones quedaron patentes las filias y las fobias. De Portugal se aplaudieron a Rui Silva y William, estaban en casa, aunque finalmente no jugaron. Se abucheó, y mucho, a Cristiano Ronaldo, que saltó al césped pasada la hora de juego momento en que la grada abróncó sonoramente al jugador del Manchester United, aunque después en la grada había pancartas de aficionados pidiéndole la camiseta. Del lado español la mayor ovación se la llevó Gavi, que volvía a la que fue su casa, primero cuando cantaron la alineación y cuando fue sustituido la ovación fue atronadora, gesto que el jugador devolvió aplaudiendo a la grada.

Pero esto es Sevilla y la guasa no iba a faltar y si a algo son leales los aficionados de aquí es a sus equipos y en las gradas un aficionado preguntaba «Y el Panda, Luis Enrique?», reclamando al seleccionador por la ausencia del delantero bético en la convocatoria, aunque no se llegaron a oír cánticos al respecto.

Desde Gol Sur, el bombo de Manolo llevaba el compás de los ánimos, incluso corearon su nombre. La hinchada estaba totalmente implicada en el choque y cada acción del combinado nacional se aplaudía y se pitaban las del rival. Palmas, vítores y hasta la ola pasó por la grada del Villamarín. No paraban de sonar las bocinas y las palmas ni cuando Portugal igualó el marcador a nueve minutos del final, único momento en el que se oyó a la afición portuguesa. En ese momento se volcó aún más la afición tratando de llevar a la selección hasta la victoria aunque finalmente no llegó. Tras el pitido final, el aplauso y el agradecimiento fueron de los jugadores a la grada.