Todo irá bien

La verdadera razón de las mentiras sobre el Camp Nou

«Todo el mundo sabe que las obras se retrasan y encarecen, desde las más domésticas a las más monumentales. ¿Por qué entonces el Barça vive en este continuo de anuncios, desmentidos y agonías?»

El Barcelona muestra el Camp Nou, pide jugar ya y el Ayuntamiento deniega la licencia

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Imagen de los banquillos del renovado Camp Nou Pep Dalmau

No existe una prisa futbolística o institucional por volver cuanto antes al Camp Nou. Todo el mundo sabe que las obras se retrasan y que se encarecen, desde las más domésticas a las más monumentales. ¿Por qué entonces el Barça vive en este continuo de ... anuncios, mentiras, desmentidos y agonías alrededor del regreso a su estadio? La explicación es la destrucción de un club, que sin embargo florece en lo estrictamente deportivo.

La prisa por volver al Camp Nou es estrictamente económica: Laporta necesitaba jugar un partido, aunque sólo fuera uno, para fingir que el Estadio estaba en funcionamiento y poder contabilizar lo ingresado por la venta de los palcos VIP. Habría sido de una creatividad contable escandalosa pero fue lo mínimo que el auditor le exigió. No lo ha conseguido simple y llanamente porque el estadio no está terminado ni cumple las normas de seguridad exigibles, y por ello, el Ayuntamiento de Barcelona se ha negado a darle los permisos. Tan prudente y razonable es la decisión pública como evidente que la prisa de Laporta es por su situación económica, y también personal, porque este año sin los 100 millones va a cerrar, previsiblemente, otra vez con pérdidas: y el año que viene hay elecciones, y tendrá que responder solidariamente con sus directivos si no remonta la deuda acumulada. Además Laporta, ha ido adquiriendo una serie de compromisos comerciales con distintas marcas y empresas que tampoco cobrará si no tiene el estadio en funcionamiento. Por lo tanto el presidente no está buscando un estadio para su equipo, sino una salida personal para él y sus compañeros de viaje.

El origen de este lío es que Laporta eligió a dedo a la constructora turca Limak y para justificar su extravagante apuesta, que sólo tenía, en realidad, una explicación inconfesable y personal, Laporta dijo que se basaba en dos factores: el primero, que serían más baratos que las constructoras españolas; el segundo, que serían más rápidos y que se habían comprometido a pagar un millón de euros por cada día de retraso. La primera fecha con que Laporta se enredó fue el 28 de noviembre se 2024, para celebrar los festejos de su 125 aniversario. Nadie se la pedía pero él la ofreció para tapar los verdaderos motivos por los que había elegido a los turcos. Ni se respetaron los plazos, ni Limak pagó el millón de euros al día, ni el precio fue el anunciado y el Barça gastará -por lo menos- sólo en su estadio los 1.500 millones que había pedido a Goldman Sachs para construir el 'espai Barça', que incluía el Palau Blaugrana, la urbanización del entorno y un edificio.

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