La oposición acecha a Laporta, que ya piensa en adelantar elecciones

'Som un Clam', que espera convocar a unas 1.500 personas, quiere denunciar también la actual opacidad presidencial y la excepcionalidad democrática de convocar una asamblea de compromisarios -el órgano supremo de gobierno del club- telemática y no presencial. El acto consistirá en unos breves parlamentos de los impulsores y en abrir los micrófonos a las preguntas de los asistentes, en claro contraste con la voluntad de Laporta esquivar el debate y silenciar a los socios no permitiéndoles asistir a la asamblea.

Motivos para la alarma no le faltan a 'Som un Clam' porque hasta la empresa auditora Grant Thornton, elegida a dedo por Laporta y pagada por el Barça, ha incluido devastadoras salvedades en su informe sobre el ejercicio de la temporada pasada, que subrayan la pésima gestión del club y sugiere unas pérdidas muy superiores a las declaradas y que rondarían los 400 millones de euros, por la realidad de que el valor de Barça Studios, o Barça Vision, es cercano a cero y no los centenares de millones que lleva años atribuyéndole el presidente para maquillar las cuentas.

A través de Víctor Font y de 'Som un Clam' va tomando cuerpo el creciente malestar con el presidente y sus comisionistas habituales, y el agujero cada vez más grande -y tal vez irreversible- en las finanzas del club. La presentación del jueves medirá la fuerza de una oposición que no ha existido durante los tres primeros años de la segunda presidencia de Laporta pese a las más que evidentes irregularidades y degradación económica e institucional.

Laporta no está excesivamente preocupado pero es consciente de que ya no juega sin rival y recuerda cómo en su primer mandato un anónimo Oriol Giralt estuvo a punto de desbancarlo con una moción de censura. Para contrarrestar, el presidente, que fallará una vez más a otro de sus grandes compromisos con el socio, que era empezar a disputar partidos en el nuevo Camp Nou a finales de octubre con el 60% del aforo, espera poder estrenar de alguna manera el estadio antes del verano y celebrar el título de Liga, que está convencido de ganar por el fulgurante arranque de Hansi Flick.

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Con estas dos buenas noticias -de producirse-, y el anuncio de un fichaje estrella, que Laporta dice estar trabajando para que sea Haaland, que acaba contrato con el City en 2027, el presidente confía en cautivar a un socio ya de por sí anestesiado, fanatizado y que en sus sucesivas votaciones y decisiones ha demostrado una pobreza intelectual sólo comparable a su miseria personal, acreditada esta última con el dato de que cuando más necesitado de apoyo ha estado el equipo -en su exilio de Montjuic- sólo 27.000 de los más de 80.000 socios han renovado su abono, es verdad que calculadamente desincentivados por un club más interesado en hacer caja con los turistas, vendiendo los asientos a un precio mucho más caro que el que pagan los teóricos propietarios del club. Los propios opositores que se presentan en defensa de la dignidad de estos socios no parecen tener mucha fe en ella porque admiten que pese al intencionado colapso al que Laporta está llevando al Barça, para venderlo, si en primavera puede jugar en el Camp Nou y cae un título, «Jan tiene el 60% de posibilidades de ganar las elecciones».

El único inconveniente para el adelanto electoral dentro de esta temporada es que al haber cerrado la anterior con pérdidas, el posible nuevo presidente podría interponerle una acción de responsabilidad. Laporta tendría que hacer ingeniería financiera -porque es imposible que la realidad le alcance- para cerrar el ejercicio con beneficios y ahorrarse los problemas judiciales.