Por qué Laporta no echa a Xavi y cuándo va a hacerlo

Igualmente le costó mucho echar a Koeman pese a los malos resultados del holandés. Pep, Jordi Cruyff le pedían insistentemente que le diera otra oportunidad, y otra más todavía Además Ronald era el héroe de Wembley. La primera Copa de Europa del club, la de Cruyff entrenador, a quien Laporta veneraba tanto. Sólo cuando el equipo cayó a plomo prescindió de él, y contra su voluntad y por presión de sus directivos, se hizo con los servicios de Xavi.

Desde entonces no ha desaprovechado ninguna ocasión para explicar a sus amigos cuánto le irrita la arrogancia de su técnico y que no tuviera la humildad de pedir entrenar primero en las categorías inferiores del club como hizo Pep; o que haya colocado a familiares en su 'staff'; además de criticar sus ideas futbolísticas por poco parecidas a las de Cruyff.

Laporta no confía en Xavi y no le sirve para su propósito pero no tiene ganas de echarlo. El sustituto va a ser Rafa Márquez, no tanto por sus virtudes técnicas como porque cierra el círculo de amigos del presidente situados impuestos claves del club para asegurarse toda clase de beneficios que por supuesto no son los futbolísticos.

La Champions va a ser una primera prueba de fuego. Si el Barça no supera los octavos Xavi puede considerarse exentrenador del Barcelona, sobre todo si el equipo cae de un modo tan deplorable como el pasado domingo ante el Girona. Pasar a cuartos sería un blindaje hasta que esta eliminatoria se resolviera. Aunque la Liga es un título importante, no ganarla pesa más que ganarla en el sistema mental del presidente, que solo da importancia -en lo futbolístico- a la Champions.

Por lo tanto, Xavi depende sobre todo de la suerte que tenga en Europa, y los resultados de la Liga no van a servir para salvarle, aunque podrían ser el detonante para su salida.

Más de fondo, hay que tener en cuenta que Laporta considera que en su segunda etapa al frente del club no ha podido desarrollar aún un proyecto deportivo totalmente propio. Un proyecto deportivo en el que pueda reconocerse como autor, o por lo menos como coautor, como sucedió en los casos de Rijkaard y de Guardiola. En este sentido tiene ganas de apostar por un técnico, no obvio como Xavi o Koeman, y aunque le gusta Rafa Márquez por motivos extrafutbolísticos, también lo ve como una apuesta muy personal que en el caso altamente improbable de que salga bien se la podrá atribuir como otra de sus generalidades. Si sale mal, será culpa de Márquez pero Laporta habrá ya conseguido lo suyo.

A pesar del recelo y la desconfianza que mutuamente se profesan Xavi y Laporta, el técnico de Terrassa tendrá que darle muchos motivos y muy incontestables a su presidente para que le eche. Xavi es una leyenda, Laporta considera que es hortera ir matando entrenadores y la alternativa es jugosa en la sombra pero altamente incierta en lo visible. De todos modos, la improvisación más absoluta y temeraria es la única norma que impera en este Barça decadente, condenado a venderse al árabe que más pague. En este sentido, Laporta ya tiene hechas algunas listas, y no son listas inocentes.