El 125 aniversario del Barça no se libra de las mentiras de Laporta: una celebración sin Messi y sin el Camp Nou

También en el capítulo de las ausencias, este era el día en que el nuevo Camp Nou iba a inaugurarse según lo prometido por Joan Laporta para justificar la elección de la constructora turca Limak para realizar las obras del estadio. El partido contra Las Palmas tenía que servir para celebrar el regreso a casa con un 60% del aforo. Fue tal el ímpetu con que el presidente defendió a sus turcos que llegó a decir que no sólo eran los más baratos sino que se habían comprometido a pagar al club un millón de euros por cada día de retraso, del que Laporta ahora les exonera por haber variado las condiciones arquitectónicas del proyecto inicial, como si ya de inicio no fuera una promesa completamente falsaria. A propósito de los turcos, y del motivo de su contratación, la vicepresidenta Maria Elena Fort fue más explícita al decir: «Nos hemos petado al Íbex 35».

Este sábado el Barça jugará en Montjuïc y muy probablemente lo hará el resto de la temporada, pese a las promesas presidenciales de hace unos días diciendo que en marzo se podrán jugar los primeros partidos oficiales. Además de incumplir lo prometido, el club ha aprovechado el destierro a Montjuic para distanciarse del socio. Es cierto que sólo 27.000 de 80.000 renovaron su abono, pero Laporta ha hecho cuanto ha podido para desincentivar el acceso de los socios al Lluís Companys y ha procurado vender las mejores entradas a los turistas, en paquetes que incluyen acceso a zonas vip catering y que son mucho más caros.

De igual modo, la impecable actitud del club en el rechazo a los energúmenos de la Grada d'Animació no se puede entender sin el hecho de que Laporta ni quiere ni puede condicionar 600 entradas del nuevo estadio a grupúsculos que exigen grandes descuentos en su cuota, porque aunque teóricamente el Barça continúa siendo de sus socios, en la práctica no van a ser éstos ni Laporta quienes determinen los precios de los nuevos carnés, sino Goldman Sachs que es quien ha pagado las obras y quiere recuperar el dinero prestado.

Ni Laporta cumple sus promesas con los socios ni tiene ningún interés en ellos, como demostró en la última asamblea, que fue telemática y no presencial para dificultar las preguntas incómodas y la discrepancia; y como ha demostrado también en el trato peyorativo que les ha dado en Montjuïc. En su línea de despatrimonializar al club y venderlo a pedazos, hasta la gran venta total cuando sea imposible pagar las deudas, busca alejar al socio del estadio para convertir al Barça en una atracción turística más de cuántas ofrece Barcelona a sus visitantes.

Este modelo basado en una premeditada carrera hacia el colapso que justifique su venta es lo que otros clubes de estructura parecida como el Real Madrid, tratan de evitar. Florentino Pérez plantea una transición tranquila y equilibrada hacia otro modelo de propiedad que de un lado permita al Madrid disponer del dinero que vale como club, y del otro continúe bajo el control de los socios pero con elementos de corrección de otros accionistas que impida a futuros presidentes comportamientos temerarios -como los de Laporta- que comprometan la estabilidad y hasta la viabilidad del club.