Todo irá bien
Laporta amenaza a Xavi con Márquez
«Tras años de no hacer ni caso al filial, su visita del domingo al vestuario y la fotografía que se hizo tomar con el mexicano es un signo inequívoco de desaire y advertencia al entrenador»
El Barça empata pero exhibe su miseria
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Laporta acudió a Palamós con el filial y se dejó fotografiado junto a Rafa Márquez, el técnico
Laporta le dejó el domingo a Xavi la cabeza del caballo del Padrino entre las sábanas. Esta vez no fue en silencio y de madrugada sino con fotógrafos y a la luz del día para que todo el mundo lo pudiera ver. Xavi pende de ... un hilo. El Oporto, el Atlético de Madrid y el Girona son tres partidos decisivos para su continuidad o cese.
Laporta como siempre jugará al oportunismo. Si el Barça sale airoso de la secuencia dirá que él siempre apostó por Xavi y que es el entrenador de su vida. Si los resultados no acompañan recordará que nunca fue su técnico, que lo aceptó por la presión de sus compañeros de junta y porque no tenía más remedio ante el desplome de Koeman y la falta de alternativas asequibles en aquel momento en el mercado. Y lo cesará y le culpará de una crisis que en parte es responsabilidad de los Hernández pero no del todo ni siquiera principalmente.
De un lado es cierto que Laporta nunca quiso a Xavi y que le irrita su planteamiento deportivo y personal -sobre todo su hermano- y el pésimo juego del equipo. El presidente nunca ha facilitado las cosas a un entrenador que ha llegado a fichar a un periodista de Mundo Deportivo, Edu Polo, no para protegerse de la prensa sino de la propia directiva. También es verdad que Laporta no ayuda a crear un buen ambiente en un vestuario en el que cada cual hace su guerra. Gundogan fue el altavoz de un disgusto generalizado.
Pero cuando le ha convenido y fiel a su improvisación permanente, Laporta no ha tenido reparos en apropiarse de los éxitos de Xavi, que también los ha tenido, y de hacer declaraciones de apoyo a un estilo que en el fondo desprecia. En este sentido pero justo al revés, tras años de no hacer ni caso al filial, su visita del domingo al vestuario y la fotografía que se hizo tomar con Rafa Márquez es un signo inequívoco de desaire y advertencia a Xavi, mostrándole cuál será su sustituto por poco que urja la necesidad de cambio.
De hecho, en su concepción de «gestión familiar del club», a Laporta sólo le falta el banquillo para controlar totalmente al Barça. Deco, Alejandro Echevarría y Jorge Mendes todo lo gobiernan pero con la incomodidad de tener a un técnico que obedece sus órdenes a medias. Xavi ha tragado mucho porque quiere continuar, pero ni los fichajes reflejan su idea deportiva, ni confía en el presidente y es perfectamente consciente de su precaria situación.
Hay que tener también en cuenta que Rafa Márquez apoyó a Laporta durante la campaña electoral y que el presidente ha sido escrupulosamente fiel a los que cuando nada tenía asegurado le ayudaron. Convirtiéndolo en técnico del primer equipo le pagaría la deuda y a la vez se aseguraría de tener a uno de los suyos para poner, quitar y promocionar a los jugadores que al presidente y a sus amigos les resulte oportuno.
Esto no sólo no es menor en la estrategia de Laporta sino que junto a las obras del estadio y sus ganancias se ha convertido en el eje fundamental de su presidencia. Junto con todo ello, continúa buscando la épica de un segundo efecto Guardiola con el que sorprender a todos y revolucionar el fútbol con un entrenador que él se haya inventado. No es lo mismo Guardiola con el consejo y la visión de Cruyff que Rafa Márquez haciendo de la necesidad virtud y sin que ninguna voz autorizada le avale.
Si por lo que sea hubiera suerte sería el gran éxito del presidente y sí la línea de fracaso se mantuviera a final de temporada diría que era un entrenador provisional y se estudiaría el mercado, aunque pocos entrenadores como el mexicano estarán dispuestos a jugarse su prestigio por plegarse a las órdenes de un presidente con muchas otras prioridades que el fútbol.