Todo Irá Bien

El Barça y el rostro de la muerte

«El problema no es perder el Gamper con el Mónaco, sino que el futuro del club, condenado por la nefasta gestión de su presidente, resulta más incierto cada día que pasa»

Flick, un empleado de Zahavi/Mendes (y de Laporta)

Laporta durante el trofeo Joan Gamper EFE

Dar importancia al resultado de un Gamper es estar fuera de la realidad, pero queda un día para que empiece la Liga y otra vez el Barça de Laporta naufraga en la improvisación y el único rumbo es el que marcan los comisionistas habituales. ... Hansi Flick sabe de fútbol, pero el camino que de momento ha elegido es la sumisión de no hacer enfadar a los amos (Zahavi/Mendes y Laporta), y un año más la plantilla está descompensada porque el criterio para fichar no ha sido el deportivo sino el de las ganancias personales.

El Barça se ha gastado 50 millones que no tiene en fichar a un jugador –Dani Olmo– que no necesita; y ni ha buscado un sustituto para Busquets, en la esencial posición de líbero, que continúa vacante tras el estrepitoso fracaso de Oriol Romeu. El fichaje de Nico Williams sigue en el aire pendiente de trucos y de golpes de efecto, cada uno de ellos con una explicación que no responde a los intereses del club. La desorientación es total. El resultado contra el Mónaco no es relevante, pero más allá de los lesionados, la plantilla está coja y descompensada porque ni hay una idea futbolística que prevalezca ni hay ningún criterio presentable en los fichajes. La explicación de por qué el fichaje de Olmo ha sido posible, y de momento el de Nico Williams, no –pese al total acuerdo que el jugador tenía con el club– es la misma: y es que el Athletic Club no está dispuesto a negociar ningún pago diferido ni por supuesto comisiones. Además, que Dani Olmo haya hecho una buena Eurocopa no puede obviar el hecho de que para esta posición el Barça ya tiene a Fermín, que ha protagonizado una Eurocopa y unos Juegos no menos sobresalientes, y que la temporada pasada, sin ser titular, marcó el doble de goles de los anotados por el nuevo fichaje en sus dos últimos cursos en la Bundesliga.

Las fechorías de Laporta en el terreno financiero están en el centro de este trilerismo permanente, de este enredo. Su última añagaza ha sido conceder a dedo a la empresa Aramark la explotación por 25 años de los frankfurts del Camp Nou, a cambio de 40 millones. Se trata de una adjudicación a dedo, sin proceso de licitación, ilegal y que cuando llegue otra junta la va a impugnar. Además, significa empeñar una fuente de ingresos del club para derrochar hoy lo que no tendremos mañana. Por el mismo sumidero se verterán los 100 millones de euros que Nike anticipará al club por la venta de camisetas de los próximos años.

De fondo, Laporta continúa sin encontrar a accionistas reales que paguen por Barça Studios, su gran y falsaria entelequia para cuadrar las cuentas del ejercicio 2022-23 con esos 400 millones por los que nadie ha pagado absolutamente nada y que este año tendrá que provisionar. Igualmente el presidente continúa sin dar ninguna explicación de cómo cerró el ejercicio la temporada anterior, a la espera de las penúltimas artimañas que se le ocurran para tapar el agujero que ha creado con sus amigos comisionistas, su fanfarronería y su permanente huida hacia adelante.

El problema no es perder con el Mónaco, sino que el Barça tiene el rostro de la muerte a que su presidente le ha condenado.

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