Los Ángeles de Laporta

El Madrid ha viajado a Los Ángeles en un vuelo regular de Iberia con el equipo, los técnicos y cuatro directivos. Cuatro no es una manera de hablar. Son cuatro. El Barcelona lo ha hecho en un chárter con capacidad para 237 pasajeros. Entre el 'staff' y el equipo suman 60 personas. El resto son directivos y demás invitados del presidente.

No ha sorprendido la euforia de Joan Laporta en la discoteca más famosa de la ciudad californiana, porque encaja perfectamente en su trayectoria fiestera. Es su gusto de siempre por el ocio elemental, provinciano, sin metáfora. Al ser preguntado por un amigo sobre las señoritas que aparecen en la fotografía, Jan ha tenido la ocurrencia de contestar: «¿Y sabes qué es lo mejor? ¡Que no son putas!». Lo que, claro está, no significa que salgan gratis.

Dejando a un lado si las apreciaciones presidenciales sobre el oficio de sus acompañantes son cínicas o benévolas, el derroche es incomprensible en un club que debe más de la mitad de lo que vale, que tiene que recurrir a los créditos hasta para pagar sus gastos del día día, y que no puede fichar en condiciones por falta de recursos.

Además —y esto es común en los otros equipos de nivel— los técnicos están desesperados con estas giras para hacer caja, porque les impiden trabajar como querrían en la puesta a punto de los jugadores. Los compromisos publicitarios, tener que saltar de ciudad en ciudad y el poco tiempo que hay para sesiones programadas y continuadas, hace que el equipo no llegue al principio de las competiciones todo lo engrasado que los cuerpos técnicos desearían. Luego llegan las lesiones, los rendimientos mediocres y la insatisfacción de unos socios que no entienden cómo puede ser que con el dinero invertido el resultado sea tan pobre.

Precisamente de pobre y de pequeño, ha acusado al Barça el alcalde de Gerona y de la CUP, Lluc Salellas, por el fichaje de Oriol Romeu, la estrella del equipo de la ciudad. Es tradicional que los equipos menores de Cataluña acusen al Barça de destruirles para crecer, por la vía de ficharles a cualquier jugador que despunte. Es cierto que la acusación del alcalde parte de la impotencia y de la incomprensión de cómo funciona el mundo que siempre han sufrido los comunistas, pero también que para cubrir sus verdaderas necesidades el Barcelona tiene que recurrir a glorias locales, que difícilmente pueden cuajar fuera del ámbito regional, porque el poco dinero del club se ha dilapidado en los fichajes que planean los amigos del presidente con intereses que no son precisamente los deportivos.

En esta línea está Joao Félix, representado por Jorge Mendes, otro de los comisionistas habituales de Laporta. El jugador —una estrella indomable con la que ni Simeone ni ningún entrenador sargento quiere contar porque no trabaja— ha dicho que la ilusión de su infancia era jugar en el Barça, en un mensaje perfectamente calculado por su manager para ponerlo en el Camp Nou porque sabe que es uno de los jugadores preferidos del presidente. Otra operación comercial que al equipo no le hace ninguna falta pero que tiene a los mismos beneficiarios de siempre.

Mientras crece el gasto y el despilfarro mengua el entusiasmo de los abonados. El club sólo ha conseguido vender 17.000 de los 55.000 abonos disponibles para el estadio de Montjuïc, en el que el Barça jugará la próxima temporada. Para combatir este desencanto, la junta directiva ha aprobado poner a la venta el llamado 'ticket joven' para menores de 30 años, consistente en entradas para la Liga y la fase de grupos de la Champions a un precio de entre 20 y 25 euros. Lo que nadie quiere has de regalarlo, o casi.