Rodri rompe un desprecio de más de seis décadas

Muchos méritos hizo el madrileño durante la temporada 2022-23 para ubicar su nombre entre la terna de favoritos, sin éxito. Finalmente, ha sido su también excelente campaña 2023-24 la que le ha encumbrado al olimpo futbolístico. Campeón de la Premier League, la Community Shield, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes con los 'citizens', ha sido su actuación con el combinado nacional la que le dio el empujón definitivo. Ganador de la Eurocopa, elegido mejor jugador del torneo, el faro y el líder sobre el campo y fuera de él de la mejor selección, por juego y resultados, del Viejo Continente.

Gracias a todo ello, 'France Football' ha puesto fin a una sequía que se alargaba 64 años, desde que el gallego Luis Suárez se proclamó ganador en la quinta edición del Balón de Oro. Desde entonces, no son pocos los futbolistas españoles que han optado a sucederle con final amargo, con mayor o menor justicia.

Como futbolista del Barcelona, allá por 1960, el coruñés se impuso a todo un Ferenc Puskás para elevar a lo más alto del fútbol la marca España. En las cinco temporadas posteriores, el Arquitecto repitió, ya en el Inter, hasta en tres ocasiones más en el podio, acompañado por su paisano Amancio en el 64 tras levantar ambos la primera Eurocopa de la historia de la selección, pero no pudo repetir éxito.

Tuvieron que transcurrir más de dos décadas para que un jugador nacional volviera a situarse entre los finalistas del prestigioso galardón. Emilio Butragueño, líder del Madrid de la Quinta del Buitre que impuso su ley en la Liga con cinco títulos consecutivos, dio el salto a estrella mundial en el Mundial de México. Gracias a lo cual terminó en tercer lugar en los Balones de Oro de 1986 y 1987, seguido por su compañero Míchel en el segundo, premios que se llevaron el ucraniano Igor Belánov y el neerlandés Ruud Gullit.

A pesar de la presencia de Butragueño en el podio, no fue hasta el año 2001 cuando el fútbol español sintió que por fin su mala racha con el premio de 'France Football' llegaría a su fin. Raúl González Blanco, estelar delantero del Madrid, partía como gran favorito a inscribir su nombre en el esférico áureo. 46 goles en el año natural, pichichi en Liga y Champions, campeón de la primera y eliminado en semifinales de la segunda. Sin embargo, la sorpresa y la indignación fueron mayúsculas cuando el galardonado fue Michael Owen, un joven delantero de 21 años que levantó cinco títulos con el Liverpool, aunque sus cifras goleadoras fueron muy inferiores al madrileño y su mayor éxito fue la UEFA conquistada por los 'reds', que no disputaron la máxima competición continental.

Entonces, llegó la época gloriosa del fútbol español. Entre 2008 y 2012, la selección española encadenó dos Eurocopas y un Mundial, un hito sin precedentes. En esas cinco temporadas hubo al menos un jugador nacional entre los finalistas, pero los focos que acaparaba la despiadada lucha por el trono del balompié mundial entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo restó lustre a los éxitos del combinado nacional, al menos para el jurado.

Fernando Torres, brillante goleador en el Liverpool y héroe de los campeones de Europa dirigidos por Luis Aragonés, tuvo que conformarse con el Balón de Bronce en 2008, por detrás del luso, en su primer galardón, y del argentino. Se intercambiaron los dos primeros puestos en el año siguiente, lo que significó el primero de los ocho Balones de Oro de Messi, y el lugar del Niño en el tercer escalón del podio lo ocupó Xavi Hernández, faro del flamante ganador de la Champions.

Más sangrante supuso para el orgullo patrio lo sucedido en 2010. El combinado de Vicente del Bosque tocó el cielo en Sudáfrica con un estilo inigualable, representado sobre todo por los cerebros y las botas de Xavi y Andrés Iniesta. A pesar de proclamarse ambos campeones del Mundo, una competición en la que su compañero no pasó de los cuartos de final, el premio volvió a viajar hasta las vitrinas del argentino. La sensación generalizada asumía que difícilmente coincidirían dos futbolistas españoles con más méritos para alzarse con el galardón.

En 2011 el de Tarrasa repitió como tercer clasificado y en 2012, cuando España sumó su tercera Eurocopa, su puesto lo ocupó el de Fuentealbilla. Pero Leo Messi, cuyos números y juego le colocaban en un escalón superior al del resto de mortales, se llevó también esos dos Balones de Oro.

La generación de oro del balompié nacional llegó a su fin y con ella las esperanzas de presenciar al sucesor de Luis Suárez como mejor jugador del mundo. Hasta que de las entrañas de Madrid salió un tal Rodri, reconvertido en don Rodrigo. Un futbolista de época, un centrocampista esplendoroso, que ha roto un desprecio de más de seis décadas y se ha cobrado la deuda del Balón de Oro con el fútbol español.