El baúl de los deportes
La mayor goleada de la historia del Real Madrid: el escandaloso 11–1 al Barça cumple 80 años
El 13 de junio de 1943, el club blanco logró en un partido de Copa la victoria más abultada de su vida ante su gran rival azulgrana
Increíble: el Real Madrid fue homenajeado «clamorosamente» en Barcelona como campeón de Europa
Madrid
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Iniciar sesiónNo, esta historia no va de manidos lamentos arbitrales. El silbato, los silbatos, eran los que vendieron y regalaron a un buen puñado de los 25.000 aficionados madridistas que el 13 de junio de 1943 abarrotaron las gradas del estadio de Chamartín para ... asistir al partido de vuelta de semifinales de la Copa del Generalísimo. El Real Madrid ganó 11-1 al Barcelona, remontó el 3-0 adverso de la ida y se citó en la final con el Athletic (entonces Atlético de Bilbao). Fue la victoria más abultada en el clásico del fútbol español y se produjo en un contexto social y unas circunstancias históricas muy especiales y polémicas.
Aún ardían los rescoldos de la cruenta Guerra Civil finalizada apenas cuatro años antes cuando Barcelona y Real Madrid tuvieron que jugar la semifinal copera a doble partido. El primero tuvo lugar el 6 junio de 1943 en el campo de Las Corts. Ganó 3-0 el Barça ante los suyos, pero el resultado fue lo de menos. Una rivalidad deportiva que hasta entonces había sido correcta saltó por los aires. En el campo y en las páginas de los diarios. No pocos periodistas esgrimieron pluma afilada y tiñeron de color venganza el encuentro de vuelta en Madrid.
Uno de los más agresivos fue Eduardo Teus en el diario 'Ya'. Teus, que había sido portero del Real Madrid y seleccionador nacional, mezcló deporte y política, algo siempre peligroso y especialmente delicado hace 80 años: «Fue la cazuela hirviente de Las Corts la que hizo subir al marcador los dos tantos que encajó el Real Madrid en el primer tiempo… El público, al silbar al Madrid, se veía que increpaba claramente a los representantes de España… Ah, si Chamartín ayudase el domingo como la cazuela hirviente de Las Corts en el primer tiempo… El ambiente apasionado y coaccionador que tuvo el Barcelona, ¿cuándo será posible en Madrid?». Fue posible justo una semana después.
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Tampoco se guardó nada Juan Alberto Martín Fernández en ABC: «No se trata del fútbol, sino de lo que le rodea. No se refiere al deporte sino al antideporte. Más claro: ha surgido de nuevo, y ahora, nada menos que en el campo de Las Corts, el más locuaz impresionante espectáculo de la agresividad unánime, de la vehemencia… Frente a un Barcelona que, justamente, aspira a alcanzar un año más el título de campeón de España, al Real Madrid no le ha sido posible jugar durante todo el primer tiempo, porque se ha opuesto, más que el equipo azulgrana, el público; antes que las dificultades del lance o la superioridad de juego, el árbitro... Sencillamente, se halló desbordado, absorbido, hundido por un griterío ululante que, a toda costa, quería—y consiguió—imponer su voluntad... Una zarabanda de golpes, patadas, empujones, faltas y violencias, remedo perfecto de una descomunal batalla, sin parecido con el fútbol…».
Agresividad periodística
El periodista, que paradójicamente firmaba con el seudónimo Juan Deportista, fue especialmente duro con los aficionados presentes en el estadio catalán: «No. Este público de este partido, ni es imparcial, ni es justo, ni ponderado; y el fútbol del primer tiempo, así jugado, ni es fútbol ni cosa que se le parezca. Contando con un ejército seguidor tan disciplinado., el Barcelona puede marcar dos o doscientos tantos... Si el suceso es irremediable y el deporte espectáculo ha de hipertrofiarse con tan voluminoso cáncer, no estará de más dedicarse a la busca y .captura de una .solución radical. Y, a mi juicio modesto, ésta sería volver, de cuando en vez, a los partidos a puerta cerrada… ¿Quién inició el juego de dureza extremada? Yo diría que el público... Lo peor—o lo mejor—es que en Chamartín .no hay que temer que se repita el caso». Sin embargo, siete días más tarde sí se repitió. Incluso 'El Mundo Deportivo' se explayó en lo extrafutbolístico: «El árbitro y el público: el señor Fombona se pasó por querer tolerar demasiadas cosas. Y hay jugadas en las que no se puede ser tolerante. Así como no era admisible que algunos jugadores blancos se valieran de cualquier arte con tal de alejar el peligro tampoco lo eran venganzas de tipo personal que pusieron en práctica algunos barcelonistas, jaleados por parte del público».
El ambiente estaba tan caldeado que un día antes del partido el Real Madrid emitió un comunicado mediante el cual intentaba «encauzaran la pasión» de sus socios y simpatizantes
«Esto, francamente, nos dolió. Quisiéramos para Barcelona y para el Barcelona este público ecuánime que nos atribuyen en provincias. En la gran masa que llena hoy Las Corts hay ciertos sectores francamente peligrosos para el mismo equipo. Son los clásicos fanáticos que desorbitan las cosas, y a los que hay que recomendar un poco de calma y serenidad. A nada conduce crear una atmósfera exagerada de apasionamiento y es además contraproducente ante un partido de vuelta. No fue agradable ayer la atmósfera enrarecida de Las Corts», añade Carlos Pardo, autor de la información en el diario deportivo editado en Barcelona.
En la misma línea discurre la crónica de 'La Hoja del Lunes' de Barcelona: «Hablamos de nerviosismo y realmente lo hubo en dosis máximas. Jugadores, por un lado, especialmente por parte del equipo blanco, que utilizó un juego, por parte de algunos, impropio de su categoría, pues se practicaba la «caza del tobillo», y público, por otro, que se contagió el nerviosismo de los jugadores…».
Por si el partido de vuelta en Madrid no había sido ya suficientemente calentado con las alusiones a la actitud del público catalán, 'La Hoja del Lunes' lo remató con un aseveración deportiva que acabó de espolear al Real Madrid y a sus seguidores: «La victoria barcelonista lograda ayer en Las Corts fue lo suficientemente clara para considerar al once azulgrana clasificado para la gran final, toda vez que tres tantos son un serio valladar para salvar, sin peores consecuencias, el partido de vuelta. El resultado que acusó el marcador al finalizar el tiempo reglamentario es un claro exponente de la diferencia entre los dos equipos contendientes…».
Y llegó el domingo 13 de junio de 1943. «El plazo de ocho días transcurridos desde el encuentro de Las Corts ha servido para preparar los equipos y elevar los ánimos», se lee en ABC ese mismo día. Cómo estarían esos «ánimos» que la directiva del Real Madrid envió a los periódicos el siguiente comunicado dirigido a sus socios y simpatizantes: «Alrededor del partido se ha creado un ambiente de pasión que creemos es nuestro deber contribuir a encauzar. No estimando necesario puntualizar lo ocurrido en Barcelona por haberlo explicado suficientemente la Prensa; pero cuanto más incorrecta o equivocada es la actitud de un público, menos deportivo es tratar de imitarla. Y conste que esto no quiere decir que tratemos de refrenar el entusiasmo de los aficionados madrileños, cuyo apoyo tantas veces hemos echado de menos; únicamente queremos prevenirles para que no se dejen arrastrar a incorrecciones que sólo podían perjudicar al Real Madrid y al buen nombre del público de la capital de España».
Refrescos y gaseosas, prohibidos
La nota del club blanco llegó tarde. El «ambiente de pasión» ya se había desbordado. La expedición del Barcelona viajó el viernes, dos días antes del partido. Su autobús fue recibido a pedradas y se hospedaron en Aranjuez, a 50 kilómetros de la capital. Los jugadores no pudieron salir del edificio donde se hospedaban porque les increpaban, insultaban e incluso corrían peligro de ser agredidos.
En Madrid vendieron y/o regalaron –las versiones varían según la diferentes fuentes— miles de silbatos a los aficionados y socios, quienes los utilizaron en las gradas de Chamartín como arma sonora cada vez que un jugador azulgrana tocaba el balón. El temor ante posibles incidentes graves era tal que se prohibió la venta de botellas de refrescos y de gaseosa dentro del campo. Y así, en semejante atmósfera de tensión, Celestino Rodríguez, árbitro del partido, decretó el comienzo del mismo a las 19:30 en punto.
14-06-1943
«Aquella fama de caballerosidad, de corrección, de saber dar lecciones deportivas no la vimos por ninguna parte. Mal, muy mal eI público de Chamartín»
Juan Antonio Samaranch
Periodista del Diario ‘La Prensa’
Ramón Encinas, entrenador del Real Madrid, alineó a Marzá; Querejeta, Corona; Sauto, Ipiña, Moleiro; Alsúa, Alonso, Pruden, Barinaga y Botella. Su homólogo en el banquillo del Barça, Juan José Nogués, formó con: Miró; Curta, Benito; Raich, Rosalench, Calvet; Sospedra, Escolá, Martín, César y Valle. Al descanso el marcador ya era escandaloso, 8—0, y aumentó hasta finalizar 11—1. Los goleadores fueron Barinaga (4), Pruden (3), Alonso (2), Alsúa y Botella. El único tanto visitante fue obra de Martín apenas unos minutos antes del final. La mayoría de cronistas relacionaron lo sucedido sobre el césped con lo vivido en la grada. Hay versiones bien distintas –desde la crítica más o menos severa hacia el público madridista hasta la justificación de su agresiva actitud—, pero teniendo en cuenta la férrea censura de la época sorprende leer algunos párrafos.
El texto más impactante, sin duda, lo firma Juan Antonio Samaranch. El que fuera presidente del Comité Olímpico Español, ejerció de periodista en los años 40. Fue enviado especial del diario barcelonés 'La Prensa' al partido de vuelta copero jugado en Madrid. Y el 14 de junio de 1943 escribió lo siguiente (página 5): «Aumentado y corregido: ¿Las Corts?... ¡Chamartín!... Cuántas cosas hemos leído esta semana en los periódicos matritenses. Vamos a darle su parte de razón por las circunstancias que hicieron no fuera muy correcto el comportamiento de los incondicionales del Barcelona. Pero ellos, abultando los hechos hasta la exageración, son los culpables de este espectáculo lamentable que hemos presenciado en el campo de Chamartín, dejando pálido lo sucedido en el partido de ida. Aquella fama de caballerosidad, de corrección, de saber dar lecciones deportivas no la vimos por ninguna parte. Mal, muy mal eI público de Chamartín, que cortó una tradición, y por muchos honores que consiga en la final para nosotros ha perdido aquella fama de caballerosidad tantas y tantas veces nombrada y tantas veces por nosotros percibida... Y ahora nos vienen a la memoria muchas crónicas de Madrid escritas quizá por los mismos que ahora son los verdaderos inductores de esta actitud agresiva de la totalidad del público de Chamartín, en que se decía que en la actualidad el campo propio no tiene importancia... ¡¡ 11 a 1 !! Con un 3 a 0 a favor está eliminado el equipo que más probabilidades tenía para llegar al título de campeón de España. No se martiricen pesando las causas de estos hechos los incondicionales del Barcelona. Es un buen consejo. No hay que buscar los culpables porque no los hay en el equipo… Para ellos es la final. Son lo mismo 11 que 50. Pero esto ha sucedido a costa de aquella fama de caballerosidad de que tantas y tantas veces nos hablaban estos cronistas de gran nombre y prestigio y que más bien, como era su obligación, de refrenar los ánimos, han sido los que han inducido a superar un resultado holgadamente y una descortesía con otra mucho mayor».
'La Prensa' era un periódico del Movimiento, y el duro artículo de Samaranch causó enorme conmoción. Le quitaron el carnet de periodista y tardó en volver a ejercer. Y es que, 80 años después y con la perspectiva de la época en la que fue escrito, la contundencia del texto sigue sorprendiendo. Más aún sabiendo que Samaranch era simpatizante del Español —club vecino y rival acérrimo del Barça—, y militante de Falange Española. Hubo otras crónicas de variados enfoques tanto en Madrid como en Barcelona. Algunos ejemplos:
Bajo el título «Seamos deportistas, el Madrid aplastó al Barcelona», Acisclo Karag, subdirector del diario 'Gol' (14—06—1943), escribe: «Había un ambiente de exagerado apasionamiento en el público… Salieron juntos los dos equipos y los aplausos se confundieron con los pitos. Luego, estos pudieron más que aquellos, salvo en los momentos culminantes de los tantos. No hemos presenciado el encuentro de Las Corts. Pero se ha dicho y se ha escrito que parte del público barcelonés no se comportó debidamente. Muy mal hecho, porque no es deportivo. El deporte presupone dominio de los nervios, caballerosidad y corrección. Ayer se repitió el hecho en Chamartín… Podemos manifestar con el corazón en la mano que a través de muchos años, más de treinta, no hemos oído en ningún campo deportivo un tan gran concierto de disonancias. Claro está, tenemos que decir lo mismo, que está muy mal hecho. Acaso se podría admitir una pitada como una simple llamada. Pero Ia insistencia resulta demasiado fuerte. No es el camino que deben seguir los espectadores. Así estropeamos el deporte, así pulverizamos la palabra deportista».
ABC (15—06—1943): «Cuestión zanjada. No hay .por qué paliar la vehemencia y el fragor con que él público de Chamartín se produjo ante el Barcelona semifinalista. Si en el terreno de Las Corts aquel estruendo tuvo un eco desmoralizador en el Madrid, el griterío de aquí habrá de haberle tenido en el conjunto azulgrana. La única diferencia esencial, para mí, ha estado en el criterio estricto, ponderado y justo con que el árbitro logró dirigir esta .contienda que se presentaba evidentemente difícil. Deducción importantísima a extraer de este resultado es la conveniencia, o más bien, la obligación, de influir en lo posible cerca de los públicos hasta traerles a la ponderada ecuanimidad que debe ser gala del deporte. A una exaltación del público barcelonés ha correspondido paralela exaltación, que en Chamartín ha tenido la fortuna de ver actuar un Madrid desconocido de entusiasmo, de calidad y de resistencia. La cuestión está zanjada, porque por unos u otros motivos, el fútbol realizado, en suma, por los madridistas superó enormemente al de los barceloneses. Y por eso nada más, el Barcelona resulta eliminado».
La pieza de 'El Mundo Deportivo' (14—06—1943) la firma su director, José Luis Lasplazas, que compaginaba ese cargo con el de seleccionador catalán: «Desgraciadamente, no somos perfectos… Es posible que algunos se dolieran de que desde estas columnas se dijera que el público, el domingo último, en Las Corts, no fuera perfecto, pero por lo menos debe tenerse en cuenta al juzgarlo que recibió el Real Madrid con una ovación, y que si llegó a perder la línea en algún momento fue fruto de lo jugado en el campo. En Madrid, no. En Madrid, el público tampoco fue perfecto; y si alguien al hablar de las Corts hizo comparaciones y símiles y habló de sartenes hirvientes, nosotros podríamos decir ahora que Chamartín dio por lo menos idéntica temperatura en sus gradas, con la diferencia de que el Barcelona fue recibido con una pita extemporánea... Digo e insisto en que el público de Chamartín fue apasionado y vehemente hasta el extremo, pero a esa imperfección suya del apasionamiento vino a sumarse la imperfección barcelonista en forma de moral endeble. Jugadores de la talla técnica y de la experiencia profesional de los azulgrana no deben en buena lógica sentirse coaccionados y desmoralizarse hasta el límite de ir flotando por el terreno en plan de figurones de feria».
Crónica de la agencia Alfil publicada en la 'Hoja del Lunes': «He aquí uno de los partidos de resultado más sorprendente e inesperado. Que ganaba el Madrid, lo creía el 99 por ciento de los aficionados, pero que eliminaría al Barcelona, contadísimos pensarían en ello. Posiblemente, el más optimista pensaría en un desempate. Once-uno es mucho tanteo para un Madrid-Barcelona. Los mismos partidarios apasionados del Madrid han de reconocerlo así. Se trata de un partido completamente raro, debido a la diferencia de ánimo entre los dos equipos. Mientras los madrileños salieron con el máximo entusiasmo, el Barcelona salió apagado. Desde el primer momento, más de cuatro de sus jugadores actuaban con gran prudencia… Jugó muy bien todo el equipo del Madrid, principalmente sus interiores y sus medios».
Aparte de las opiniones y los testimonios más o menos subjetivos, la gravedad de lo ocurrido en aquella semifinal copera queda certificada en las consecuencias derivadas de la misma. La Federación Española de Fútbol impuso al Real Madrid una multa de 2.500 pesetas (15 euros) por incidentes del público, y sendas sanciones de 25.000 pesetas (150€) al equipo blanco y al Barcelona «por la importancia y arraigo de los clubes, y el mal ejemplo dado». Son cantidades considerables teniendo en cuenta que el sueldo mensual rondaba entonces los 2,5 euros.
El enojo de los dirigentes deportivos, y los no deportivos, fue tal que pocos días después los presidentes de ambos clubes —Antonio Santos Peralba (Real Madrid) y Enrique Piñeyro, Marqués de la Mesa de Asta (Barcelona)— 'dimitieron' (teniendo en cuenta el significado y el figurado sentido de voluntariedad del verbo «dimitir» en aquellos años).
Una semana más tarde, el 20 de junio de 1943, el Athletic (entonces Atlético de Bilbao)se proclamó campeón de Copa al vencer al Real Madrid (1—0) en la final disputada en el estadio Metropolitano de la capital.
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