El Baúl de los Deportes
Una puñalada que mató a Aitor Zabaleta y retrató el lado oscuro del fútbol
El 8 de diciembre de 1998, Ricardo Guerra, ultra del Atlético, asesinó en Madrid a un aficionado de la Real Sociedad
Aquel llenazo en el Bernabéu, 80.000 espectadores, para ver un Castilla-Bilbao Athletic

Aquel navajazo cobarde y asesino pinchó mortalmente el corazón de Aitor y rasgó las costuras del lado más oscuro del fútbol y de la sociedad. Sucedió hace 25 años, 8 de diciembre de 1998, y al día siguiente fue triste noticia de portada. ABC abrió su edición informando del execrable suceso ... : «Un seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta Cortázar, de 28 años de edad, murió poco antes de las tres de la madrugada en la Clínica de la Concepción de Madrid, después de sufrir una puñalada, en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, que le afectó una arteria cerca de la vena aorta… Zabaleta, que fue operado de urgencia, no pudo superar una arritmia cardiaca. El joven había acudido a Madrid a presenciar, junto a su novia, el encuentro de fútbol de la Copa de la UEFA entre la Real Sociedad y el Atlético de Madrid. El ataque de un grupo de personas, al parecer seguidores del conjunto colchonero, segó la vida de este aficionado donostiarra».
Aprovechado el puente festivo de diciembre, numerosos aficionados guipuzcoanos habían viajado a Madrid para asistir al partido de vuelta de octavos de final de la Copa de la UEFA. Entre ellos, la novia de Zabaleta, integrante de la peña femenina realista Izar. Aitor acompañaba a Verónica cuando, a las seis y media de la tarde, sufrió la agresión mortal. «Según confirmó el delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, los hechos ocurrieron en la calle de la Virgen del Puerto, concretamente a la altura de la puerta número 8 -otras versiones apuntan que era la puerta 20- del estadio. «El fallecido y su novia iban hacia el estadio con un grupo de seguidores de la Real y, se separaron del grupo porque Verónica quería tomar un café. Se acercaron al bar Alegre, en el que no llegaron a entrar al comprobar que dentro había un grupo de personas, al parecer seguidores del Atlético, aunque no está confirmado que fueran del grupo conocido como Frente Atlético'», se detalla en las páginas de la sección de Deportes.
«Según parece, parte de estos últimos salieron a la calle y se metieron con la novia de la víctima, que llevaba una bufanda de la Real Sociedad, ya que él no llevaba ningún distintivo. En el transcurso de la riña, uno de estos individuos asestó una única puñalada, cerca del corazón, al fallecido. Efectivos del Samur, que se encontraban en los aledaños del estadio en prevención de incidentes -se había montado el dispositivo especial para los partidos de alto riesgo, como era éste-, atendieron a la víctima cuatro minutos después en el propio lugar del suceso. Esta circunstancia permitió que los sanitarios lograran llegar cuando el joven se encontraba consciente, aunque sufría 'shock hipovolémico'».
«Un portavoz sanitario precisó, además, que dado que Aitor había perdido mucha sangre sufrió una parada cardiorrespiratoria, por lo que el personal de este servicio municipal procedió a estabilizarlo en sus constantes vitales y a trasladarlo seguidamente con toda urgencia a la Clínica de la Concepción, donde fue operado a vida o muerte. La intervención quirúrgica -los cirujanos de guardia ya habían sido avisados y se encontraban alerta- acabó sobre las nueve menos cuarto de la noche y, desde el quirófano, pasó a reanimación, en la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI)... La operación resultó, en principio, satisfactoria, pero posteriormente el aficionado donostiarra volvió a sufrir una nueva arritmia cardíaca que no pudo superar».
Pésame del Rey
El asesinato de de Aitor Zabaleta provocó un enorme impacto en toda la sociedad española. El Rey Juan Carlos envió un telegrama de condolencia, en nombre de toda la Familia Real, a los padres del joven y otro al presidente de la Real Sociedad, Luis Uranga, expresando su pesar por lo sucedido.
«Es el día más triste de la historia de nuestro club»
Luis Uranga
Presidente de la Real Sociedad en 1998
Lógicamente, las primeras reacciones fueron las provenientes del fútbol. Luis Uranga no estaba para muchas declaraciones, pero resumió en una frase el sentimiento de toda la familia donostiarra: «Es el día más triste de la historia de nuestro club».
«Conocemos a los asesinos: es un grupo de catorce cabezas rapadas con antecedentes penales a quienes hemos denunciado reiteradamente ante la policía. La acción fue premeditada, son unos cazadores baratos y cobardes que se volvieron a casa con el deber cumplido»
Jesús Gil
Presidente del Atlético en 1998
Jesús Gil, presidente del Atlético, sorprendió con una manifestación contundente: «Llevamos casi dos años luchando contra un grupo de radicales y violentos que han intentado meterse en el Frente Atlético mediante amenazas y denunciándolos con nombres y apellidos. Conocemos a los asesinos: es un grupo de catorce cabezas rapadas con antecedentes penales que han sido denunciados a la policía con reiteración por el Atlético. La acción fue premeditada, porque son unos cazado res baratos y cobardes que se volvieron a casa con el deber cumplido».
También fue muy claro y directo Guillem Reynés, presidente del Mallorca: «Todos los que formamos parte del mundo del fútbol somos culpables de ese asesinato». Su homólogo del Salamanca, Juan José Hidalgo, afirmó que «este tipo de cosas no se pueden soportar en el futbol. Los agresores deben ser identificados para que paguen por lo hecho».
Esa identificación fue tan discreta como rápida. La primera detención tuvo lugar la misma noche del martes, poco después del fatal navajazo. Y apenas dos días más tarde, el jueves 10 de diciembre, fueron arrestados otros dos sospechosos. La investigación prosiguió, hubo varias actuaciones y justo cuando se cumplía una semana desde el apuñalamiento, ABC volvía a abrir sus páginas de información nacional con un titular relativo a dicho suceso: «El presunto asesino de Aitor Zabaleta, detenido en Madrid ayer por la tarde».
Autor material de la cuchillada
«Los agentes de la Brigada de Información de Madrid creen haber detenido a los tres individuos que atacaron al seguidor de la Real Sociedad. Dos de ellos eran los que han sido encarcelados en la prisión de Soto del Real; el tercero, al que en un principio se considera autor material de la cuchillada, fue detenido a las tres y media de la tarde cerca de la prisión de Yeserías, donde cumple condena en régimen abierto. A pesar de las detenciones, la Policía no da por cerrado el caso. El arma homicida no ha sido todavía encontrada».
«Ricardo Guerra fue señalado como presunto autor material por tres de los arrestados. Este individuo llevaba cinco años en el Frente Atlético y antes había pertenecido a un grupo de carácter ultra llamado 'TNT'. Cumplía una condena de dos años, cuatro meses y un día por lesiones en el Centro de Inserción Social Victoria Kent, anexo a la cárcel de Yeserías (Arganzuela) y a donde sólo iba a pernoctar. Desde octubre se hallaba en régimen abierto concedido por el juez de Vigilancia Penitenciaria».
La policía arrestó a otro sospechoso. Todos los detenidos pertenecían al grupo ultra 'Bastión', escindido del Frente Atlético. Posteriormente, la jueza decretó la puesta en libertad de tres de ellos, orden que se hizo efectiva el día de Nochebuena de 1998. «Sólo queda en prisión Ricardo Guerra Cuadrado, de 22 años, quien se encuentra internado en la cárcel de Soto del Real en calidad de supuesto autor material de este suceso».
MÁS INFORMACIÓN
El 1 de marzo de 2000, quince meses después del asesinato, dio comienzo el juicio con jurado. El fiscal pidió para Guerra 19 años de cárcel y una indemnización de 22 millones de pesetas (132.223 euros); la acusación particular, ejercida por la familia de la víctima, 20 años y 40 millones (240.405€); las asociaciones populares (Movimiento Contra la Intolerancia y Real Sociedad), la misma pena. La defensa solicitó la absolución por falta de pruebas.
El juicio se prolongó durante un mes, y el 31 de marzoel jurado declaró culpable al acusado: «En medio de una tensión que pocas veces se ha alcanzado en una sala de vistas, a la una y cuarto de la tarde la portavoz del jurado leyó el veredicto de culpabilidad de Ricardo Guerra por el asesinato del seguidor de la Real Sociedad Aitor Zabaleta. En ese instante, el padre de la víctima, la hermana y la novia de ésta rompieron a llorar. El condenado, por su parte, no movió un músculo de su cara».
17 años de cárcel
Conocida la decisión del jurado popular, el 24 de abril la Audiencia Provincial de Madrid condenó al acusado a 17 años de prisión. La sentencia ordenaba además «investigar la posible participación en el crimen de otros tres jóvenes, I.M.R., Í.R.F. y I.G.C.F., el primero de ellos ex testigo de cargo en la causa contra Ricardo Guerra. La sentencia impone a Guerra una indemnización por los perjuicios causados a los padres de Aitor por la muerte de su hijo, de 20 millones de pesetas (120.200€); de otros 10 a su novia por perjuicios morales, y deberá pagar los gastos procesales, incluidos los de la acusación ejercida por la familia de la víctima».
La defensa recurrió, pero el 3 de noviembre «la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, desestimó 'íntegramente' el recurso de apelación. El fallo del TSJM considera que el veredicto y la decisión del jurado en este caso se ajustan a la legalidad, y califica a la resolución de 'justa, razonable, lógica' y que no se aprecian 'el mínimo grado de arbitrariedad, irracionalidad, contradicción o ausencia de motivación'».
Se cerraba así un penoso capítulo de la violencia irracional que, por desgracia, sigue presente aún dentro y fuera de los campos de fútbol. Por eso, pese a que ha transcurrido ya un cuarto de siglo desde el asesinato de Aitor, no ha perdido un ápice de vigencia aquel editorial de ABC escrito hace 25 años (10-12-1998) y dedicado a los ultras, «bandas callejeras de fin de semana que bajo la apariencia de dar suelta a su pasión por un equipo de fútbol, siembran la vergüenza, el desorden y, a veces, el pánico, en los alrededores de los estadios… Ni las policías locales ni las autoridades deportivas parecen capaces de luchar con eficacia contra esta plaga… que, periódicamente, destruye mobiliario urbano como exhibición de su fuerza, arrasa instalaciones, incendia papeleras, provoca y agrede a ciudadanos indefensos que se cruzan en su camino, todo ello con una violencia fanática, gratuita, irracional…»
«El indescriptible espectáculo de su conducción en manada desde sus puntos de procedencia, horas antes de los partidos, hasta su dispersión bien entrada la noche entre la caballería policial y los coches celulares es un lamentable ejemplo de los ínfimos niveles a los que pueden arrastrar las miserias de la condición humana… Bajo los efectos del alcohol; embravecidos por su exhibición de fuerza; fanáticos, no forofos; marginales más que competitivos; impotente s ante el jefe o la mujer, no poderosos, arrastran tras ellos su complejo de inferioridad porque evidentemente son inferiores. Los cabecillas no tienen, frente a lo que algunos infantilmente sostienen, ideología, programa político, reivindicación social que defender. Suelen ser ociosos que no parados; travestidos de rebeldes sin causa, no jóvenes airados; ludópatas de la destrucción, nunca simples transgresores de elementales normas de convivencia. Si la execrable muerte de Aitor Zabaleta pudiera tener alguna lectura que no fuera la de la repulsa general y el clamor por la identificación de los responsables, esa lectura no podría ser otra que la de la necesidad de encontrar los medios para que actúe la ley y se imponga la justicia».
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