El príncipe detrás del fichaje de oro de Cristiano Ronaldo

En el Al Nassr el portugués coincidirá con futbolistas que han buscado su eldorado en Riad: el portero uruguayo David Ospina, el delantero camerunés Vincent Aboubakar o el nigeriano Odion Ighalo. Pese al entusiasmo expresado por Cristiano respecto a nuevos retos y récords, es innegable que perderá foco y quedará fuera de la atención europea.

Un exilio a medida en una nación cargada de señales que atentan contra los derechos humanos, ponen en cuestión la libertad de la mujer y no admiten la disidencia. Una monarquía absoluta en la que se prohíbe el consumo de alcohol y cuya policía religiosa (la mutawwa) se encarga de hacer cumplir la estricta interpretación del Islam más severo y de cerrar aquellos locales de ocio que no se ajustan a su credo.

Una nación que habita los centros comerciales por el aire acondicionado como alivio para el calor y que solo aplica una retención del 20 por ciento para los ingresos de los ciudadanos no saudíes que trabajan en su suelo. Todo serán ventajas económicas para el acaudalado Cristiano Ronaldo, quien en su presentación dio muestras de no haber perdido la inmodestia. «Mi contrato es único porque soy un jugador único».

Según los corresponsales internacionales que visitan o viven en Arabia, todo lo que sucede en los últimos tiempos con el deporte como proyector de una apertura social en el país tiene que ver con el nuevo jefe de Cristiano, Mohamed bin Salman.

Según un informe de 'The Guardian', el reino de Arabia ha invertido ya más de mil millones de euros en el denominado 'sportwashing', es decir el lavado de imagen y de reputación que viene realizando Arabia a través de sus empresas vinculadas al deporte.

La Supercopa de España se celebró en Yeddah. También la Fórmula 1 en un circuito urbano en esta ciudad, previo pago del mayor canon en el calendario de este deporte (50 millones anuales). El Dakar se está disputando por las dunas de sus desiertos. El nuevo LIV golf, circuito millonario que ha partido a este deporte en dos, está financiado por dinero de Arabia. El principal patrocinador del nuevo equipo de Fernando Alonso, Aramco, es la primera petrolera saudí. La Titan Desert también se corre en Arabia. Y en el colmo de lo nunca visto, el país donde nunca llueve aspira a organizar unos Juegos Olímpicos de Invierno en una ciudad por construir, con sus pistas de esquí artificiales y su nieve postiza.

En Riad suenan ahora David Guetta o Enrique Iglesias en directo en contraste con los años grises del reinado del padre de Mohamed bin Salman. El príncipe de 37 años ha impulsado un cambio social y lo propaga a través del deporte.

Una de las reformas más celebradas y promocionadas fue el levantamiento de la prohibición de conducir a las mujeres, ley antediluviana del régimen ultraconservador que llenó las redes sociales de una corriente de empatía. Sin embargo, en su informe anual la organización internacional Human Rights Watch desveló que «las autoridades sauditas intensificaron sus arrestos arbitrarios, juicios sumarios y condenas de disidentes pacíficos y activistas, incluida una represión coordinada a gran escala contra el movimiento por los derechos de las mujeres».

A Mohamed bin Salman lo persigue otro informe, el de la CIA americana, que lo considera el ideólogo del asesinato por descuartizamiento del periodista crítico con el régimen Jamal Khashogghi. Los agentes saudíes hicieron desaparecer su cuerpo después de abordarlo en la embajada de Arabia saudí en Estambul.

Hace siete años el impetuoso príncipe saudí inició una guerra contra los rebeldes chiítas de Yemen, que no ha terminado y que tuvo un episodio insólito durante el último gran premio de Fórmula 1 en Yeddah. Un cohete yemení explotó contra una refinería próxima al circuito urbano. A Bin Salman lo siguen acusando las asociaciones de derechos humanos de haber causado la muerte de cientos de civiles en Yemen a través de bombardeos indiscriminados.

Una disidente del régimen saudí, Loujain al Hathloul, pasó su 30 cumpleaños en la cárcel por el hecho de haber organizado protestas para reducir el control de los hombres sobre las mujeres.

Es la vieja fórmula del poli bueno y el poli malo, o que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha. Por un lado funciona el ansia de apertura y modernización de una sociedad joven que no quiere el fundamentalismo de los reyes ancianos y los ultraconservadores religiosos y por el otro, la tendencia al absolutismo en las decisiones políticas.

Bin Salman ya es propietario del Newcastle, el club de la liga inglesa que adquirió por 354 millones de euros. Diversos rumores señalaban que quizá Cristiano podría jugar la Champions si el Newcastle se clasifica este año para este torneo. El entrenador del club británico, Eddie Howe, lo ha desmentido. «Le deseamos a Cristiano lo mejor, pero no hay nada de cierto en eso».

Las informaciones desde Arabia apuntan a estadios medio vacíos y una liga poco competitiva. Ronaldo, siempre el centro de atención desde que era un adolescente, tendrá que acostumbrarse a la serena decadencia al bajar el telón.