Fútbol
¿Por qué son tan peligrosas las bolitas negras del césped artificial?
Los daños que puede generar el caucho en el medio ambiente y en la salud, los principales motivos del veto de la Comisión Europea
El freno al caucho compromete a 10.000 campos de césped artificial en España
Campo de césped artificial en Sevilla
El caucho era uno de los pocos objetos de culto que quedaban en el fútbol de barrio o amateur, orgullosos los deportistas al mostrar las rozaduras, marcas del guerrero, que dejaban esas dichosas bolitas en sus cuerpos tras realizar una providencial acción defensiva, a ras ... de césped y contra el delantero del equipo del barrio de enfrente . Y, como prácticamente todo en el deporte rey, este material se convertirá en recuerdo tras su prohibición por parte de la Comisión Europea, que ha decretado que no podrá estar presente en ningún campo a partir de 2030. Aunque, en este caso, la nostalgia estará justificada.
El caucho de los céspedes artificiales está hecho principalmente de goma de neumático reciclada, una segunda vida útil de un material que está provocando mucha contaminación, tanto en tierra como en el agua. El 50% de las ruedas de vehículos se convierte en pequeñas partículas de caucho (microplásticos) que es, como ha decretado el organismo europeo, el mayor emisor de elementos contaminantes a la atmósfera, el que más afecta al cambio climático y el segundo que más hace resentirse al medio ambiente.
«Estos campos están fabricados con polietileno gracias a una base de látex o poliuretano que forma un caucho que es considerado el principal material contaminante para la atmósfera», aseguran desde Bruselas.
Alarmantes datos y afirmaciones que han sido adelantados por múltiples universidades y centros científicos en los últimos años. La Universidad de Barcelona (UB) lanzó recientemente un estudio en el que se aseguraba que el 15% de los microplásticos que acaban en los mares y ríos del planeta provienen de los campos de césped artificial con caucho. Para extraer estas conclusiones, los investigadores analizaron 217 muestras de agua recogidas en la costa de Barcelona y otras 200 del río Guadalquivir, y encontraron fibras de césped artificial en un 62 % de las muestras del mar y en un 37 % del agua del río.
«Si queremos acabar con esta contaminación, se deben repensar las instalaciones del plástico verde en superficies públicas, como en patios de escuela, campos deportivos, festivales de música, gimnasios, jardines particulares o terrazas», declaró una de las autoras del estudio, Anna Sánchez-Vidal, a la agencia EFE este mismo mes.
Otro de los motivos de este cambio de rumbo, aunque no tan contrastado, es la influencia que pueden tener estos residuos en la salud humana. Según un estudio de la revista neerlandesa 'Environment International', en una muestra analizada aparecieron restos de microplásticos en el 80% de los sujetos. La Universidad de Santiago de Compostela (USC) también ha publicado diversos trabajos sobre este impacto y, aunque no del todo concluyentes sí expresan temor a un posible daño para el ser humano, al ser hallados estos residuos en fluidos gastrointestinales. «Los niveles no suponen un riesgo elevado para la salud, pero no implica que no exista ningún tipo de peligro», esgrimieron desde el centro gallego.
Alternativas
«¿Y ahora qué?» es la gran pregunta que se hacen desde los miles de campos españoles, y europeos, que se verán afectados por la medida. Cambio que no tiene una difícil solución, al menos si se tiene en cuenta la que propone la empresa murciana Greenpoint Natura, que lleva años buscando alternativas al problema del caucho, como el relleno de coco (CocoGreen) o el granulado de corcho (CorkGreen).
«El caucho es lo que siempre se ha demandado. Nosotros lo que buscamos es que el césped artificial sea lo más natural posible. En España trabajamos principalmente con relleno de coco y en Europa trabajamos con el granulado de corcho», explican José Luis Rubio y Manuel Ángel Sánchez, impulsores de esta empresa.
Como aseguran, la ventaja de estos materiales frente al caucho es que no son productos tóxicos ni abrasivos. Son totalmente biodegradables. Además, el campo no alcanza temperaturas tan altas, toda una ventaja en un país caluroso como el nuestro. «Proporcionan mucha más estabilidad termogénica gracias a su gran capacidad de absorción de la humedad, por lo que el ahorro de agua para bajar la temperatura del campo se reduce de forma considerable», detallan los murcianos. Alternativa que, dentro de siete años, será normalizada.