Pacheta: «A mí me ha llegado a despedir una pitonisa»

—Hábleme de su niñez en Sala de los Infantes.

—Fue una infancia feliz, en la calle, con amigos, jugando al fútbol en el patio del colegio y hasta los domingos, después de misa, que íbamos obligados, y rompíamos los zapatos, lo que nos costaba enfados en casa. Pero también fue una infancia de mucho trabajo, cuando ya tenía cierta edad, para coger una azada, cargar alpacas, ir al huerto o ir a por la leña. Mi padre era trabajador del campo, un verdadero agricultor de azada, y mi madre molinera. Yo prohibiría a los niños estar en la ciudad hasta los 14 años. Luego sí hay que sacarlos para no embrutecerlos, pero hasta los 14 el pueblo genera unos lazos de amistad y unas activaciones en la mente del niño que no se consiguen de otra manera.

—¿Cómo está su padre?

—Soy feliz de haberlo visto desde los 60 a los 87 ir con su bicicleta al huerto, pero con la pandemia le vino el deterioro… Ahora está malito, con 90 años. Es ley de vida. Lo que no lo es es ver a un padre enterrar a su hija. Es antinatural. Mi hermana y mi madre murieron hace tres años y eso fue una experiencia durísima. Los que no somos demasiados espabilados necesitamos estas desgracias para establecer prioridades.

—¿Cómo se asumen palos tan duros en un espacio tan corto de tiempo?

—Todo esto se maneja desde el entorno. El entorno es la clave del ser humano. Si no se tiene un entorno que abrigue y sea comprensivo es imposible, y no es sencillo elegir bien el entorno. Esto también va por mi profesión. Ellos nunca se han quejado. Me casé con 20 años y sigo con la misma mujer y el mismo entorno desde entonces. Además, me dedico a lo que quiero, que no es lo mismo que dedicarte a lo que te gusta. Lo que te gusta no siempre te da de comer. Me considero un privilegiado.

—Hay un Pacheta hijo, Pacheta padre, Pacheta marido, Pacheta entrenador y Pacheta futbolista. ¿Cuál le gusta más?

—No hay uno que no vaya unido a los otros. Me gusta mucho el Pacheta sociable. Me gusta estar con gente a la que quiero. Me siento muy cómodo intentando dar cariño. Mis dos años en Tailandia me hicieron ser una persona y un entrenador distinto. Fui solo, sin familia ni ayudantes. Allí experimenté la soledad que mata.

—¿La soledad que mata?

—Sí. La soledad que te mata y no duele. Yo sé cómo se muere una persona de pena. Lo he vivido. Te mueres, pero te mueres feliz. Es acojonante.

—¿Le gusta la sociedad de hoy?

—Cuando hace tres semanas le dimos permiso a Javi Sánchez para que estuviera en el parto de su primer hijo, a pesar de perderse un partido, una situación que yo veo de lo más normal, se formó el revuelo que se formó. Eso quiere decir que algo mal estamos haciendo. Puedes ser brillante con 35 años, pero sabio solo se es a partir de los 60-65, y a los sabios los estamos apartando. A los puestos de poder hay que llegar aprendido y no está pasando así. Tenemos que ser mucho menos soberbios y más humildes, pedir perdón, reconocer errores... Tenemos que cambiar bastantes cosas.

—A usted el carisma se le cae de los bolsillos. ¿Cuál es su receta?

—Para nada. Yo he intentando siempre escuchar a todos, sobre todo a los que me dicen lo que no quiero oír. De esos son de los que te tienes que rodear. Yo actúo como me inculcó mi padre, con buena voluntad y, por lo tanto, el problema lo tiene siempre el de enfrente. La interpretación que tú hagas depende de ti. Yo tengo muy poco rencor, a nada ni a nadie. Cada uno que actúe como considere. A mí, por ejemplo, no me va a afectar lo que un desconocido escriba en una red social, y creo que me da buen resultado.

—¿Buena salud y mala memoria?

—Lo ha resumido a la perfección

—¿Le sigue afectando la derrota? 

—Sí, sigo así. Soy incapaz de manejarla. Amargo a los de casa, no hablo con ellos, estoy 24 horas sin comer… pero desde hace menos de un año he decidido actuar. Me he dado cuenta que cuando actúo y como, se me pasa antes.

—¿A los futbolistas los hemos idiotizado o somos injustos con ellos?

—Es una profesión más dura de lo que se dice. Que sí, que es mucho más duro ser pescador y salir a la mar, pero que en esta profesión no se tiene intimidad. Hasta el ascenso con el Valladolid yo era anónimo, pero desde entonces mi intimidad se ha acabado. Si esto te pasa con 20 años, a ver cómo lo manejas. Volvemos al entorno. O lo tienes estable o se te va de las manos.

—La gente no llega a fin de mes, pero se gasta lo que no tiene en el fútbol y los jugadores apenas se lo devuelven. ¿Se ha alejado el futbolista de la gente? De los medios ni pierdo el tiempo preguntándole porque es evidente.

—Sí, sí. Hablemos de esto. Yo cuando empezaba a ser entrenador os veía como una amenaza.

—No le creo.

—Que sí. Tienen un poder tremendo. El poder de la voz, durante todo el día, ante la afición. Ahora, con el paso del tiempo, para mí habéis pasado a ser aliados. ¿Por qué? Por un tema de egoísmo mío. Sois el mejor vehículo para envenenar a mi gente y entonces os tengo que envenenar a vosotros. Y utilizo esta herramienta hasta que mi mensaje cale. El futbolista tiene 20-25-30 años, gana mucho dinero y está a otros asuntos. Recibe halagos, pero también mucha crítica, y cuando le dan se protege. Tú para allá y yo para aquí. Error. Yo no me voy a enfrentar a ningún periodista porque haya sido crítico conmigo, pero yo he visto en esta sala de prensa a jugadores perder los nervios. Es verdad que puede que salgas de esa batalla particular vencedor, pero a la larga eres perdedor. Pierdes siempre. El futbolista que se aísla de los medios pierde a la larga.

—Entonces, ¿Se ha alejado el futbolista de la gente o no?

—Yo creo que no. Cuando viene gente a vernos a los entrenamientos les digo a los jugadores que hay que firmar a todos. Le voy a contar una historia que me pasó hace pocos días. Salgo de la puerta de mi casa y me encuentro con un niño de dos años y sus padres. El niño me mira y me grita 'Pachetaaaaaaa'. Claro, yo me quedo mirando al niño y los padres a mí. Hay unos segundos de silencio y, entonces, los padres me dicen que le pregunte al niño cómo se llama. Lo hago y el niño dice 'chnshdfhs'. Yo les digo, ¿pero qué ha dicho?. Y me dicen que el niño dice papá, mamá y Pacheta. Nada más. El puesto de trabajo vale ese rato. Cogí al niño y le di un abrazo y unos besos… Es un ejemplo insignificante, pero sirve para que los futbolistas entiendan que ellos tienen que atender a los aficionados con el máximo cariño posible. Forma parte de su trabajo.

—El fútbol es de la gente, pero verlo por la tele vale 120 euros al mes, en el campo, mínimo, 50 euros una entrada y una camiseta cuesta 120 euros. ¿A ver si va a ser un producto de lujo?

—El fútbol sigue siendo de la gente, pero es muy caro. Creo que hacen un esfuerzo de la hostia por esa pasión que tienen, y no sé cómo lo hacen viendo los precios que hay hoy en la vida.

—¿No seguir en el Elche, tras subirlo a Primera en 2020, es la mayor puñalada que le han dado?

—No, no. Me puede doler, pero en mayo se me comunicó que no iba a seguir, y luego ascendemos en agosto. Es más doloroso que no te dejen acabar proyectos porque se deterioran las relaciones personales, no por lo futbolístico. Por ejemplo, en Cartagena no me dejaron jugaron el 'playoff' de ascenso de Segunda B a Segunda. Era el año 2013 y en ese momento estaba empezando como entrenador. Estaba sembrando y esa decisión podía repercutir en mi crecimiento. Lo cogí séptimo y lo dejé segundo. Y me echan antes de jugar el 'playoff' porque una pitonisa le dijo al presidente que conmigo no ascenderían. ¡A mí me ha llegado a despedir una pitonisa!.

—Los entrenadores siempre pagan los primeros, y ni ganar a veces les vale.

—A mí me ha costado bastante llegar aquí. Estar cuatro años fuera de España, trabajar sin cobrar dinerales... Soy un privilegiado, pero no para vivir sin trabajar. Nadie me ha regalado nada y tengo la sensación de haber sufrido demasiados traspiés sin merecerlo. Mire, hay que ganar en todos los clubes. En unos tendrás más margen de derrotas y en otros no. Yo, aquí, en Valladolid, soy un privilegiado. Aquí hemos perdido cinco partidos seguidos y nadie me ha dicho absolutamente nada. No he visto la menor sombra de desconfianza. La gente me dijo de todo cuando el primer día comenté en esta sala de prensa que el Valladolid me había firmado para ascender, ¿para qué me iba a firmar en Segunda? También dije que íbamos a llenar el campo y que íbamos a salir aplaudidos sin ganar, y las tres cosas se han cumplido. Y me he encargado de recordarlo.

—¿Facturitas?

—No me gusta cuando se aprovecha el momento. Hay que ser consecuente. Aquí no nos vamos mantener en abril ni en mayo. Te mantienes el 4 de junio, y si tienes mucha suerte y te has mantenido antes, empieza a tirar cohetes.

—Cohetes tira usted con el VAR...

—Yo he sido y sigo siendo un defensor a piñón de la tecnología, pero estamos mal utilizando la herramienta, que en sí es una herramienta maravillosa. Dijo Arrasate, 'qué difícil es creer'. Me parece una frase maravillosa. El VAR es científico, está para decir sí o no, no para interpretar si hay más o menos contacto. ¿Por qué hay tanto lío? Porque no entendemos el juego. El fútbol, o lo has vivido o lo aprendes. Yo puedo tener un impacto gordo contra un rival y no ser penalti, y puedo soplarle y ser penalti. ¿A qué voy? A que tenemos que entender la acción… Una repetición a cámara lenta no tiene sentido. Es un tema de interpretación de la acción. De la incidencia en el juego. Si yo sé lo difícil que es pitar, y sé que soy un pesado, pero tenemos que aclararnos. No pueden darnos unas instrucciones en agosto y en diciembre cambiarlas.

—¿Se ha quejado de manera oficial?

—De manera oficiosa. Yo he preguntado a los árbitros por qué ya no pitan los agarrones en los córners. Hubo una época en los que pitaron todos y ahora ni uno. ¿Qué pasa? ¿Ahora ya no hay? Y sigue la norma de los seis segundos del portero, y hay porteros que tienen 18 segundos el balón en sus manos. Yo soy pro Xavi, el fútbol 30 minutos a tiempo parado. Todos los deportes que juegan a tiempo parado están mucho mejor regulados que el fútbol.

—¿El Barça ha comprado árbitros?

—Yo no sé qué ha pasado, no soy el juez. Ellos tienen que explicarlo, y si no son capaces de aclarar esos pagos, que cada uno asuma sus consecuencias. De momento, raro es. Ahora bien, que lo expliquen y si no es convincente, tendrán que pagar las consecuencias. Y si es necesario, que entre UEFA y FIFA.