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Pablo Barrios: «Simeone me ayudó a superar la muerte de mi madre»
El centrocampista del Atlético regresa a la selección española y aspira a hacerse un hueco con De la Fuente con vistas al Mundial 2026
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Apenas concluye el entrenamiento a puerta cerrada de la selección española en Las Rozas, Pablo Barrios (Madrid, 22 años) ya está en la ducha del vestuario, sin acicalarse excesivamente, ni preocupación exagerada por el pelo, la indumentaria, el tipo de zapatillas que calza o ... cualquiera de los aditivos que suelen acompañar a los futbolistas. Acude con rapidez a la cita con ABC, cruzando estancias del centro de concentración que ocupa la selección con vistas a los partidos de clasificación para el Mundial 2026 ante Georgia (el sábado, en Elche) y Bulgaria (el martes, en Valladolid). El jugador del Atlético, tipo tranquilo, quiere disputar ese Mundial y ser un habitual para De la Fuente.
—Desde lo más alto, que es llegar a la selección, ¿cómo recuerda sus inicios, su vida callejera en el barrio en Moratalaz?
—Pues fue muy tranquila, la recuerdo muy bonita, con mucha felicidad. Recuerdo momentos que parece que fueron ayer con mis amigos de allí, todavía tengo la suerte de que siguen siendo el mismo grupo de amigos de cuando era pequeño.
—¿Era más de calle o ha sido más de academia?
—No, no, siempre estaba en la calle, en el patio de la urbanización, siempre solíamos jugar en la cancha que teníamos, que sigue estando ahí. Y sí, siempre solíamos estar por ahí y por la calle.
—¿Cuáles eran las reglas en su barrio?
—En nuestro barrio había muchas, porque era una cancha más pequeña que la de fútbol sala y jugábamos cuatro para cuatro, porque si no había mucho mogollón de gente y había mucho jaleo. No había fueras de banda laterales, porque ahí estaba la valla, entonces se podía jugar con la valla. El córner se sacaba de banda. No podías tirar desde tu campo..., sí poníamos reglas, sí.
—Y los demás siempre le pedían a usted...
—Bueno, yo es que era el más pequeño, siempre he sido el más pequeño en la urba. No siempre me pedían porque, claro, físicamente pues tampoco podía ayudar mucho. Pero cuando según fui creciendo, al final sí que me pedían, sí. Solía ser de los elegidos.
—¿Cómo gestionaban sus entrenamientos en su casa cuando entró en el Real Madrid y luego en el Atlético de Madrid?
—Normalmente cuando salía del colegio me llevaba mi madre siempre y luego a la vuelta siempre me solía recoger mi padre cuando salía del trabajo.
—¿Vive todavía en el barrio o se ha mudado?
—No, no, no, hace ya tres años que no vivo ahí.
—¿Y va mucho por Moratalaz?
—Sí, sí que suelo ir de vez en cuando, tampoco mucho porque no me pilla muy cerca, pero sí, siempre que puedo voy para allá a ver y estar con mi abuela o si no para estar con todos mis amigos.
—Su padre entrenador de fútbol, su hermana entrenadora de gimnasia, usted futbolista, ¿le ha favorecido crecer en un entorno deportivo?
—No sé, no sabría decirte, la verdad es que hemos sido muy deportistas siempre en casa. Yo he tirado por el fútbol, pero nunca hubiera imaginado que iba a ser futbolista, hacía deporte para pasármelo bien sobre todo, igual que mi hermana.
—Su madre murió hace cuatro años. ¿Cómo hizo para no derrumbarse cuando sucede una cosa tan terrible a tan corta edad?
—La verdad es que no fue fácil. Lo recuerdo como un año muy muy duro, un año y medio muy duro. No me hundí gracias a mis amigos, a mi familia y también un poco al fútbol. Yo siempre le doy las gracias al fútbol porque si no hubiese sido gracias a él no sé lo que hubiese pasado. Yo creo que no lo hubiese superado tan bien como estoy ahora y la verdad que estoy muy agradecido al fútbol, como te digo.
—¿Quería su madre que fuera futbolista o qué le decía?
—Nada, mi madre siempre tiraba más para que estudiase, que siguiese con los estudios y luego obviamente pues que disfrutase mucho jugando, me venía a ver jugar, pero a ella tampoco le tiraba mucho el fútbol. No me solía decir nada.
—¿Le hizo caso, estudió?
—Sí. Terminé el colegio, y luego justo cuando iba a empezar un grado, fue justo cuando ella falleció y lo dejé un poco apartado, pero ahora quería retomar el tema y estoy viendo a ver en qué me metía.
—¿Qué estudió?
—Iba a empezar Administración y Finanzas, pero fue justo empezarlo y ella enfermó, o sea que apenas lo empecé. Luego hice un grado sobre nutrición.
—Estuvo en la cantera del Real Madrid, lo cortaron y se cambió al Atlético. ¿Son dos mundos o en la cantera todo es igual?
—Obviamente cada club es distinto, ya no solo por ser el Madrid o el Atleti. Yo creo que en todos los clubes cada uno tiene su filosofía, obviamente que son muy diferentes, pero ya no solo en estos dos equipos, sino entre el Barça y el Español o en otros clubes.
—¿Qué encontró de distinto en el Atlético?
—Yo creo que la cercanía. El trato en el día a día era muy diferente, la gente como más cercana. Te hablo de cuando era pequeño, cuando llegué. Pero tampoco te sabría decir.
—Hay gente que dice que el Madrid representa el poderío y el Atlético al pueblo . ¿Está de acuerdo o no?
—Cuando eres tan pequeño no piensas en esas cosas.
—¿Y ahora que es mayor?
—Si las piensas, no las dices.
—¿Mejor callar?
—Sí, sí. Mejor.
—No hace ruido, no se tiñe el pelo de rosa, no se mete en líos... Transmite calma.
—Sí, nunca me ha gustado llamar la atención siempre he sido tranquilo, me dice la gente que quizá soy demasiado tranquilo y tal, pero bueno. Soy como soy, es como me gusta ser y como soy feliz.
—¿En el campo transforma la introversión en ambición?
—No soy el único. Hay muchos que son muy tranquilitos en su vida personal y cuando saltan al campo son otra persona. Pienso que en el fútbol hay dos personas, la que está fuera y la que entra en el verde. En el campo se olvida todo y actúa tu otro yo. Siempre he sido de los que hablan mucho en el campo, pero de mandón tampoco me veo.
—¿Cómo se definiría como futbolista?
—No sé, ahí me has pillado. Diría trabajador. Me quedaría con esa, sí.
—Trabajador como Koke, su ídolo y compañero.
—Sí, siempre lo he dicho. Nadie le ha regalado nada y es mi referente. Ya no solo en el campo, sino fuera. Le debo mucho porque me ha ayudado mucho desde que llegué.
—¿Tuvo una conversación con Simeone en la que le dijo que no fuera tan serio y disfrutara del fútbol y la vida?
—Quizás a veces soy un poco introvertido, no sabría decirte, pero tampoco tímido, aunque muchas veces dé esa apariencia. Cuando la gente me conoce sabe que no soy así para nada, pero sí tuve una charla con él, sí. Fue justo al año y medio de lo de mi madre y fue como un click. Tuve esa conversación y, mucha gente me lo ha dicho, cambié bastante a partir de haber superado lo de mi madre y que estaba mucho mejor.
—¿Le ayudó Simeone a superar la muerte de su madre?
—Sí, se juntó todo un poco. Él me ayudó, diría a quitarme la venda de los ojos de que realmente a lo mejor no estaba bien del todo. Y sí, yo creo que me ayudó mucho la charla que tuvimos.
—¿Hay que superar el doble de barreras por ser de la cantera?
—El primer año que subí era todo muy bonito al principio, tuve la suerte de jugar varios partidos. Luego me encontré con una situación que no jugué mucho, y eso era nuevo para mí, nunca me había pasado. También me fui a vivir solo, y cambian mucho las cosas. No es lo mismo cuando estás con tu familia todos los días a cuando estás solo en tu casa que llegas del entreno, que no estás muy contento y no tienes nadie para hablar. No fueron unos meses fáciles. Luego tuve la charla con el míster y la verdad que todo cambió al año siguiente.
—Sois millonarios y divinos, pero personas al fin y al cabo.
—Hay mucha gente que lo olvida, somos personas. Por muchas críticas que tengamos o cosas que nos pasen, somos personas. Pero es el fútbol. Es el precio que pagas y todos sabemos lo que nos espera. No lo vamos a descubrir ahora.
—¿Qué le pide Simeone?
—Ahora que estoy jugando más adelantado, me pide más goles, por lo menos que llegue más al área, diría que es lo que más hablamos.
—¿Su manera de jugar es intuitiva, producto de la calle, o es de esos jugadores que estudian al rival y actúan en función de ello?
—No, yo no soy mucho de pensar en los partidos, no me gusta pensar en cómo voy a jugar o como imagino el partido y tal, no. Yo salgo y lo que sé hacer, lo hago. Y cómo se ve de bien o de mal desde fuera, pues es lo que es.
—¿Cómo le sentará el fútbol de la selección, de posesión, toque, mucha llegada?
—En teoría es un estilo de juego que me tiene que ir bien. La verdad es que aquí juegan a un nivel muy bueno, muy alto y como dices juegan muy bien al fútbol. Lo cierto es que es un placer estar aquí.
—El seleccionador Luis de la Fuente suele lanzar el mensaje de que prefiere que a la selección vayan buenas personas por encima de grandes futbolistas. ¿Debemos entender que eres una buena persona?
—Bueno, no sé si piensa eso de mí o no, pero yo creo que el mensaje que querrá dar es que en la selección es muy importante el grupo, el ambiente que se genera. Porque al fin y al cabo estamos pocos días juntos en las concentraciones y yo creo que prima mucho el tener un buen grupo. Opino que eso ayuda mucho a que luego lleguen los resultados.
—Su pueblo se llama Maranchón, en Guadalajara. ¿Va por allí alguna vez o ya no tiene tiempo?
—Sí, sí, sí... En verano siempre que puedo y tengo libre voy para allá. Me gusta la vida del pueblo. He pasado allí mucho tiempo, en la infancia y tengo grandes amigos. Pasé mi infancia en los veranos, entonces le tengo un cariño muy especial y en fin, tampoco te creas que hay una vida ahí que digas que puedes hacer un montón de cosas, al fin y al cabo es un pueblo, pero la verdad que la gente, los amigos y los recuerdos que tengo cada vez que voy me transmiten mucha tranquilidad. Y también me sirve un poco para desconectar de aquí de Madrid que estás al fin y al cabo todo el año. La verdad es que me encanta ir por allí.
—¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre? Suele ser una manera de identificar a las personas, por su ocio...
—La verdad que no soy mucho de aficiones, siempre suelo estar con mis amigos y con mi familia, la verdad que eso cuando quiero desconectar es lo primero que hago, les escribo que si podemos juntarnos y tal, pero sí, eso es lo que hago. No es que hagamos nada especial, depende del momento. Lo que me gusta es estar con ellos.